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Derecha sindicada, izquierda dividida
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Antonio Casado

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Derecha sindicada, izquierda dividida

Esos dos trazos adelantan el perfil de la legislatura venidera, si no acaba resultando fallida como la anterior

Foto: Constitución de las Cortes Generales de la XI Legislatura. (EFE)
Constitución de las Cortes Generales de la XI Legislatura. (EFE)

Con la trabajadísima constitución de la Mesa del Congreso, esta misma mañana arranca la XII Legislatura constitucional (XIII del tiempo democrático), a expensas de la aún incierta formación de Gobierno. Al menos ya vemos una señal de sano funcionamiento del Estado, aunque no se compadezca con los nubarrones de la gobernabilidad. Esperemos que las reservas de sentido común que nuestra clase política guarda celosamente salgan cuanto antes del armario.

Escribo esta columna sin conocer el desenlace de los tratos entre partidos para poner nombres a los nueve puestos de la Mesa, ya repartidos, que en la tarde de ayer pusieron los móviles al rojo vivo. Pero estoy en condiciones de elevar a definitiva una resultante de dichas negociaciones: derecha sindicada e izquierda dividida. Esos dos trazos adelantan el perfil de la legislatura venidera, si no acaba resultando tan fallida como la anterior (no lo creo).

En cuanto al segundo (división de la izquierda), no es muy distinto de lo ocurrido en la constitución del Congreso anterior, cuando Podemos decidió competir con un candidato propio (candidata, Carolina Bescansa), frente al del PSOE. La diferencia es que entonces no se dio el primer vector (derecha sindicada) porque Ciudadanos decidió alistarse en el eje del 'cambio' y votó con los socialistas la candidatura triunfante de Patxi López.

Nace hoy una Mesa del Congreso controlada por la derecha. Eso sí, sin la nociva sombra de la mayoría absoluta que caracterizó al anterior Gobierno Rajoy

La matemática y la política colocan ahora a Ciudadanos, por afinidad ideológica y aversión a una interinidad prolongada, junto al PP, dejando dividida y enfrentada a la izquierda. Pero ahora el enfrentamiento y la desconfianza entre PSOE y Podemos se ha multiplicado. Se vio ayer en el extravagante intento de Pablo Manuel Iglesias de aplicar a la constitución del Congreso un pacto 'a la tramontana' que también quisiera una minoría de barones socialistas.

Aunque hasta primera hora de la noche se especuló con la posibilidad de que el PSOE pudiera entrar al juego de apoyar la candidatura de Domènech (versión catalana de Podemos), Sánchez siempre tuvo claro que los diputados socialistas solo pondrían el nombre de Patxi López en sus papeletas de voto para elegir al titular de la presidencia del Congreso, que es lo que va a ocurrir esta mañana, a sabiendas de que ganará la candidatura de Ana Pastor, apoyada en segunda votación (mayoría simple) por los votos sumados del PP y Ciudadanos.

Por tanto, nace hoy una Mesa del Congreso controlada por la derecha: cinco puestos frente a cuatro. Eso sí, sin la nociva sombra de la mayoría absoluta que caracterizó al Gobierno Rajoy en el periodo 2011-2015. Es lo que hemos ganado. El Congreso de los Diputados constituido ayer ya no será una dependencia del Ejecutivo, aunque la nueva presidenta, Ana Pastor (PP), tenga la última palabra en la organización de los debates, la elaboración del orden del día, formación de grupos parlamentarios, etc., en presunta complicidad con el partido que muy probablemente acabe formando Gobierno. Pero ese nuevo Ejecutivo ya no podrá hacer de su capa un sayo. Lo impide la fragmentación del espectro político, que es la condición necesaria del pacto entre diferentes. En nombre del interés general.

Cada día tiene su afán. Es el turno de Rajoy, que tiene el derecho y el deber de formar Gobierno. Y también la hora de Sánchez. Ha de comprender que el Estado está llamando a las puertas de Ferraz.

Con la trabajadísima constitución de la Mesa del Congreso, esta misma mañana arranca la XII Legislatura constitucional (XIII del tiempo democrático), a expensas de la aún incierta formación de Gobierno. Al menos ya vemos una señal de sano funcionamiento del Estado, aunque no se compadezca con los nubarrones de la gobernabilidad. Esperemos que las reservas de sentido común que nuestra clase política guarda celosamente salgan cuanto antes del armario.

Ana Pastor Ciudadanos