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Rajoy y Aznar: líneas paralelas
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Antonio Casado

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Rajoy y Aznar: líneas paralelas

Doble contra sencillo a que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mira hacia otro lado si alguien le pone delante el recado de Aznar, quejoso por

Doble contra sencillo a que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mira hacia otro lado si alguien le pone delante el recado de Aznar, quejoso por no haber sido invitado a la campaña electoral. Sin perjuicio de que Esperanza Aguirre, señora ama del PP de Madrid y militante activa en el antimarianismo encabezado por el expresidente, le organice en su territorio un acto electoral, o los que hagan falta. Como cosa suya, se entiende. Así lo planteó ayer cuando supo que quería hacer un mitin con Cañete. “Ah, pues yo, como presidenta del PP madrileño, se lo organizo cuando quiera”.

En ese caso, Rajoy silbaría melodías. Nunca sería explícito en la negativa a una eventual iniciativa de Aguirre. Ni la promovería. Del sucesor no va a salir ningún requerimiento de colaboración electoral al sucedido. Lógico. Si no era digno de su presencia un acto de precampaña como la reciente Convención Nacional de Valladolid (la causa del partido importaba menos que su agenda internacional), tampoco lo será un acto de campaña.

Por tanto, Rajoy no va a entrar al trapo de un Aznar reincidente en sartenazos al viejo vientre del sucesor. Nada nuevo. Ya en 2008 decía aquel, tras la segunda derrota consecutiva del PP, que “con Rajoy nunca vamos a recuperar el poder”. Y además cometió la desconsideración televisada de negarle el saludo en el congreso nacional del partido.

La tensión entre ambos se ha hecho palpable en episodios más recientes: convención de Valladolid, presentación de las memorias del expresidente, entrevista en televisión…

Rajoy está en tiempo de desquite. Se lo puede permitir. Ahora tiene en sus manos todos los resortes del poder, controla el BOE, la potestad inversora y recaudadora del Estado, las Fuerzas Armadas, la Policía, los Cuerpos de Inspección, una mayoría absoluta en el Congreso, un formidable escudo mediático, una calculada distribución del poder en Génova y en Moncloa… ¿Por qué le iba a quitar el sueño que Aznar ahora se vaya haciendo la víctima de su sucesor?

Son como las líneas paralelas, que por mucho que se prolonguen nunca llegan a encontrarse. La tensión entre ambos se ha hecho palpable en episodios más recientes. Recordemos la ausencia de Rajoy y sus ministros en la presentación de las memorias del expresidente y la devolución del plantón por parte de Aznar con su sonora espantada de Valladolid. Hoy por ti, mañana por mí. Paquete de vuelta, de sucedido a sucesor. No es la primera vez ni será la última. Y, como en todas esas ocasiones, vuelven a perder el tiempo quienes esperan una reacción del presidente.

A lo sumo, los periodistas conseguirán arrancarle una dosis de recuerdo sobre su norma de “no polemizar con los expresidentes del Gobierno”. Como hizo hace un año por estas fechas después de que Aznar explicase en la tele su oportunista propuesta de bajar impuestos o su receta para sacar a España del agujero: “Ofrecer un horizonte de esperanza y no una lánguida resignación”.

En las propias filas del PP se detectó en aquella frase el enésimo golpe bajo a Rajoy. Pero tampoco hubo reacción del damnificado. Así que tuvimos que recurrir a declaraciones de terceros. El más sutil fue Jesús Posada, presidente del Congreso, con una lúcida referencia a la melancolía como desembocadura de los esfuerzos inútiles: “Las cosas se van para no volver”, mientras que Aguirre y su sucesor en la presidencia de la Comunidad, Ignacio González, cuya antigua aspiración a la presidencia de Caja Madrid frenó en seco Rajoy, volvían a hablar de Aznar como “el mejor presidente del Gobierno que ha tenido España”. Se repite la historia.

Doble contra sencillo a que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mira hacia otro lado si alguien le pone delante el recado de Aznar, quejoso por no haber sido invitado a la campaña electoral. Sin perjuicio de que Esperanza Aguirre, señora ama del PP de Madrid y militante activa en el antimarianismo encabezado por el expresidente, le organice en su territorio un acto electoral, o los que hagan falta. Como cosa suya, se entiende. Así lo planteó ayer cuando supo que quería hacer un mitin con Cañete. “Ah, pues yo, como presidenta del PP madrileño, se lo organizo cuando quiera”.

Mariano Rajoy José María Aznar Esperanza Aguirre Miguel Arias Cañete