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Rajoy e Iglesias, juntos en el bloqueo al PSOE
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Antonio Casado

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Rajoy e Iglesias, juntos en el bloqueo al PSOE

Los socialistas ven cómo PP y Podemos ya cuentan con el fracaso de Sánchez y apuestan por elecciones. Rajoy lo acaba de reconocer ante un micrófono. E Iglesias pide lo imposible

Foto: Pablo Iglesias y Mariano Rajoy, en diciembre, en la Moncloa. (Reuters)
Pablo Iglesias y Mariano Rajoy, en diciembre, en la Moncloa. (Reuters)

Los tiburones del IBEX y el ex presidente del Gobierno, Felipe González, pinchan en hueso. El PP no tiene la menor intención de abstenerse en la investidura de Pedro Sánchez. Cuando Rajoy y su círculo de confianza lo han debatido, siempre han llegado a la misma conclusión. Si sus 122 diputados se abstuvieran para facilitar la formación de un Gobierno socialista, “el PP tendría que cerrar sus sedes, moriría como partido porque la militancia no lo aceptaría de ninguna de las maneras”.

Así lo dicen en Génova, donde tienen muy clara la decisión a la hora de elegir entre suicidio político y repetición de elecciones. Y así se lo sopló en Bruselas a David Cameron el presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy. Incluso con fecha fija: el 26 de junio.

Los cálculos del presidente descuentan el fracaso de Sánchez en las votaciones del 3 de marzo (mayoría absoluta) y del 5 de marzo (mayoría simple). La matemática no está de su parte. Entonces se abrirá otro escenario. La pelota volverá a los pies de Rajoy, pero con muy pocas posibilidades de jugarla. También chocará con una matemática adversa.

“Entonces las posibilidades de que el PSOE se abstenga serán las mismas que las que ahora tiene Sánchez de que se abstenga el PP”, me dice un dirigente del PP cuyo hilo argumental trato de seguir para hilvanar los elementos que apoyan la confidencia de su jefe de filas al primer ministro británico: “Lo más probable es que haya elecciones el 26 de junio”.

Moncloa y Génova no creen lo que pregonan. O sea, un Gobierno del PP apoyado en 253 diputados comprometidos con el orden constitucional

Uno de esos elementos es la insistencia de Rajoy en no someterse a la investidura si previamente no reúne los apoyos necesarios para salir airoso. Y otro es haber asumido que ni Ciudadanos ni PSOE están por la labor de echarle una mano. Lo cual nos lleva a concluir que Moncloa y Génova no creen lo que pregonan. O sea, un Gobierno del PP apoyado en los 253 diputados comprometidos con la unidad de España y el orden constitucional (PP, PSOE y Ciudadanos).

En ese Gobierno 'XXL' (así llamado en Ferraz), tampoco creen los socialistas. Siguen identificando al PP con “el inmovilismo y la corrupción”. Y no es que quieran aliarse con Podemos, aunque acepten la propuesta de Izquierda Unida de negociar “a cuatro” (PSOE, IU, Compromís y Podemos) ciertos puntos de afinidad programática. Ni hablar. Nunca para gobernar juntos. Pero resulta que la coalición PSOE-Podemos-IU es el innegociable supuesto de partida en los planes de Pablo M. Iglesias, cuya maliciosa lógica le lleva a mostrar su estupor porque “el futuro presidente no quiera reunirse ni pasear con su vicepresidente” (sic).

Aunque aún guarden las apariencias y no den nada por perdido, los socialistas ven al paso de los días como PP y Podemos ya cuentan con el fracaso de Sánchez y apuestan por las elecciones. Rajoy lo acaba de reconocer ante un micrófono chivato. E Iglesias pide lo imposible a Sánchez para acusarle luego de negarse a negociar. En sus ritos de apareamiento (puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, como cantaba la Lupe), se percibe el deseo de volver a las urnas.

Vídeo: Rajoy a Cameron: "Lo más probable es que tengamos nuevas elecciones el 26 de junio”.

Un modo de encubrir los problemas internos de Podemos (sufre de fracturas en al menos cuatro territorios) y trabajarse el famoso 'sorpasso' hurgando en las heridas del PSOE. Así que empuja a los socialistas hacia la derecha insinuando que a Sánchez le tira el “búnker”, mientras que el PP los empuja hacia el radicalismo insinuando que a Sánchez le tira el Frente Popular.

Es la tenaza cuya denuncia va entrando en el discurso socialista a medida que se va cantando su fracaso en la sesión de investidura, pues tanto el PP como Podemos utilizarán su poder de bloqueo para ir a unas nuevas elecciones generales.

Pero respetemos los tiempos y la liturgia constitucional. Nada está escrito y, al menos, hay que reconocer los esfuerzos de Sánchez por su firme compromiso con la gobernabilidad. Y también el papel mediador de Albert Rivera (Ciudadanos) digno de tan buena causa, a la que intentará incorporar al PP la semana que viene.

Si, como todo parece indicar, a Sánchez no le dan los números en los primeros días de marzo, queda confiar en que los intereses generales impidan que se prolongue el vacío de poder mientras el lobo enseña las orejas: recuperación económica muy vulnerable, miedo a una nueva recesión, brote sedicioso en Cataluña, vientos de 'guerra fría' en el mundo, crisis de los refugiados, el problema británico de la UE.

Y así sucesivamente, mientras aquí seguimos hablando en condicional.

Los tiburones del IBEX y el ex presidente del Gobierno, Felipe González, pinchan en hueso. El PP no tiene la menor intención de abstenerse en la investidura de Pedro Sánchez. Cuando Rajoy y su círculo de confianza lo han debatido, siempre han llegado a la misma conclusión. Si sus 122 diputados se abstuvieran para facilitar la formación de un Gobierno socialista, “el PP tendría que cerrar sus sedes, moriría como partido porque la militancia no lo aceptaría de ninguna de las maneras”.

Mariano Rajoy Ciudadanos