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El PSOE no echará de menos a Zapatero
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Antonio Casado

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El PSOE no echará de menos a Zapatero

Ha pedido al señor Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado, una especie de excedencia temporal, donde no se sabe si lo van a echar de menos

Foto: El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. (EFE)
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. (EFE)

Con la marcha de Rodríguez Zapatero ya no queda ningún expresidente de Gobierno en el Consejo de Estado. José María Aznar y Felipe González también rechazaron en su día la idea de perpetuarse en un largo paso del coche oficial al coche fúnebre. El exlíder del PSOE sigue el ejemplo de sus antecesores. Sale por bambalinas del escenario político nacionalpara presidir a partir de septiembre el Consejo Asesor de Diplomacia Cultural (ICD), una fundación alemana sin ánimo de lucro dedicada a promover “la paz y el entendimiento de los pueblos”.

Es lo más parecido a aquella fallida Alianza de Civilizaciones que funcionó como un cohete de fuegos artificiales con la pólvora mojada. Ahora con despacho en Berlín, dedicación remunerada y ya sin aquella derecha furiosa y vociferante que se tomaba a broma el soft power, cosecha 2004, de aquel “Bambi” para unos y “presidente por accidente” para otros (el PP siempre cargó con una frustración mal curada por lo ocurrido en aquel domingo de urnas posterior a un jueves de sangre).

El sueldo será equivalente al asignado como expresidente en este alto órgano, del que es miembro nato como expresidente, unos 100.000 euros anuales

Zapatero ha pedido al señor Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado, una especie de excedencia temporal, donde no se sabe si lo van a echar de menos. El sueldo será equivalente al asignado como expresidente en este alto órgano consultivo, del que es miembro nato como expresidente: unos 100.000 euros anuales. Donde no lo van a echar de menos, con toda seguridad, es en el PSOE. No donde reina Pedro Sánchez, que lleva un año sin acusar recibo pero sintiendo los pellizcos de monja del expresidente.

Ya legitimado Sánchez en primarias y en un congreso federal, Zapatero iba diciendo a puerta cerrada que veía a Susana Díaz con el maillot amarillo, que Carmen Chacón jugaría un papel importante en el PSOE a escala nacional, que se consideraba traicionado por el revisionismo del recién llegado respecto a la concertada reforma del artículo 135 de la Constitución (equilibrio presupuestario), etc. Lo último tal vez haya sido su encuentro, acompañado de José Bono y no comunicado a la dirección de su partido, con el líder de Podemos, Pablo M. Iglesias, y el alineamiento con Tomás Gómez, el líder madrileño desahuciado por Ferraz.

La actitud de Zapatero tuvo dos principales damnificados: la ciudadanía y la marca PSOE

Todos esos pellizcos y otras patadas a los tobillos del nuevo secretario general se fueron haciendo imperceptibles mientras el nuevo líder se consolidaba como aspirante creíble a la Moncloa. En este punto tal decide Zapatero que lo mejor es la fuga y hacerlo saber mediante un comunicado. Más que nada, por no arriesgarse a que su marcha pasara tan inadvertida como su libro de memorias, El dilema, donde trata de blanquear su gestión en las convulsas jornadas de mayo de 2010. Ahora se entiende mejor aquel famoso “cueste lo que me cueste”. La causa electoral del PSOE quedó arruinada en las elecciones del 20 de noviembre de 2011. También se entiende mejor el “dilema” que da título al libro, subtitulado “600 días de vértigo”.

Ya sabemos cómo lo resolvió y cuál fue el coste. Por un lado, desplomarse en las elecciones que tuvo que anticipar de todos modos. Por otro, causar un daño de muy difícil reparación a la credibilidad de unas siglas centenarias. La actitud de Zapatero tuvo dos principales damnificados: la ciudadanía y la marca PSOE. Los ciudadanos ya le pasaron la correspondiente factura en las urnas. Al PSOE lo dejó para el desguace, aunque, tras una travesía del desierto de cinco años, parece que vuelve a entrar en el partido.

Con la marcha de Rodríguez Zapatero ya no queda ningún expresidente de Gobierno en el Consejo de Estado. José María Aznar y Felipe González también rechazaron en su día la idea de perpetuarse en un largo paso del coche oficial al coche fúnebre. El exlíder del PSOE sigue el ejemplo de sus antecesores. Sale por bambalinas del escenario político nacionalpara presidir a partir de septiembre el Consejo Asesor de Diplomacia Cultural (ICD), una fundación alemana sin ánimo de lucro dedicada a promover “la paz y el entendimiento de los pueblos”.

Consejo de Estado Tomás Gómez José Bono