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La abuela Teresa y el perdón de Iglesias
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Antonio Casado

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La abuela Teresa y el perdón de Iglesias

En el drama-rap de Iglesias y Errejón, que bate récords de taquilla en las vacaciones, también hay una vieja que pasó llorando por la penosa conducta de los hijos de la causa

Foto:  El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

Como en el mito irlandés exportado a todos los nacionalismos europeos por el poeta William Butler Yeats, en el drama-rap de Iglesias y Errejón, que bate récords de taquilla en las vacaciones, también hay una vieja que pasó llorando por la penosa conducta de los hijos de la causa.

Aquí no se trata de una patria humillada. Es la causa de los de abajo la que, según la abuela de Podemos, Teresa Torres, 76 años, corre peligro de fracturarse en los líos de sus dirigentes. Está triste porque en el partido del amor se han desatado las “hostialidades” (¿lapsus de Azpiroz en la radio?) y la posición del abrazo se confunde con la de la puñalada.

Dice la abuela Teresa que no entiende el espectáculo de división interna, solo por disputarse el asiento de primera fila, en medio de tantos problemas como tienen los españoles. Mano de santo. O de santa. La clásica apelación hispana al Fuenteovejuna de todos a una hizo sobre el jefe el milagro de la contrición.

Iglesias, a las bases de Podemos: "Sé que os estamos avergonzando"

Pablo Manuel Iglesias respondió, teatralmente avergonzado por el ruido de facas, mediante la consabida manufactura audiovisual que fue el pasto fresco de la jornada de ayer en las redes sociales, dirigiéndose “a los que confiasteis en nosotros, como Teresa, y pensasteis que éramos diferentes”: “Perdonadme, sé que os hemos avergonzado”.

Nada nuevo bajo el sol en una crisis de partido, donde es habitual el llamamiento a lavar los trapos sucios en casa, recordar que los partidos nacen para cambiar las cosas, no para mirarse el ombligo, y hacer propósito de la enmienda en nombre de la unidad.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en una imagen de archivo. (Efe)

No obstante, conviene matizar:

En el mensaje posnavideño del líder de Podemos hay dos de los tres elementos centrales en el perdón escenificado de un personaje público: “Lo siento” y “Me he equivocado”. Pero el tercero, “No volverá a ocurrir”, queda difuso en quien solo se compromete a “esforzarse” en conciliar las dos posiciones que, según reconoce, existen sobre cómo afrontar el futuro del partido. Poniéndose en el caso de que no se consiga, al tener que elegir. “Intentaré que después sigamos unidos”, dice.

Llama la atención que no concibe un líder distinto a él, puesto que sólo hacia él mismo desvía la carga de la prueba respecto a la tarea de mantener la unidad. Además, ignora la retórica apelación al viejo principio de que los proyectos están por encima de las personas. Se limita a conjugar proyectos y posiciones (“el proyecto está por encima de cualquier posición política”), pero se abstiene de proclamar la primacía de los proyectos frente a las personas. Por no dar excusas a que militantes y votantes se lo tomen al pie de la letra, a sabiendas de que aparece como farolillo rojo en las encuestas de valoración de líderes.

Como en el mito irlandés exportado a todos los nacionalismos europeos por el poeta William Butler Yeats, en el drama-rap de Iglesias y Errejón, que bate récords de taquilla en las vacaciones, también hay una vieja que pasó llorando por la penosa conducta de los hijos de la causa.