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Los inmigrantes pueden ser la tumba de Mas
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Antonio Casado

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Los inmigrantes pueden ser la tumba de Mas

La campaña va a gravitar sobre los que se quedan en casa cuando los comicios son autonómicos y en generales votan a partidos de implantación estatal

Foto: Artur Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva en el mitin de apertura de la campaña electoral. (Reuters)
Artur Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva en el mitin de apertura de la campaña electoral. (Reuters)

El CIS anticipa un escenario indeseable. El peor de todos los imaginables en las urnas catalanas del 27-S. Las entrañas oficiales de la oca (Centro de Investigaciones Sociológicas) pregonan como algo verosímil la mayoría absoluta en escaños, no en voto popular, de las opciones partidarias de romper con España (suma de Junts pel sí y la Cup) y de hacerlo realmente mediante una declaración unilateral de independencia.

En “La belleza de los monstruos”, explica el profesor Ramírez Nárdiz que la esencia del populismo es decir a los ciudadanos lo que quieren oír aún a sabiendas de que no se puede cumplir. Es el catecismo de Artur Mas y quienes le acompañan en este absurdo viaje a ninguna parte, cuyo tramo final se iniciaría cuando el Parlament declarase abierto el proceso secesionista.

Moncloa ya ha corregido el tiro y ya no insiste en rebatir el carácter plebiscitario planteado por el independentismo

Sería una mera declamación, por falta de encaje en la legalidad. Por tanto, sin efectos prácticos. Excepto los partidarios de la independencia, venidos arriba después de haber confiscado la “Diada” del 11-S, nadie se cree en serio que una incipiente legitimidad de fabricación casera, inspirada en la real gana de los actuales gobernantes catalanes, pueda abrirse paso de la noche a la mañana en el democrático y consolidado orden jurídico del Estado. El mismo orden jurídico que da carta de naturaleza a la Generalitat, que es el conjunto de instituciones del autogobierno de Cataluña dentro de la Constitución Española.

Es importante llamar la atención sobre el impacto electoral de ese escepticismo entre los votantes no independentistas, quienes no se toman en serio la materialización del sueño soberanista ni la posibilidad de esa mayoría absoluta cantada por la encuesta del CIS. Son los mismos que se quedan en casa cuando los comicios son autonómicos y en generales votan a partidos de implantación estatal. Sobre ellos va a gravitar esta campaña.

El primer mensaje de esos partidos consiste en conseguir que dichos votantes, población inmigrante, ajenos al espejismo identitario y mayoritariamente ubicados en el área metropolitana de Barcelona, no se tomen a broma las intenciones del independentismo y la encuesta del CIS. Nada tan desmovilizador como insistir en que la convocatoria del 27-S es una más de carácter autónomico. De hecho, Moncloa ya ha corregido el tiro y ya no insiste en rebatir el carácter plebiscitario planteado por el independentismo. Tanto la candidatura situada más a la izquierda, Catalunya sí que es pot, como la situada más a la derecha, la del PP, confiesan de forma más o menos explícita que el objetivo de sus respectivas campañas consiste en movilizar a los votantes de la llamada “abstención diferencial” (los que votan en generales pero no en autonómicas).

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, se muestra inequívoco y contundente en este sentido. Ayer apeló a la “Cataluña del extrarradio” para “tumbar a Mas”. Por su parte, el candidato del PP, García Albiol, tiene claro que esa tal franja de votantes se esconde en la cuarta parte del electorado catalán. No hay independentistas entre los indecisos. Y éstos (el 26,1%, según el CIS) son suficientes para enterrar el “proceso” si los candidatos no independentistas (Iceta, Albiol, Arrimadas, Rabell) y los artistas invitados (Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias) consiguen que el día 27 salgan de su casa a votar en unas elecciones que, mal que nos pese, no son unas autonómicas como las demás.

El CIS anticipa un escenario indeseable. El peor de todos los imaginables en las urnas catalanas del 27-S. Las entrañas oficiales de la oca (Centro de Investigaciones Sociológicas) pregonan como algo verosímil la mayoría absoluta en escaños, no en voto popular, de las opciones partidarias de romper con España (suma de Junts pel sí y la Cup) y de hacerlo realmente mediante una declaración unilateral de independencia.

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