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Susana, Patxi, Pedro, tres convencidos y ningún convincente
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Antonio Casado

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Susana, Patxi, Pedro, tres convencidos y ningún convincente

El panorama de los tres pretendientes al liderazgo del PSOE, cada uno con su sambenito: Pedro, la división, Patxi, la indolencia, y Susana, la autora intelectual de un episodio de guerra sucia contra el jefe

Foto: Fotografía de archivo del ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
Fotografía de archivo del ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

En vuelo hacia Sudáfrica, donde participará en unas jornadas sobre 'Globalización y socialismo', el ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez abre paréntesis en la pelea de incierto resultado que libra con la esperanza de recuperar el trono socialista. Dos banderas. Una en cada mano. La de dar la voz a los militantes y la de echar a Rajoy de La Moncloa.

Su vuelta reaviva el discurso que le ocasionó salir a empujones de Ferraz, paso previo a la creación de una comisión gestora. Tres meses después, el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) detecta un cambio positivo de tendencia en las expectativas de voto al PSOE sin Sánchez. Los ciudadanos aprueban la política de la comisión en nombre de los intereses generales (moderación, realismo, desbloqueo y complicidad con el Gobierno de la nación) y distinguen a su improvisado presidente, Javier Fernández, como el líder más valorado a escala nacional.

Foto: El presidente de la gestora y de Asturias, Javier Fernández, junto al padre Ángel, este 7 de febrero en un desayuno informativo. (EFE)

Sin embargo, Sánchez no se suma a ese reconocimiento. Sostiene que “la gestora ha situado al PSOE en tierra de nadie” mientras se ofrece a recolocarlo en la izquierda, convencido además de que su candidatura a las primarias de mayo “es la única capaz de integrar” a un PSOE hoy por hoy roto. Muy convencido. Pero poco convincente a la vista de los hechos. Incluido el millón y medio de votos perdidos desde que sustituyó a Rubalcaba como secretario general sin que la autocrítica forme parte de su discurso.

Tampoco le favorece la memoria amarga del comité federal del 1 de octubre. Aquello fue como un manojo de reptiles metidos en un saco. El PSOE se partió en dos. Puede que las condiciones previas las crease Sánchez. Por su proverbial incapacidad para hacer amigos. Y por haber preferido enfrentar a la militancia con los barones en vez de ganarse a estos para la causa. Pero la revuelta —la trabajadísima creación de una mayoría de 'vacantes' en la ejecutiva— tuvo marchamo andaluz.

A Susana Díaz la pillaron con el puñal en la mano y esa es la razón de que, al menos en la memoria de los militantes, que han de votar en el proceso de primarias de mayo y congreso de junio, la imagen de Susana costurera no logre sobreponerse a la de Susana dinamitera. Así que, aunque ella esté muy convencida de ser también la única capaz de rehacer un partido ganador, porque “el PSOE es mucho PSOE”, resulta poco convincente cuando promete “unidad” y “moral de victoria”. Se ofrecerá formalmente, no lo duden ustedes, cuando se convoquen las elecciones primarias de mayo.

A Susana Díaz la pillaron con el puñal en la mano y esa es la razón de que la imagen de costurera no logre sobreponerse a la de dinamitera

El tercero en discordia es Patxi López, desenganchado del primer círculo de confianza pedrista junto a Óscar López, César Luena y Rodolfo Ares. No parecen adornados por la virtud de la lealtad. Lo más duro que han tenido que oír es “traidores”. Y lo más suave, con acento vasco, por cierto, es que son “una copia borrosa del pedrismo” (Odón Elorza 'dixit').

El paso al frente de Patxi López como pretendiente al trono de Ferraz se ha visto como una deserción interesada del grupo de dirigentes y barones (Iceta, Idoia Mendia, Francina Armengol, Rafael Simancas, Sara Hernández...) que entonces apoyaban a Sánchez y ahora aparecen alineados en una forma de antisusanismo negociable, menos radical que el representado en la candidatura del ex secretario general. Llegado el caso, en aras de la pacificación interna, la complicidad con el socialismo del sur sería más fácil de lograr.

Foto: Patxi López, durante una entrevista con El Confidencial en un restaurante cercano al Congreso. (Enrique Villarino)
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Este es el panorama de los tres pretendientes al liderazgo del PSOE. Cada uno con su sambenito. Pedro, la división, Patxi, la indolencia, y Susana, la autora intelectual de un episodio de guerra sucia contra el jefe.

¿Y ese Javier Fernández que barre en la escala de valoración de líderes nacionales y seduce en medios políticos y periodísticos? Se lo pregunté un día en la tele y me dijo que si insisten en pedírselo, se amarrará al palo mayor al grito de ¡no es no!

En vuelo hacia Sudáfrica, donde participará en unas jornadas sobre 'Globalización y socialismo', el ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez abre paréntesis en la pelea de incierto resultado que libra con la esperanza de recuperar el trono socialista. Dos banderas. Una en cada mano. La de dar la voz a los militantes y la de echar a Rajoy de La Moncloa.

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