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El marianismo goza de buena salud
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Antonio Casado

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El marianismo goza de buena salud

¿Alguien me quiere explicar dónde ve al Rajoy derrotado por el inmovilismo y la corrupción que, en consecuencia, debería irse?

Foto: El jefe del Ejecutivo en funciones y presidente del PP, Mariano Rajoy. (EFE)
El jefe del Ejecutivo en funciones y presidente del PP, Mariano Rajoy. (EFE)

Me lo comenta un dirigente socialista en la reserva: “Si en política siempre le fue bien así, ¿por qué iba a cambiar ahora?”. Sentido común. Se refiere al presidente del Gobierno en funciones, líder del PP y firme candidato de su partido en las elecciones del 26 de junio, con todas las papeletas para mejorar su facturación. Sin embargo, vuelve a sonar el “Mariano, vete ya” cuando el equipo juega en casa.

Voces acompasadas de fácil localización en los palcos de ciertas empresas del Ibex, la derecha ilustrada y el 'tea party del PP'. De cuando en cuando reactivan sus terminales periodísticas para documentar la insinuación de que, esta vez sí, el marianismo tiene los días contados porque las exigencias de cambio en el mundo del centro derecha ya viven en la calle Génova y han llegado al Consejo de Ministros. Disparos al agua. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Los cuatro jinetes del apocalipsis son espoleados a derecha e izquierda contra Rajoy: corrupción, inmovilismo, aislamiento y fatiga de materiales. Los dos primeros cursan como principales elementos de prueba.

Fue claro ganador en las el elecciones del 20-D, aunque su soledad política no le ha permitido gobernar en un escenario tan fragmentado

Los casos recientes del ministro Soria y el alcalde Torres Hurtado, ambos ya fuera de la circulación política, ni quitan ni ponen gravedad a la pesadísima mochila de escándalos que arrastra el PP (Granados, Rato, Bárcenas, Matas, Fabra). Pero nadie podrá negar que, a la hora de asumir responsabilidades sin estar judicialmente acusado de nada, un ministro de Rajoy acaba de predicar con el ejemplo. Ni al secretario de Organización del partido, Martínez Maíllo, que, frente a la resistencia inicial de Torres Hurtado, supo enseñarle la puerta de salida.

En la lucha contra la inmoralidad en la vida pública, sería injusto ignorar el eficaz funcionamiento de los resortes institucionales durante los últimos años. Con iniciativas de los dos gobiernos, el socialista y el del PP, que han resultado decisivas. Pero en este país tendemos a personalizar la causa y la solución de cualquier problema. Como si la clave la tuviera Rajoy, de modo que todo se arreglaría con su salida de la escena política.

Pues no. La clave la tienen la Policía, la Guardia Civil, la Fiscalía y los jueces, que son los guardianes de la ley frente a los tramposos. Y la clave de un eventual mutis político de Rajoy la tienen él mismo y su partido. Ni lo uno ni lo otro nos ponen en la pista de un dirigente acorralado y tambaleante, aunque la especie encaje bien en el hilo argumental de que el inmovilismo y la corrupción solo traerán desgracias al PP (¿más todavía, y a pesar de eso sigue ganando las elecciones?) si su líder no se hace a un lado para permitir el blanqueo, el rejuvenecimiento y el impulso político del partido.

“Si no sabes dónde ir, es mejor quedarte donde estás”, le oí decir en cierta ocasión. Marianismo puro y duro que, como ustedes pueden ver, goza de buena salud

De momento, fue claro ganador en las elecciones del 20-D, aunque su soledad política no le ha permitido gobernar en un escenario tan fragmentado. Pero también es cierto que, por muy bien acompañados que estuvieran, los otros partidos han sido incapaces de superar el reto de la gobernabilidad.

Los palos de ciego de sus adversarios y el miedo a alternativas extravagantes no han hecho más que movilizar a los votantes del PP y reforzar su índice de fidelidad, según dicen los sondeos, mientras cunde el desistimiento en las filas de la izquierda y los expertos otorgan a la derecha los beneficios del 'voto útil' en las elecciones de junio.

¿Alguien me quiere explicar dónde ven al Rajoy derrotado por el inmovilismo y la corrupción que, en consecuencia, debería irse? Señores, no nos hagamos trampas en el solitario. Repetir las elecciones ha sido un fracaso de la clase política en general, con efectos muy rentables para el PP en particular.

Inmovilizado por Sánchez (nada podía hacer el PP sin el PSOE), el único que se quedó quieto fue Rajoy. Y no le ha ido mal. “Si no sabes dónde ir, es mejor quedarte donde estás”, le oí decir en cierta ocasión. Marianismo puro y duro que, como ustedes pueden ver, goza de buena salud.

Me lo comenta un dirigente socialista en la reserva: “Si en política siempre le fue bien así, ¿por qué iba a cambiar ahora?”. Sentido común. Se refiere al presidente del Gobierno en funciones, líder del PP y firme candidato de su partido en las elecciones del 26 de junio, con todas las papeletas para mejorar su facturación. Sin embargo, vuelve a sonar el “Mariano, vete ya” cuando el equipo juega en casa.

Mariano Rajoy José Torres Hurtado José Manuel Soria