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Hacia el final de la aventura
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Antonio Casado

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Hacia el final de la aventura

Al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en su día se autocalificó de “actor principal del proceso soberanista”, le han vuelto a temblar las piernas.

Foto: El presidente de la Generalitat, Artur Mas (EFE)
El presidente de la Generalitat, Artur Mas (EFE)

Al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en su día se autocalificó de “actor principal del proceso soberanista”, le han vuelto a temblar las piernas. Por boca del número dos, Francesc Homs, nos hace saber que el espejismo empieza a desvanecerse. Y que a la piscina apenas le queda agua para seguir braceando una semana contra el Estado de derecho. Lo cual ha desorientado a sus socios republicanos, convencidos hasta ayer de que el viernes se había blindado el frente de los partidos comprometidos en mantener viva la cita del 9 de noviembre.

Los plazos fijados en el decreto de convocatoria, en suspensión preventiva, se van agotando y no hay el menor indicio de que el Tribunal Constitucional tenga la intención de levantarla. Homs ha dicho que, a mediados de mes, el Govern tendrá que decidir si la consulta es viable o no lo es. Ese es el margen que tienen para seguir haciendo “teatro del malo”, en palabras del socialista Miquel Iceta.

Los servicios jurídicos de la Generalitat no tienen más conejos de la chistera que los consabidos: los recursos contra la doble suspensión, las alegaciones previas a la sentencia del TC, las recusaciones al presidente y un magistrado del mismo y los decretos encaminados a desarrollar las decisiones impugnadas por el Gobierno de la Nación.

En el ámbito estrictamente político, poco más pueden hacer ya los dirigentes de CiU que movilizar a los alcaldes ante la jornada del 9-N, rozando de nuevo la legalidad y a sabiendas de que ya no se podrá votar “con todas las garantías legales y democráticas”, en expresión del propio Artur Mas. O sea, que el president camina hacia el “todo está consumado”, con resonancias de pasión y muerte.

Es la sexta palabra del president debidamente actualizada: “Hasta aquí hemos llegado”. Muerte política, se entiende. Antes mártir que traidor, con el inestimable concurso del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que se plantea actuar contra él por desobediencia y sedición.

También puede ocurrir que se imponga su condición de cualquier político, cuya máxima aspiración es la de tener el poder y hacer lo posible por conservarlo, lo cual nos pone de nuevo frente a la conjetura de unas elecciones anticipadas. La experiencia enseña que ningún gobernante lo haría para declarar la bancarrota de su partido y regalarle el poder al competidor. Es lo que ocurriría si Mas convocase elecciones anticipadas tras el frustrado 9-N.

Sólo lo haría encabezando una lista conjunta CiU-ERC que disfrazase el hundimiento de los convergentes y le permitiera seguir en el poder. Pero sus socios republicanos no están por la labor, salvo que fuera para una convocatoria plebiscitaria con expreso compromiso de insumisión frente al Estado (declaración unilateral de independencia). Algo que no les pasa por la cabeza a unos dirigentes de CiUcon vocación de centralidad y aversión a la desobediencia civil.

La alternativa es prolongar la legislatura e intentar la remontada formando otra mayoría, seguramente con los socialistas de Iceta, sobre un nuevo mantra para el derecho a decidir: la reforma de la Constitución Española. Parece la salida más lógica, una vez que se declare la inviabilidad de la consulta y la subsiguiente bifurcación de los caminos de Mas y Oriol Junqueras, que están a cinco minutos de empezar a echarse la culpa mutuamente por el fin de la aventura.

Al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en su día se autocalificó de “actor principal del proceso soberanista”, le han vuelto a temblar las piernas. Por boca del número dos, Francesc Homs, nos hace saber que el espejismo empieza a desvanecerse. Y que a la piscina apenas le queda agua para seguir braceando una semana contra el Estado de derecho. Lo cual ha desorientado a sus socios republicanos, convencidos hasta ayer de que el viernes se había blindado el frente de los partidos comprometidos en mantener viva la cita del 9 de noviembre.

Artur Mas Oriol Junqueras Miquel Iceta