Al Grano
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Se buscan valientes que frenen a Trump
En Estados Unidos no todos dicen amén. Con su matonismo, Trump está despertando la buena conciencia de los norteamericanos. O la mala, claro
Lo malo de Trump es que, con su veto a los inmigrantes por razón de procedencia asociada a una fe religiosa (¡qué barbaridad!), los verdaderos 'malos' pueden encontrarse con un motivo añadido para reactivar sus intenciones criminales.
Lo bueno es descubrir que en su país no todos dicen amén. Con su matonismo está despertando la buena conciencia de los norteamericanos. O la mala, claro, según se mire, porque ellos son quienes han parido democráticamente a semejante personaje. Lo estamos viendo en los primeros brotes de insumisión. Fiscales (incluida la fiscal general en funciones), jueces, dirigentes de los dos grandes bloques políticos de base parlamentaria, actores y líderes sociales comparten el espíritu y los lemas aireados en las protestas callejeras contra las primeras medidas del extravagante inquilino de la Casa Blanca.
Por cierto, un guantazo estético en toda regla al discreto encanto del famoso edificio georgiano.
También empiezan a multiplicarse las señales de que el mundo civilizado no se resigna a cargar con quien, al grito de “primero, América” (tomado del aviador Charles Lindberg, de probadas tendencias nazis), toma decisiones reñidas con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Lo más atrevido de la posición del Gobierno ha sido declararse a favor del libre comercio y en contra de toda decisión denigrante en materia de inmigración
Por el ruidoso debate de ayer en el Parlamento Europeo, también sabemos ya que, después de siete décadas de fecunda complicidad transatlántica, la UE no se reconoce en esta insólita versión del amigo americano. Con palabras y con hechos. La Eurocámara reprueba las más controvertidas decisiones de Trump y acaba de vetar al nominado embajador de los EEUU ante la UE, Ted Malloch. Un confeso antieuropeísta que seguramente añora el altisonante lema de la doctrina Monroe, “América para los americanos”, concebida contra los imperialismos europeos en 1823 (hay que ver cómo ha cambiado el cuento).
Solo en las mentes xenófobas y euroescépticas del británico Farage y la francesa Le Pen tiene acomodo la política del nuevo presidente norteamericano. Aquel pone a Trump como ejemplo a seguir, mientras acusaba a las instituciones europeas de acoger terroristas en vez de proteger su territorio.
"Se buscan valientes que den la cara". No es el caso del Gobierno de España, interesado en preservar las “magníficas relaciones que tenemos con EEUU"
En España, el fenómeno Trump también pasó ayer por el Parlamento. La pregunta del diputado socialista Eduardo Madina al ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, no sacó al Gobierno de su posición oficial, ya enunciada por el propio presidente, Mariano Rajoy: Estados Unidos es un buen aliado y queremos que lo siga siendo. Punto.
Lo más atrevido de esa posición oficial ha sido declararse a favor del libre comercio y en contra de “cualquier decisión denigrante en materia de inmigración”. Pero sin exageraciones, “sin estridencias” (el portavoz Méndez de Vigo 'dixit'), sin hacer olas. Es decir, una respuesta tibia, de esperar y ver, que nos hace recordar el rap de El Langui contra el acoso escolar: "Se buscan valientes, que den la cara contra los matones". En los patios de colegio o en las relaciones internacionales.
“Se buscan valientes que den la cara”, “se buscan valientes que apoyen y defiendan al más débil”, “se buscan valientes que expresen lo que sienten”. No es el caso del Gobierno de España, interesado en preservar las “magníficas relaciones que tenemos con la Administración norteamericana". Es razonable, siempre que no curse como pretexto de una mirada distraída a supuestos incompatibles con el respeto a los derechos humanos. El libre comercio, o el proteccionismo en su caso, es modelo más o menos eficiente, discutible y discutido. Pero no es discutible el reconocimiento de la dignidad humana, cuyo primer mandamiento es el de que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (articulo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos).
Lo malo de Trump es que, con su veto a los inmigrantes por razón de procedencia asociada a una fe religiosa (¡qué barbaridad!), los verdaderos 'malos' pueden encontrarse con un motivo añadido para reactivar sus intenciones criminales.