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Pedro Sánchez y la 'espiral de Neumann'
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Antonio Casado

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Pedro Sánchez y la 'espiral de Neumann'

El cara a cara con Mariano Rajoy del lunes que viene se presenta como la última bala del líder socialista en sus aspiraciones a La Moncloa (aparte de la banal disputa en las televisiones)

Foto: Pedro Sánchez en Logroño durante la campaña. (EFE)
Pedro Sánchez en Logroño durante la campaña. (EFE)

En El Confidencial la hemos llamado “la semana negra de Pedro Sánchez”. Empezó con su presunta derrota en el debate de los 'tres y medio' del lunes pasado y se cierra con el descenso del PSOE al cuarto lugar, según la encuesta DYM encargada por nuestro diario. Un estado de opinión publicada muy adverso y una común ofensiva de todos contra el candidato socialista fueron las últimas señales de sus horas bajas.

En Ferraz no se creen las encuestas. Es lógico, porque el PSOE no sale bien en la foto. Lo raro es que tampoco se las creen sus competidores. Si se las creyeran, no tendría sentido atacar al soldado Sánchez por tierra, mar y aire, justo cuando los sondeos electorales dejan de ser amables con él. Que lo ataque Rajoy es de obligado cumplimiento, después de reconocerle públicamente su condición de único rival en la pugna por La Moncloa. Pero que lo hagan sus competidores por la marca del 'cambio', Ciudadanos por la derecha y Podemos por la izquierda, sugiere desconfianza en el mensaje demoscópico. Y que ambos también estarían viendo al PSOE como la mejor alternativa al Gobierno del PP. Ergo, necesitan frenarle como sea.

El efecto 'conmiseración' de los emergentes Podemos y C's contra Sánchez está movilizando al votante socialista indeciso

Me cuenta un conocido especialista en prospectiva electoral que los tres bastonazos a la candidatura socialista -el demoscópico, el mediático y el político- se han empezado a reflejar en los famosos 'trackings' (una herramienta diaria para detectar los cambios de temperatura en el electorado), pero en contra de lo previsto por quienes compiten en las embestidas contra Pedro Sánchez. Los entendidos lo llaman efecto conmiseración. En este caso, estaría actuando como movilizador del clásico votante socialista con tendencia a quedarse en casa o votar a uno de los dos partidos emergentes, justo los que están compitiendo en el acoso al candidato socialista.

Al tiempo siguen publicándose encuestas marcadas por millones de votos que vuelan sin posarse. Con un 41,6% de indecisos entre quienes confiesan que irán a votar, según el CIS, así como el quinielismo de alianzas, es caldo de cerebro jugar al día después. Y para 'cocinar' la intención de los indecisos (“procesos de refinamiento y depuración”, según Metroscopia), cada chef tiene su particular método de conjugar 'intención directa' con ciertas variables. El del CIS -que son las entrañas oficiales de la oca-, presenta a un PSOE muy distanciado del PP (casi ocho puntos) y seguido muy de cerca (1,8 puntos) por Ciudadanos.

Atención al entrecomillado: “Obviamente, la aplicación de otros modelos a los mismos datos podría dar lugar a estimaciones diferentes”, se explica en nota adjunta del último barómetro del mencionado instituto oficial de sondeos, adscrito a la Presidencia del Gobierno. Puede ser una forma de explicar algo tan chocante como marcar una diferencia cocinada de ocho puntos del PP sobre el PSOE después de reflejar una victoria socialista en voto directo más simpatía (PSOE: 18,9%, PP:18,6%).

Ante el cara a cara de Sánchez y Rajoy del lunes que viene, en los pasillos del PP dicen que hasta ahora no ha habido debates sino “tertulias“

Ante el brusco descalabro socialista en casi todos los sondeos, los expertos, muchos de ellos perplejos por el tamaño de las caídas, andan a vueltas con la famosa 'espiral de Neumann', en alusión a la politóloga alemana que describió el silencio de los ciudadanos cuyas posiciones difieren de los estados de opinión dominantes. En términos electorales, se trataría de votantes que, encuadrados en ese 41,6% de indecisos, ocultan su intención de voto socialista porque está penalizada en los climas de opinión mayoritarios. Según Noelle Neumann ('La espiral del silencio', 1977), el individuo se acobarda al expresar opiniones que no se adaptan al vector social predominante. “Y si se trata del voto, el síntoma se potencia a medida que se aproxima el momento de la votación”, comenta un asesor del presidente del Gobierno.

Entretanto, el cara a cara con Mariano Rajoy del lunes que viene se presenta como la última bala del líder socialista en sus aspiraciones a La Moncloa (aparte de la banal disputa que se está jugando en las televisiones). Sánchez tiene más que ganar. Y Rajoy más que perder, porque es el que más tiene. El verdadero y decisivo debate, dicen tanto en Ferraz como en Génova. Un miembro del equipo electoral del PP sostiene que los que se han llevado a cabo hasta ahora entre los principales candidatos (uno a tres con silla vacía de Rajoy y otro a cuatro con la vicepresidenta del Gobierno) “no han sido debates sino tertulias”.

En El Confidencial la hemos llamado “la semana negra de Pedro Sánchez”. Empezó con su presunta derrota en el debate de los 'tres y medio' del lunes pasado y se cierra con el descenso del PSOE al cuarto lugar, según la encuesta DYM encargada por nuestro diario. Un estado de opinión publicada muy adverso y una común ofensiva de todos contra el candidato socialista fueron las últimas señales de sus horas bajas.

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