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A Artur Mas le va la marcha
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Antonio Casado

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A Artur Mas le va la marcha

El 'president' está desaforado. Seguramente por lo mismo que achaca a Linde: miedo a perder el sillón

Foto: Artur Mas, Raül Romeva y Oriol Junqueras. (EFE)
Artur Mas, Raül Romeva y Oriol Junqueras. (EFE)

El averiado líder del plan de ruptura con España, Artur Mas, malogró ayer un inesperado regalo electoral del gobernador del Banco de España. Alto y claro lo dijo Luis María Linde al calificar de “altamente improbable” el riesgo de “corralito” en Cataluña si se consumara el plan secesionista. Pero el president necesita la confrontación en la cuenta atrás del 27-S y prefiere seguir alimentándose de agravios imaginarios. Lo ve mucho más rentable desde el punto de vista electoral.

Asistí al animado desayuno de empresarios y periodistas con el gobernador. Doy mi palabra de que calificó de “futurible altamente improbable” el “corralito” en una Cataluña separada de España. Viene recogido en las referencias del acto, incluida la de nuestro periódico, pero en un segundo o tercer nivel de relevancia informativa.

La parte de la declaración encaramada a los titulares mediáticos fue la de que, por muy improbable que sea el escenario, “siempre es una posibilidad”. Nada tan obvio. Sin embargo, la traducción libre de lo obvio entró inmediatamente en campaña, sembró el pánico entre los candidatos secesionistas y puso a Artur Mas en modo “peineta”. No era para menos: “Linde avisa del riesgo de corralito si Cataluña se independiza”, “El Banco de España amenaza a Cataluña con un corralito”, “Linde advierte de que habría corralito con la secesión de Cataluña”, etc.

Esos titulares le cayeron encima al presidente de la Generalitat, cuando estaba de rueda de prensa junto a sus dos principales costaleros, Junqueras y Romeva. En vez de atenerse a la literalidad de las declaraciones de Linde, convencido de que es muy lejana la hipótesis del hipotético “corralito” catalán, entró al trapo y embistió con todo frente a lo que considera una campaña de intoxicaciones y estrategia del miedo.

Nunca se lo habían puesto tan fácil. Todo un gobernador del Banco de España que se desmarcaba del reciente comunicado de la banca contra el secesionismo (“No fui consultado”), aunque calificase sus advertencias de “obvias” y “sensatas”, le acababa de poner en bandeja un mensaje electoral casi de amigo. No quiso aprovecharlo. Al contrario. Se lo agradeció llamándole “inmoral”, “indecente” e “irresponsable”, por hacer pronunciamientos contra el secesionismo a fin de mantener el cargo.

Al president le va la marcha. Está desaforado. Seguramente por lo mismo que achaca a Linde: miedo a perder el sillón. Entre la euforia televisada del recibimiento “español” a los héroes de Lille y el escaso entusiasmo que entre las filas independentistas suscita su aspiración a repetir en la plaza de Sant Jaume, ha acabado de perder las formas en el tramo final de la campaña. Se ha cargado de faltas personales y en los últimos días no para de encajar triples. De los empresarios, de los banqueros, de los sindicatos, de los jerarcas de Bruselas, de la Casa Blanca…. Bueno, se acerca el fin de la pesadilla para él. Pero me temo que nos va a dejar algo parecido al caos, entre sus filas y las de enfrente.

El averiado líder del plan de ruptura con España, Artur Mas, malogró ayer un inesperado regalo electoral del gobernador del Banco de España. Alto y claro lo dijo Luis María Linde al calificar de “altamente improbable” el riesgo de “corralito” en Cataluña si se consumara el plan secesionista. Pero el president necesita la confrontación en la cuenta atrás del 27-S y prefiere seguir alimentándose de agravios imaginarios. Lo ve mucho más rentable desde el punto de vista electoral.

Artur Mas Luis María Linde