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Infanta Cristina: ¿lela o mentirosa?
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Antonio Casado

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Infanta Cristina: ¿lela o mentirosa?

Ya dirá el tribunal si la infanta Cristina fue cooperadora necesaria en un doble delito de fraude fiscal, como sostiene el juez en su auto de procesamiento, o debe ser exculpada

Foto: Cristina, en una imagen de archivo en 2010 en Barcelona. (Gtres)
Cristina, en una imagen de archivo en 2010 en Barcelona. (Gtres)

Desde lugares tan conspicuos como la Agencia Tributaria, el propio Gobierno, la Fiscalía y ciertos comunicadores, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino en el caso de la infanta Cristina. No han faltado los intentos. Ahora viene a modo de dosis de recuerdo el escrito de defensa, presentado ayer por sus letrados en trámite previo al paso de la hermana del Rey por el banquillo, por un doble delito fiscal. Señalarlo no forma parte de una conjura contra la Corona.

A saber: “Se limitó a rubricar sin pedir explicaciones aquellos escritos que muy ocasionalmente se le solicitó que firmara en su condición de socio”, leo textualmente en dicho escrito. Muy en línea con la excursión a los cerros de Úbeda que la infanta evasiva protagonizó en febrero del año pasado, cuando compareció ante el juez Castro.

Como entonces, aunque ahora los abogados hablen por ella, no sabe, no recuerda, no le consta, lo desconoce. Firmar, firmó, pero “sin pedir explicaciones”. Ninguna diferencia con tanto personaje público pillado en falta. Claro que tiene derecho a defenderse. Como cualquier ciudadano en esa situación. Vale. Pero cualquier ciudadano no tiene el deber de ser ejemplar. Ella, sí. Una infanta de España, séptima en la línea de sucesión a la Corona, no es un ciudadano cualquiera. Nobleza obliga. Es el privilegio y la servidumbre de la púrpura.

Cristina es una mujer de su tiempo, licenciada en Ciencias Políticas y máster en Relaciones Internacionales. Sin embargo, firma sin leer

Son reproches éticos, a la luz de principios de ejemplaridad y transparencia. No judiciales, respecto a los que solo cabe invocar el principio de igualdad ante la ley. Por supuesto. En eso sí tiene razón el fiscal Horrach cuando denuncia el riesgo de basar la reprobación de la esposa de Urdangarin en reproches éticos y no en conductas presuntamente delictivas. Aunque se refería al juez Castro, el ámbito ético nos motiva a quienes técnicamente no somos juez ni parte en el llamado caso Nóos.

Ya dirá el tribunal si la infanta Cristina fue cooperadora necesaria en un doble delito de fraude fiscal (año 2007 y año 2008), como sostiene el juez en su auto de procesamiento (apertura de juicio oral), o debe ser exculpada, como sostiene la defensa en su escrito de ayer, al no haber desbordado su papel de “mera o simple socia” de la sociedad Aizoon (caja registradora de los Urdangarin donde terminaba parte del dinero público distraído en actividades de dudosa justificación a través del instituto Nóos).

La infanta doña Cristina es una mujer de su tiempo, licenciada en Ciencias Políticas y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Nueva York. Sin embargo, ignora la titularidad de su propio domicilio, no se interesa por los negocios del marido, firma sin leer lo que este le pone delante, desconoce la actividad de la sociedad matrimonial en la que participa al 50% (Aizoon), nunca preguntó por el origen del dinero para pagar los gastos de la casa y los personales, con cargo a la dicha sociedad, como si fueran gastos de exploración y, por tanto, deducibles.

Como ya tengo escrito, prefiero no creérmelo, so pena de dejar a la infanta por demasiado lela y a sus abogados por demasiado listos. Es mejor dejarla por mentirosa. Sale ganando.

Desde lugares tan conspicuos como la Agencia Tributaria, el propio Gobierno, la Fiscalía y ciertos comunicadores, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino en el caso de la infanta Cristina. No han faltado los intentos. Ahora viene a modo de dosis de recuerdo el escrito de defensa, presentado ayer por sus letrados en trámite previo al paso de la hermana del Rey por el banquillo, por un doble delito fiscal. Señalarlo no forma parte de una conjura contra la Corona.

Caso Nóos Infanta Cristina Iñaki Urdangarin