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La muerte de Rita: "Qué buen día para dejar la política"
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Antonio Casado

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La muerte de Rita: "Qué buen día para dejar la política"

La puñalada del propio duele más porque usa el abrazo como señuelo. Se entiende la amargura con la que ayer por la mañana la hermana de Rajoy se dirigió al presidente

Foto: El Congreso de los Diputados guarda un minuto de silencio en memoria de la exalcaldesa de Valencia y senadora, Rita Barberá. (EFE)
El Congreso de los Diputados guarda un minuto de silencio en memoria de la exalcaldesa de Valencia y senadora, Rita Barberá. (EFE)

Ayer vimos la cara más cruel de la política. Y la más inhumana. Donde se retratan los daños colaterales de la lucha por el poder. Hasta la aniquilación física y psíquica del individuo si lo reclama el bien del partido.

La pasión y muerte de Rita Barberá tiene su origen en su renuncia a la militancia, a mediados de septiembre, “porque así me lo ha pedido el partido”. Sin dejar su escaño en el Senado, para que de una eventual dimisión no se dedujera presunción de culpabilidad, según explicó ella misma en una nota pública.

Fue el resultado de las presiones recibidas de unos dirigentes del PP, cuando se supo que el Tribunal Supremo había decidido investigarla por blanqueo de capitales. El supuesto era de 1.000 euros aportados en blanco y devueltos en negro (dinero de dudosa procedencia), con los que ella y otros 49 militantes contribuían a los gastos electorales del PP valenciano.

Un escándalo de menor cuantía si lo comparamos con numerosos casos de corrupción vinculados al PP, incluidos los de la región valenciana, pero mala práctica al fin. Y conviene recordar que no fue provocado por un enemigo político dispuesto a llevar el caso en el Juzgado de Guardia.

Foto: Fotografía de archivo de la senadora y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá. (EFE) Opinión
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La situación de acoso político y mediático sufrido por Barberá fue consecuencia de denuncias originadas en el seno de su partido. Y sobre ellas se abrió un proceso indagatorio a cargo de la Guardia Civil y la Fiscalía Anticorrupción, según los que “el PP de Valencia operaba como una organización criminal”.

Nadie se ha preguntado si la muerte por infarto de Rita Barbera es una consecuencia del arrinconamiento político y personal sufrido durante su 'annus horribilis'. Todos hemos dado por hecho que los dos sucesos, el aislamiento y la muerte, forman parte de la misma secuencia. Con más motivo al saber que se estaba medicando por la depresión derivada de su caída en desgracia.

Pero así como el arrinconamiento respondía a la voluntad de terceros, la muerte no ha sido voluntaria. Suficiente para reactivar los resortes morales de nuestra estirpe judeocristiana. Con la exalcaldesa de cuerpo presente, se han desencadenado los consabidos procesos de inculpación por ver quién puso más en la subida de Rita al Gólgota que propios y ajenos le tenían reservado desde que la pillaron copiando.

Con la exalcaldesa de cuerpo presente, se han desencadenado los procesos de inculpación por ver quién puso más en la subida de Rita al Gólgota

La puñalada del propio duele más porque usa el abrazo como señuelo. Es un tardío descubrimiento de sus hermanas, Asunción y María José. Se entiende su negativa a compartir el funeral de esta tarde con las representaciones oficiales y los compañeros políticos que dieron sentido a los 30 últimos años de la vida de Rita Barberá. Y se entiende aún mejor la amargura con la que ayer por la mañana la hermana de Rajoy se dirigió al presidente: “Qué buen día para dejar la política”.

Anoche nada estaba confirmado, pero me permito anticipar la asistencia del presidente del Gobierno a los funerales en el tanatorio del cementerio municipal de Valencia. Allí estará acompañado por la presidenta de las Cortes, Ana Pastor, y la ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, en su calidad de secretaria general del PP, así como por numerosos compañeros del partido que en vida fue la verdadera familia de la exalcaldesa de Valencia. Esa herida se la lleva a la tumba.

Ayer vimos la cara más cruel de la política. Y la más inhumana. Donde se retratan los daños colaterales de la lucha por el poder. Hasta la aniquilación física y psíquica del individuo si lo reclama el bien del partido.