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Sánchez se pone en guardia ante Moncloa y Podemos
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Antonio Casado

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Sánchez se pone en guardia ante Moncloa y Podemos

El nuevo secretario general se enroca ante la petición del Gobierno de aclarar su posición sobre la unidad de España y ante Podemos por su condena a la corrupción del PP

Foto: Pedro Sánchez, tras proclamarse vencedor de las primarias a la Secretaría General del PSOE. (EFE)
Pedro Sánchez, tras proclamarse vencedor de las primarias a la Secretaría General del PSOE. (EFE)

Me lo dicen y me lo cuentan. Que esta oleada de ilusión no se veía en el PSOE desde el 82, cuando la barrida de Felipe dejó con la boca abierta a los viejos del lugar, desde Fraga a Carrillo. Lo mismo le pasa ahora a los viejos del lugar, empezando por el propio Felipe, cuyas fotos ponen boca abajo en muchas agrupaciones del partido.

Es lo que hay. Lo que muchos no supimos, no pudimos o no quisimos ver. Más allá de la opinión personal que tengamos del flamante ganador de las primarias socialistas porque, como me dicen y me cuentan en distancia corta mis queridas Margarita Robles y Susana Sumelzo: “Lo que ha ocurrido trasciende a Pedro Sánchez”. Pero la vida sigue. Y ahora el PSOE de Pedro Sánchez, como el de Felipe y los chicos de Suresnes, es un melón sin calar que agita el quinielismo de los apostantes mediáticos y políticos.

Como me dicen y me cuentan en distancia corta mis queridas Margarita Robles y Susana Sumelzo: “Lo que ha ocurrido trasciende a Pedro Sánchez”

En el 82 la CIA saludó a aquellos “jóvenes nacionalistas” que acababan de renegar del marxismo y todo fue como la seda. Aquellos “jóvenes nacionalistas” culminaron una histórica labor modernizadora del país: permanencia en la OTAN, consolidación de las instituciones del 78, estado del bienestar, saneamiento económico, reinserción internacional…

Treinta y cinco años después, el Gobierno de la nación, por boca de su ministro portavoz, Méndez de Vigo, pide al “nuevo PSOE” que se aclare sobre la unidad de España y el reto secesionista del nacionalismo catalán. Petición retórica donde las haya porque, como el propio portavoz reconoce, el PSOE siempre defendió la soberanía nacional y la integridad territorial.

Y las seguirá defendiendo, me explican en el entorno de Pedro Sánchez, más allá de que el congreso federal de junio alumbre una iniciativa orientada a desbloquear el conflicto catalán sin afectar ni poco ni mucho el espíritu y la letra del artículo 2 de la Constitución Española.

El ministro Méndez de Vigo pide al "nuevo PSOE" que se aclare sobre la unidad de España y el reto secesionista del nacionalismo catalán

La intervención de Mendez de Vigo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes desliza la duda maliciosa sobre si Sánchez defiende la unidad de España o piensa aparearse con los separatistas. Por las mismas razones que Pablo Manuel Iglesias le pone en el brete de explicar en el pleno del 13 de junio (moción de censura contra Rajoy) si está a favor o en contra de la corrupción del partido que “ha parasitado las instituciones” con la malsana intención de saquear las arcas públicas.

Moncloa quiere que se retrate sobre la unidad de España, mientras Podemos quiere que se retrate sobre la corrupción del PP. Y el se hace fuerte –se hará, como pronto comprobaremos– en el argumento de que “ni Moncloa ni Podemos me van a marcar la agenda”.

Sánchez sabe que quieren endosarle una imagen de radicalidad ajena a sus planes "reformistas" y a su voluntad de ejercer una oposición "dura y valiente"

Es consciente de que propios y extraños quieren endosarle una imagen de radicalidad ajena a sus planes “reformistas”, que no “rupturistas”, y a su voluntad de ejercer una oposición “dura y valiente”, pero “útil y leal”, como trasladó el viernes por la mañana a los responsables del grupo parlamentario, provisionalmente dirigido por José Luis Ábalos.

Dicho sea lo anterior, respecto al Gobierno Rajoy. Respecto a Podemos, la actitud de Sánchez estará marcada por el máximo respeto a sus bases y el mínimo de confianza en su líder. “Con Iglesias es muy difícil entenderse, es un ególatra”, le oigo decir a uno de los más significados costaleros de Sánchez.

Me lo dicen y me lo cuentan. Que esta oleada de ilusión no se veía en el PSOE desde el 82, cuando la barrida de Felipe dejó con la boca abierta a los viejos del lugar, desde Fraga a Carrillo. Lo mismo le pasa ahora a los viejos del lugar, empezando por el propio Felipe, cuyas fotos ponen boca abajo en muchas agrupaciones del partido.

Pedro Sánchez