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Ruido de sables en los oídos de Rajoy
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Antonio Casado

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Ruido de sables en los oídos de Rajoy

Un poderoso aparato de propaganda y la inesperada colaboración del bando contrario han hecho creer al nacionalismo catalán que ganó en la comedia del 9-N. Ambas

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Un poderoso aparato de propaganda y la inesperada colaboración del bando contrario han hecho creer al nacionalismo catalán que ganó en la comedia del 9-N. Ambas cosas funcionaron ayer a toda máquina. Por un lado, Artur Mas compareció marcando paquete ante los suyos y más retador que nunca ante el Estado, mientras Rajoy delegaba en la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, su respuesta al president: “Si lo que quiere es la independencia de Cataluña, difícilmente vamos a llegar a un acuerdo”. Nada nuevo. Es absurdo pedir al Gobierno de la Nación que colabore en la voladura del Estado.

En Moncloa, sin embargo, dolieron más los sartenazos al bajo vientre de Rajoy que venían de sus propias filas. Las del PP, se entiende, donde el ruido de sables creció en estas últimas cuarenta y ocho horas entre quienes, como dice él, “quieren terminar el partido antes de tiempo”. Unos ponen en duda su capacidad y otros reprueban su quietismo. Aunque lo duro fue escuchar en boca de una diputada propia, Cayetana Álvarez de Toledo, que lo ocurrido el domingo en Cataluña “descalifica a este Gobierno para seguir cumplimiento su mandato constitucional”. Por no mencionar a quienes en ámbitos políticos y mediáticos han llegado a hablar de rendición del Estado. Palabras mayores que envenenan el ambiente a este lado del Misisipi.

Me parece injusto, considerando que el Gobierno llegó hasta donde podía llegar sin generar males mayores. Lo siguiente hubiera sido utilizar el artículo 155 de la CE (suspensión de la autonomía), pero eso estaba totalmente descartado, por no soplar las velas del soberanismo. Fue evidente la apuesta del Ejecutivo por una jornada tranquila en manos de voluntarios. Por enésima vez, la deslealtad de Mas le dejó en evidencia. No solo al Ejecutivo. También al Tribunal Constitucional, a los jueces y a la Fiscalía, que también son Estado, que optaron por la prudencia y huyeron de actuaciones “desproporcionadas”.

A la prudencia se le sumó el quietismo. O sea, el incomprensible silencio del presidente. Y, claro, la prudencia sumada al quietismo produjo una incómoda apariencia de rendición. ¿Pero qué hubiera podido decir Rajoy ante los presuntos delitos cometidos el 9 de noviembre por gobernantes catalanes, si hasta ese momento no se había movido una Fiscalía General del Estado que, según Torres-Dulce, no quería precipitarse?

Eso es justamente lo que cambia en la jornada de hoy, cuando la institución específicamente encargada de “promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad” se dispone a presentar una querella ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña contra el presidente de la Generalitat y la vicepresidenta, Joana Ortega, por supuestos delitos de desobediencia yprevaricación. De ahí la anunciada comparecencia de Rajoy a mediodía de hoy.

Es hora de reventar el sofisma aireado por Artur Mas de que “es tiempo de política y no de tribunales”, como si las vías judiciales y las vías políticas estuvieran reñidas en un Estado de derecho. Pues no. Vale que la esencia del problema catalán es política, y por vía política debe resolverse, siempre que de paso la ley no resulte atropellada. Nada puede resolverse políticamente ignorando la legalidad. Por tanto, habrá que cambiar la ley para darsalida política al conflicto. O apearse de una vez por todas del sofisma.

Un poderoso aparato de propaganda y la inesperada colaboración del bando contrario han hecho creer al nacionalismo catalán que ganó en la comedia del 9-N. Ambas cosas funcionaron ayer a toda máquina. Por un lado, Artur Mas compareció marcando paquete ante los suyos y más retador que nunca ante el Estado, mientras Rajoy delegaba en la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, su respuesta al president: “Si lo que quiere es la independencia de Cataluña, difícilmente vamos a llegar a un acuerdo”. Nada nuevo. Es absurdo pedir al Gobierno de la Nación que colabore en la voladura del Estado.

Mariano Rajoy Artur Mas