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Pacto vasco: freno al secesionismo y alivio para el PSOE
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Antonio Casado

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Pacto vasco: freno al secesionismo y alivio para el PSOE

La filosofía del pacto de coalición PNV-PSE ofrece un modelo de integración apacible en el orden vigente. Por la misma razón, los socialistas se cubren ante posibles reproches

Foto: Íñigo Urkullu es felicitado por la secretaria general de los socialistas vascos. (EFE)
Íñigo Urkullu es felicitado por la secretaria general de los socialistas vascos. (EFE)

Iñigo Urkullu, nacionalista donde los haya, va a repetir en Ajuria Enea gracias a un pacto con los socialistas de toda la vida, y no con sus compatriotas de Bildu, para seguir haciendo país en el marco de la legalidad española.

Los independentistas lo toman como una deserción. Sin embargo, cuando el 'lehendakari' jure este viernes en la histórica Casa de Juntas, verán que el árbol de Guernica sigue en su sitio. Ninguna vieja pasará llorando ni sangrarán las piedras de Arrigorriaga. No hace falta que ocurra nada de eso para avanzar en el autogobierno y mejorar la calidad de vida de los vascos. Sin desbordar el Estado de derecho y sin enredarse en aventuras sediciosas que no llevan a ninguna parte.

Los socialistas vascos, por su parte, ganan protagonismo en razón inversa a su facturación electoral y contribuyen a recomponer al PSOE. Su desempeño al frente de las tres consejerías otorgadas en el gobierno de coalición los hace visibles en un escenario que los condenaba a la irrelevancia (cuarta y última fuerza, empatada a nueve escaños con el PP en el Parlamento de Vitoria), muy en sintonía con la marcha de su partido a escala nacional, roto y provisionalmente dirigido por una gestora.

Foto: Iñigo Urkullu y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, con la líder del PSE, Idoia Mendia, y su número dos, Miguel Ángel Morales, el pasado 3 de octubre en Bilbao. (EFE)

Sorpresas te da la vida. El pacto de los compañeros vascos, que será refrendado por el Comité Federal del PSOE en reunión prenavideña, ha obrado el milagro de la recomposición. Bálsamo sobre sus heridas. Justo a la contra del empeño de ciertos sectores políticos y mediáticos en presentar el pacto PNV-PSE como un nuevo motivo discordia tras la caída de Sánchez.

Los recelos de una gestora presuntamente ninguneada en la forja del acuerdo, pilotado por Idioia Mendia, se fueron perdiendo en la polvareda a medida que esta dirigente sanchista se explicaba en público recibiendo el aplauso de los principales actores del drama. Empezando por el de la gestora, encantada con el pacto vasco. Por fin, todos de acuerdo en algo dentro del PSOE. La foto sevillana de Miquel Iceta y Susana Díaz acabó con las dudas. Elocuente ha sido el apoyo del sanchista catalán y la antisanchista andaluza, líderes de dos grandes federaciones reñidas en el controvertido voto socialista en la investidura de Rajoy.

Además de su apuesta conjunta por la unidad, que incluye la neutralidad de la ejecutiva catalana en las primarias del PSOE (es el turno de militantes, no de aparatos). Iceta y Díaz olvidaron a Sánchez y hablaron de España. La presidenta de Andalucía pone en valor la aportación del pacto vasco a la estabilidad nacional. Y el dirigente catalán lo presenta como “un ejemplo para Cataluña”.

Dos mensajes que firmaría el presidente del Gobierno, aunque su compañero de partido, el exministro Alfonso Alonso, acuse a los socialistas de alimentar una “independencia a fuego lento” a cambio de tres consejerías.

Alonso hace su trabajo como líder del PP vasco. Pero no evitará que, mirando a Cataluña, Rajoy acepte el impagable regalo de estas palabras del 'lehendakari' Urkullu: “No he caído ni caeré en planteamientos irrealizables”, mientras despliega la nueva doctrina del nacionalismo moderado, la que conjuga “derecho a decidir” y “obligación de pactar”. Música celestial en los oídos de los tres partidos de inequívoco compromiso con el dogma civil de la soberanía nacional única e indivisible (PP, PSOE y Cs), porque la filosofía del pacto de coalición PNV-PSE ofrece un modelo de integración apacible en el orden vigente. Por la misma razón, el PSOE se cubre ante posibles reproches por presunta complicidad con los objetivos identitarios.

El pacto del PNV con los socialistas vascos es un rotundo “no, gracias” a los retos sediciosos que alimentan el radicalismo y matan la centralidad. Véase lo que está ocurriendo en Cataluña, cuyas desalentadoras señales políticas, económicas y sociales retratan una comunidad decadente. Al contrario de los altos índices de bienestar que sitúan a Euskadi a la cabeza de España, e incluso de Europa, en prestación de servicios públicos. Amén de su privilegiado sistema foral de financiación, que ya le convierta en país independiente en el plano económico y fiscal.

Lejos de Urkullu, pues, la tentación de meterse en belenes independentistas llamados a generar frustración en un país con memoria fresca de terrorismo, sufrimiento y alta tensión política. De modo que no piensa apearse de su doctrina, bien explicada en la reciente sesión de investidura. A saber: “Ninguna solución es mejor que una solución acordada”.

Iñigo Urkullu, nacionalista donde los haya, va a repetir en Ajuria Enea gracias a un pacto con los socialistas de toda la vida, y no con sus compatriotas de Bildu, para seguir haciendo país en el marco de la legalidad española.

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