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El herético "no es no" de Sánchez a Rajoy
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Antonio Casado

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El herético "no es no" de Sánchez a Rajoy

El no de Iglesias a Sánchez en nombre del cambio sin Rajoy es como el no de Sánchez a Rajoy en nombre de la estabilidad sin Iglesias

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Los tres principales candidatos a las elecciones del 26 de junio tienen problemas de liderazgo interno. Por ellos volvemos a las andadas. Descarto el peso de los intereses generales en el ánimo de Rajoy, Sánchez e Iglesias como causante del nuevo paso por las urnas. Los tres nos engañaron con su farisaico rechazo a la repetición electoral. A los tres les viene bien escapar al escrutinio de sus respectivas militancias por su comportamiento de esos cuatro meses.

Así que mismos programas, mismos discursos, mismos lugares comunes y mismos candidatos. León Felipe, en la memoria: “No cansa una vuelta sola, cansa el estar todo el día, y día tras día, dando vueltas a la noria”. Repetimos: el no de Iglesias a Sánchez en nombre del cambio sin Rajoy es como el no de Sánchez a Rajoy en nombre de la estabilidad sin Iglesias.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, no se apea. Ayer claveteó en la radio su apuesta por la gran coalición con el PSOE, a imagen y semejanza de lo que se lleva en Europa. Tiro al agua. El candidato socialista, Pedro Sánchez, lo descarta “absolutamente”, según dice en actualizada versión del “no es no” de la pasada campaña.

El “no es no” de Sánchez, innecesario en una dinámica política tan abierta como la nuestra, aparece ante los votantes como un por-siempre-jamás-amén

Se entiende el razonamiento de Ferraz. Amontonarse en un Gobierno con el PP dejaría a España sin alternativa creíble o, pintado con trazos más sombríos, convertiría a Podemos en alternativa tóxica. Además, es doctrina del comité federal que Rajoy y el PP suponen “una amenaza para la estabilidad del país”. Pero en la misma entrega (resolución del 28 de diciembre) se dice que “fomentaremos el diálogo frente a las imposiciones de unos y otros” y que en las decisiones del PSOE “siempre primará el interés general de la sociedad española”.

El “no es no” de Sánchez, absolutamente innecesario en una dinámica política tan abierta como la nuestra, está deshabitado de matices y aparece ante los votantes como un por-siempre-jamás-amén. Con expreso rechazo al mero hecho de dialogar en nombre de un interés superior, tras el fallido intento de gobernar por la parte izquierda del arco político surgido de las urnas. Ese no irrevocable de salida, que ignora otras razones porque “no es no”, sin pararse a precisar que el entendimiento no exige el sentarse juntos en el Consejo de Ministros, es el que me parece un desafío herético a una lógica tan reñida con el “nunca jamás” como con el “hasta que la muerte nos separe”, que vive en los grandes silos de la memoria colectiva.

La innegociable aversión del PSOE a tratar con el PP es un desprecio a los votantes de este partido, aunque se diga lo contrario cuando se verbaliza el “no es no”

Pero hay más. En el fondo, la innegociable aversión del PSOE a tratar con el PP es un desprecio a los votantes de este partido, aunque se diga lo contrario cuando se verbaliza el “no es no”. Es como reprocharles su falta de lucidez -la que a Sánchez y a su equipo les sobra- por no percatarse de estar apoyando a un partido corrupto cuyas políticas “han enriquecido a unos pocos y han empobrecido a la mayoría de los españoles”.

Eso también sale en el discurso electoral de Ciudadanos. Pero con una diferencia. Albert Rivera siempre se preocupa muy mucho de distinguir entre Mariano Rajoy y los dirigentes de nueva ola, a los que hace continuas incitaciones a protagonizar la verdadera regeneración del PP. Sánchez no matiza tanto. Como si el bien común, los imperativos de coyuntura, el salvavidas del mal menor, tuvieran que estar obligatoriamente supeditados a la consigna del “no es no” pase lo que pase.

Los tres principales candidatos a las elecciones del 26 de junio tienen problemas de liderazgo interno. Por ellos volvemos a las andadas. Descarto el peso de los intereses generales en el ánimo de Rajoy, Sánchez e Iglesias como causante del nuevo paso por las urnas. Los tres nos engañaron con su farisaico rechazo a la repetición electoral. A los tres les viene bien escapar al escrutinio de sus respectivas militancias por su comportamiento de esos cuatro meses.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez