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Hambre de remontada en el PSOE
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Antonio Casado

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Hambre de remontada en el PSOE

Moderación, realismo, credibilidad, capacidad de propuesta, respeto a sus antecesores y coherencia con las señas de identidad de un partido centenario. El motivador discurso de Pedro

Foto: El nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez (Efe)
El nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez (Efe)

Moderación, realismo, credibilidad, capacidad de propuesta, respeto a sus antecesores y coherencia con las señas de identidad de un partido centenario. El motivador discurso de Pedro Sánchez sonó a música celestial entre una militancia y unos votantes con hambre de remontada. Lo de menos es la orografía de los nuevos dirigentes. Que hay ganas de cerrar el tiempo de la desorientación y el abatimiento se notó en los generosos aplausos de ayer y la viveza de un congreso marcado por el destape generacional.

De los treinta y nueve miembros de la Ejecutiva, treinta son jóvenes y desconocidos. Las dos cualidades sine qua non para el rescate de un partido al borde del desahucio. Sobre ellas galopa el propio Sánchez que, sin embargo, vence la tentación adanista y se presenta como un continuador tanto de la obra modernizadora de los dos expresidentes del Gobierno, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, como de la gestión de su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, al frente del partido. Los tres siguieron en primera fila el discurso del nuevo líder del PSOE.

Cubierto el trámite del reconocimiento a los eslabones de la cadena, Sánchez se llenó la boca de “cambio”. Como en su día, los jóvenes y desconocidos Felipe, Guerra, Chaves, Castellano, Redondo, Almunia, García Bloise, Maravall, comprometidos en la tarea de construir “una mayoría social para el cambio” (29º Congreso, octubre del 81) y conquistando el poder en octubre de 1982 tras una campaña electoral “por el cambio”. “La fuerza del cambio” fue también el reclamo del 37º congreso (julio 2008), en pleno reinado de Zapatero. Tampoco Rubalcaba dejó de invocar el “cambio” en el 38º congreso (Sevilla, febrero 2012), donde el felipista con trienios se impuso a la criatura política de Zapatero, Carmen Chacón, ayer recuperada para la causa del “cambiar el PSOE, cambiar España”, alumbrada este fin de semana socialista en un hotel de las afueras de Madrid.

Así, con las palabras “cambio”, “modernización” y “progreso” en la boca, tal y como las viene utilizando Valls en Francia o Renzi en Italia, Sánchez reiteró su apuesta por “una segunda transición económica” en clave ideológica. “Me propongo recuperar el espacio perdido por la política en la economía”, dijo. En un discurso exhaustivo pero de fácil digestión, en el que nos hizo la caridad de no mirar ningún papel (milagros de la técnica), nos explicó que su “pasión por el futuro” consistirá en ofrecer una herramienta política a la clase trabajadora y la clase media, las más zurradas por la crisis, para construir una España más justa, donde quede garantizado el estado del Bienestar.

Atención: clase trabajadora y clase media, citadas por Sánchez en la misma tacada verbal como el objeto de la tarea del socialismo democrático. Un aspecto a retener de su discurso, porque carga de realismo su perfil (“sin populismos, sin demagogia”) cuando se hacen cábalas sobre la partitura política e ideológica del nuevo líder del PSOE. Y yo creo que ayer dejó bastante claro que sólo la izquierda posible, y no la izquierda mochilera, puede motivar de nuevo a los españoles “hastiados”, “indignados” y “hundidos” por “las políticas de la derecha”.

Y en cuanto a propuestas, algunas nuevas (devaluación del euro, denuncia de los acuerdos con la Santa Sede, Tribunal de Cuentas sin representantes de partidos, limitar el mandato de presidente del Gobierno a dos legislaturas, ley de igualdad salarial hombre-mujer, etc.) y otras viejas que sonaron nuevas en boca del recién llegado (derogación de la reforma laboral, lucha contra el fraude fiscal, apuesta por las energías renovables, etc)

Moderación, realismo, credibilidad, capacidad de propuesta, respeto a sus antecesores y coherencia con las señas de identidad de un partido centenario. El motivador discurso de Pedro Sánchez sonó a música celestial entre una militancia y unos votantes con hambre de remontada. Lo de menos es la orografía de los nuevos dirigentes. Que hay ganas de cerrar el tiempo de la desorientación y el abatimiento se notó en los generosos aplausos de ayer y la viveza de un congreso marcado por el destape generacional.

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