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Recepción en Palacio: se palpó el fin de la Legislatura tonta bis
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Antonio Casado

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Recepción en Palacio: se palpó el fin de la Legislatura tonta bis

Javier Fernández repitió el comentario que viene haciendo desde que se hizo cargo de la dirección provisional del PSOE: “Me están entendiendo mejor los de fuera que los de dentro”

Foto: El rey Felipe VI saluda al presidente de Asturias y presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández (3i),  durante la tradicional recepción. (EFE)
El rey Felipe VI saluda al presidente de Asturias y presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández (3i), durante la tradicional recepción. (EFE)

Javier Fernández, el hombre que con sus declaraciones cargadas de sentido común ha aportado altas dosis de sosiego a una opinión pública sedienta de normalidad política, fue el menos sosegado durante la recepción en el Palacio Real. Después de subir las escaleras de Sabatini, hacia del salón de los Alabarderos, solo quería abreviar el trámite del saludo a los Reyes para salir de allí cuanto antes.

Sobrelleva como puede la carga que pusieron a sus espaldas a la luz del vigente mandato del comité federal. El que apuesta por el no a Rajoy pero también advierte de que “el PSOE actuará en coherencia con sus valores, con lealtad a los españoles y anteponiendo siempre el interés de España a cualquier otro objetivo”.

En esa antesala del besamanos, donde las primeras figuras del Estado esperaban libres de periodistas, repitió el comentario que viene haciendo desde que asumió la dirección provisional del PSOE: “Tengo la sensación de que me están entendiendo mejor los de fuera que los de dentro” (esas “sinuosas fronteras interiores” de las que hablaba Azaña).

Y ya no lo volvimos a ver en el posterior amontonamiento de invitados a la recepción de una Fiesta Nacional, donde se forman los clásicos corrillos de periodistas y políticos. Este año, con tema único: el cantado cambio de la posición socialista respecto a la investidura de Rajoy. Del “no es no” a la neutralidad pactada, como única forma de evitar las terceras elecciones, letales para España y letales para un PSOE que tendría que acudir a las urnas partido en dos.

Foto: Reunión de la comisión gestora del PSOE en la sede del partdo. (EFE) Opinión

Aunque todas las conversaciones desprendían una sensación de alivio, como si ya no estuviera el armario en medio del pasillo, el presidente de la comisión gestora llevaba la procesión por dentro y por fuera. Rostro preocupado porque el fantasma de la fractura del partido envenena sus sueños, como España envenenaba los de Luis Cernuda en el destierro.

Así que recurrimos a la andaluza Susana Díaz y al castellano-manchego García-Page. Confirmaron la voluntad de arropamiento a Javier Fernández que comparten los barones regionales con mando en plaza. De hecho, todos se agruparon tras él en el desfile ante don Felipe y doña Sofía para el tradicional saludo a los Reyes. Díaz y García-Page, los más expresivos ante los informadores, respaldaron las tesis ya expuestas públicamente por el asturiano, aunque ninguno quiso descartar el riesgo de que algunos diputados socialistas rompan la disciplina de voto en la investidura de Rajoy. La lideresa andaluza comentó que del comité federal saldrá la posición oficial del PSOE como un mandato vinculante. “Pero también alguien puede romper la disciplina de voto”, dice. En ningún caso habrá libertad de voto, ni reparto previo entre “noes” y “abstención”.

Foto: Javier Fernández y Susana Díaz conversan con el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, este 12 de octubre durante el desfile militar, en Madrid. (EFE)

En el corrillo del presidente del Gobierno en funciones, el alivio por las balsámicas declaraciones públicas de Fernández también estuvo matizado por el riesgo de una fractura en la reunión del comité federal del domingo 23 de octubre. “Esa es la fecha realmente importante”, nos decía Rajoy como su manera de frenar las quinielas sobre la votación en el Congreso. Tiene razón. La fumata blanca de la gobernabilidad depende de lo que allí ocurra. “Hasta entonces, lo mejor que puedo hacer es callar”, dijo, no sin antes reconocer que con Javier Fernández, al menos, se ha roto el hielo y el diálogo ya es fluido.

De eso se habló en la recepción de la Fiesta Nacional, que este año cursó entre paraguas, selfies y una sensación de alivio por ver ya muy cerca el definitivo cierre a una Legislatura tonta bis. Ni media palabra sobre las ausencias de Puigdemont e Iglesias, tras su madrileño encuentro del lunes. Nadie echó de menos a quien se coloca fuera de la ley y a quien reduce el Estado al patriotismo de canapé de líderes políticos y empresarios del Ibex. Ambos ven la jornada del 12 de octubre como la indeseable exaltación de un genocidio endosable a la “hispanidad”, de la que reniegan. Y ambos consideran políticamente incorrecto sentirse español y decirlo. Qué pereza.

Javier Fernández, el hombre que con sus declaraciones cargadas de sentido común ha aportado altas dosis de sosiego a una opinión pública sedienta de normalidad política, fue el menos sosegado durante la recepción en el Palacio Real. Después de subir las escaleras de Sabatini, hacia del salón de los Alabarderos, solo quería abreviar el trámite del saludo a los Reyes para salir de allí cuanto antes.

Barones del PSOE