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Las cosas de don Luciano
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Antonio Casado

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Las cosas de don Luciano

Solo le faltaba al ya exconsejero de Energía de la Junta de Andalucía que quienes le veían como el gran conseguidor le llamaran don Luciano, como

Sólo le faltaba al ya exconsejero de Energía de la Junta de Andalucía que quienes le veían como el gran conseguidor le llamaran don Luciano, como hemos sabido ahora. Pero los ecos del escándalo no son sicilianos, sino andaluces. Y han tenido que rebotar en un medio de comunicación, El Confidencial, para que la presidenta, Susana Díaz, que le nombró para el cargo sólo hace dos meses, se llame a engaño.

Se ha consumado la fulminante destitución (“puesta a disposición del cargo”, ha sido la fórmula elegida), cinco minutos antes de una puesta en escena surrealista. Luciano González García estaba a punto de apadrinar su doctrina sobre “construcción sostenible” cuando este diario le apagó el farol. ¿Cómo presentar en sociedad un proyecto de urbanismo legal y humano firmado por quien no predica con el ejemplo?

Otra vez el estupor. Ante una nueva corruptela de general conocimiento entre los responsables políticos, a lo que parece, estos sólo reaccionan cuando un medio de comunicación les cuenta lo que ya sabían. “Claro que he estado allí, como otros muchos”, dice el consejero de Economía de la Junta, José Sánchez Maldonado, del que dependía el director de Energía sorprendido por este periódico como propietario de una vivienda ilegal. Ilegal pero frecuentada por dirigentes socialistas andaluces sin que a ninguno de ellos les resultase extraño que piratease las normas de registro y servicios.

Una vez más hay que recordar que no es nada nuevo la existencia de políticos corruptos. Lo nuevo, si echamos la vista hacia épocas gloriosamente fenecidas, es que ahora nos enteramos antes o después

Ahora, la presidenta de la Junta se pone estupenda, y me parece bien, apelando a su compromiso fundacional de tolerancia cero frente a la corrupción. No es la primera vez que oímos eso en boca de un gobernante. Y está por ver que sea la primera vez que se cumpla. Por amor a la decencia en el ejercicio de la función pública. O por instinto de supervivencia, que es la hipótesis elaborada por los analistas para explicar la fulminante reacción de Susana Díaz. Da igual. El caso es predicar con el ejemplo y cortar en seco las malas prácticas de los componentes de la clase política.

También hemos de saludar la iniciativa de los militantes de base que quieren recibir explicaciones de sus dirigentes en una asamblea general de la agrupación malagueña a la que pertenecen tanto Luciano González, el interfecto, como su ya exjefe en la Junta, el consejero de Economía, Sánchez Maldonado. En cambio, se echa de menos una reacción de la dirección federal del PSOE que respalde la medida de salud pública tomada por la presidenta de la Junta, sí, pero que también condene la corruptela destapada por este diario.

Una vez más hay que recordar que no es nada nuevo la existencia de políticos corruptos. Lo nuevo, si echamos la vista hacia épocas gloriosamente fenecidas, es que ahora nos enteramos antes o después. Y hay que insistir también en que esta lacra está vinculada a la condición humana y no a tal o cual partido. Quede para el debate si unos partidos son más diligentes que otros a la hora de retirar las manzanas podridas del cesto.

Sólo le faltaba al ya exconsejero de Energía de la Junta de Andalucía que quienes le veían como el gran conseguidor le llamaran don Luciano, como hemos sabido ahora. Pero los ecos del escándalo no son sicilianos, sino andaluces. Y han tenido que rebotar en un medio de comunicación, El Confidencial, para que la presidenta, Susana Díaz, que le nombró para el cargo sólo hace dos meses, se llame a engaño.

Susana Díaz