Es noticia
El Estado llama a las puertas de Ferraz
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

El Estado llama a las puertas de Ferraz

El PSOE no podría justificar la entrada en un Gobierno presidido por Rajoy, pero estaría sobrado de argumentos para justificar la neutralidad por responsabilidad de Estado

Foto: Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. (Reuters)
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. (Reuters)

Pedro Sánchez tiene la clave de la gobernabilidad. No es el único pero es el más obligado a favorecerla, en nombre de los intereses generales. Aún es pronto para pasar del obstruccionismo a la cooperación. O, al menos, a la neutralidad, llegado el caso. Y llegará cuando, debido a la soledad política del PP -nadie quiere ser su socio-, a Rajoy se le cierre el camino hacia la investidura y se haga irremediable que la normalización institucional del país depende de los 85 diputados socialistas.

Queda tiempo para modificar las condiciones del bloqueo, las mismas que en las urnas del 20-D, aunque ahora sin alternativa posible a un Gobierno del PP. Estamos en los primeros tanteos, quizás a partir de hoy mismo, con la llamada de Rajoy a los jefes de filas de las principales fuerzas políticas.

Tanteos y nada más. El presidente del Gobierno en funciones toma la iniciativa, esta vez sí, en línea con la exigencia del líder del principal partido de la oposición. Acudirá a la llamada de Moncloa “por cortesía”, pero no moverá ficha. Se limitará a sugerir el acercamiento del PP a sus afines. Y luego escuchará al comité federal de su partido, convocado para el sábado 9 de julio. Es lógico, tratándose como se trata del órgano de dirección que “determina la política de alianzas”.

Absténganse quienes esperan que la reunión sirva para limitar la capacidad de maniobra de Sánchez en sus tratos con Rajoy y el resto de partidos porque el cantable ya está escrito en la famosa resolución del 28 de diciembre, y a él se seguirá ateniendo el secretario general. Salvo previsibles matizaciones en la doctrina oficial. La recordamos: encabezar un Gobierno del cambio y, si no es posible (no lo fue entonces ni lo va a ser ahora con números peores y puentes rotos entre Podemos y PSOE), votar en contra de la investidura de Rajoy.

Los números y la política condenan a Sánchez a elegir: gobernabilidad o nuevas elecciones. ¿Alguien tiene dudas sobre cómo resolvería el dilema?

El “no es no” al PP, “ni por activa ni por pasiva”, que el equipo de Sánchez reincorpora a su discurso ante una orografía electoral y un escenario político notoriamente diferentes a los del 20-D (PP crecido, PSOE en pérdida, Podemos descalabrado y Ciudadanos irrelevante) se mantendrá solo si Rajoy se busca la vida al margen del PSOE. Es imposible. Los números y la política condenan a Sánchez a elegir: gobernabilidad o nuevas elecciones. ¿Alguien tiene dudas sobre cómo resolvería el dilema?

En este punto, recordemos también lo que aquella resolución del comité federal dice en materia de pactos: “El Partido Socialista estará, una vez más, a la altura de las circunstancias y asumiendo su responsabilidad. En las decisiones y el comportamiento del PSOE primará siempre el interés general de la sociedad española”, por encima de “intereses partidarios y personales”.

Todo lo cual nos pone en la pista de que, antes o después, en el probablemente largo y penoso camino que hemos de recorrer antes de llegar al penalti decisivo, el PSOE está abocado a transitar del obstruccionismo a la cooperación.

Cooperación no es alineamiento. El PSOE no podría justificar la entrada en un Gobierno presidido por Rajoy, tal y como este sigue defendiendo. Supondría dejar al sistema sin alternativa creíble, regalar el papel de oposición a Podemos y echarse encima a militantes y votantes socialistas. Sin embargo, estaría sobrado de argumentos para justificar la neutralidad (pactada, por supuesto), por responsabilidad de Estado, en nombre del interés general y como razón ultima frente a la odiosa hipótesis de volver a las urnas.

Pedro Sánchez tiene la clave de la gobernabilidad. No es el único pero es el más obligado a favorecerla, en nombre de los intereses generales. Aún es pronto para pasar del obstruccionismo a la cooperación. O, al menos, a la neutralidad, llegado el caso. Y llegará cuando, debido a la soledad política del PP -nadie quiere ser su socio-, a Rajoy se le cierre el camino hacia la investidura y se haga irremediable que la normalización institucional del país depende de los 85 diputados socialistas.

Pedro Sánchez