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El Rey pone fin al año tonto de la política española
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Antonio Casado

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El Rey pone fin al año tonto de la política española

Algunos dirigentes sufren un ataque de contrariedad por el desbloqueo derivado de la nueva posición socialista

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Consumado el 'susanazo' del 1 de octubre, el desbloqueo se cocinó de aquella manera hace 48 horas en el comité federal del PSOE. Ahora ya se puede decir que el año tonto de la política española tiene fecha de caducidad. La del sábado 29. O el domingo 30, a más tardar.

Se corresponde con las vísperas de Halloween, el cambio de la hora oficial y la segunda votación de la sesión de investidura, en la que Mariano Rajoy obtendrá por mayoría simple la confianza de la Cámara para formar Gobierno.

La secuencia comienza hoy a mediodía, con el consabido encargo del Rey al candidato del PP. El último de los 15 jefes de fila en pasar por el Palacio de la Zarzuela. Así termina la quinta ronda de consultas que Felipe VI necesitó llevar a cabo a lo largo de 10 meses, antes de que pudiera hablarse con fundamento de un inminente retorno a la normalidad. Gracias a un tardío vendaval de sentido común con daños colaterales en la causa del PSOE ante una España enferma de inestabilidad.

Algunos dirigentes sufren un ataque de contrariedad por el desbloqueo derivado de la nueva posición socialista. A los de Unidos Podemos, por ejemplo, les hubiera gustado pasar de nuevo por las urnas para desbordar a un PSOE débil y casi irrelevante. Iglesias califica de “rendición al PP” y Garzón de “traición histórica” la neutralidad decidida por los socialistas. Sin embargo, no se han visto las caras largas de las cuatro rondas anteriores.

Los desafíos son de tal calibre que la necesidad de conjurarlos convierte en asuntos de menor cuantía el escrutinio judicial a los casos de corrupción del PP

La gran mayoría de los 15 representantes de fuerzas políticas con representación parlamentaria han pasado por Zarzuela con los hombros más ligeros, a sabiendas de que ya no hay armarios en medio del pasillo. Así, la figura afable de Ana Oramas (Coalición Canaria) ha podido hacer la frase del día mientras posaba para los fotógrafos en su encuentro de ayer con el Rey: “Majestad, hoy ya podemos reírnos más”.

Dicho sea por recuperar el normal funcionamiento de las instituciones y dejar atrás la interinidad como fuente de males. Pero no porque eso garantice un periodo de calma chicha. Bien al contrario, nos adentramos en una época políticamente inestable, porque se dan las condiciones. Un Gobierno monocolor del PP acostumbrado a hacer de su capa un sayo que ha de enfrentarse en minoría a una mayoría parlamentaria hostil. Un PSOE dividido que aún no ha fijado los límites de su patriótica aportación a la gobernabilidad. Un Podemos que bracea furioso —¿a la calle o a las instituciones?— en su desordenado intento de volver a meterse en el partido. Un Ciudadanos que advierte públicamente de que su asociación con el PP está basada en la desconfianza. Y, en fin, un nacionalismo catalán reñido con la democracia, la historia, el derecho nacional y el derecho internacional, que no se apea del sueño secesionista.

Unamos a todo eso los graves desperfectos que el vacío de poder ya ha producido sobre la convivencia de los españoles, la salud de la economía o la imagen internacional de nuestro país. Así se entenderá que los desafíos son de tal calibre que la necesidad de conjurarlos convierte en asuntos de menor cuantía el escrutinio judicial a los escándalos de corrupción asociados al partido ganador de las elecciones, la guerra fratricida en el PSOE y los fogonazos del 'procesismo' catalán.

Consumado el 'susanazo' del 1 de octubre, el desbloqueo se cocinó de aquella manera hace 48 horas en el comité federal del PSOE. Ahora ya se puede decir que el año tonto de la política española tiene fecha de caducidad. La del sábado 29. O el domingo 30, a más tardar.

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