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Urnas y sangre en el reino del Brexit
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Antonio Casado

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Urnas y sangre en el reino del Brexit

Cualquier novedad desvelada antes del recuento de votos puede tener relevancia electoral y decidir el desenlace de la pugna entre conservadores y laboristas

Foto: Una mujer llora durante la vigilia a las víctimas. (EFE)
Una mujer llora durante la vigilia a las víctimas. (EFE)

Por desgracia, Ignacio estaba muerto. Toda la solidaridad y todo el arropamiento a esta familia española serán muy poca cosa ante el heroico comportamiento del ser querido. No hay palabras para compensar el sufrimiento de la familia Echeverría. Al dolor por la pérdida se suma el trato inhumano recibido de las autoridades británicas a raíz de la desaparición del joven, en el limbo de una bochornosa gestión oficial.

¿Por qué?, se pregunta la opinión pública española, con la memoria viva de una salvajada de proporciones incomparables (los sangrientos atentados del 11-M en Madrid) que resolvió en tiempo récord el problema de las identificaciones.

El reproche también brota de la propia ciudadanía británica, casualmente convocada hoy a las urnas. El contexto no podía ser peor en el rastreo de las causas del desbarajuste, especialmente en materia de comunicación. Lógico. Cualquier novedad desvelada antes del recuento de votos puede tener relevancia electoral y decidir el desenlace de la pugna entre conservadores de May, la actual primera ministra, y laboristas de Corbyn.

Foto: Cartel indicando un centro electoral en las elecciones a la alcaldía de Londres, en mayo de 2016. (Reuters)

Se habla de la escasez de medios, por recortes presupuestarios en los cuerpos policiales, como una supuesta causa de la penosa actuación de las autoridades británicas tras los terribles sucesos del sábado. También se pretende justificar el hermetismo por las filtraciones a medios de comunicación norteamericanos sobre datos sensibles del reciente atentado en el Manchester Arena. Pero a todos nos asalta la fundada duda de que la proximidad de las elecciones (hoy es el día) ha influido y aún puede influir en el caos del reino del Brexit en estos últimos días.

Imaginemos que, como no ha descartado un tío de Ignacio, el “héroe del monopatín”, como lo llaman con admiración y respeto los medios de comunicación británicos, hubiera muerto por el “fuego amigo” de la policía. Por supuesto que perjudicaría la causa de Theresa May. Y Corbyn lo utilizaría contra ella, como ya utilizó los mencionados recortes policiales de la 'premier' cuando era ministra del Interior. Es un apunte especulativo, pero lo cierto es que, ya identificado el cadáver de Ignacio sin género de dudas, a los familiares les han prohibido ver su cuerpo hasta hoy, jueves, ya al borde del desenlace electoral.

Foto: Imagen de Ignacio Echeverría.

En España, tenemos muchas razones para dejar de mirar a Reino Unido como un paraíso de libertades y buen funcionamiento del sistema democrático. Ni siquiera como modelo de eficacia en los servicios públicos, como los que prestan las fuerzas policiales. Sin embargo, en algo nos parecemos. Para bien y para mal. Basta con la dolorosa e inevitable evocación de lo ocurrido en Madrid un jueves de sangre (11-M), en vísperas de un domingo de urnas (14-M) del año 2004.

Puestos a hacer comparaciones, vale la pena recordar que en solo 12 horas los peritos del Instituto Anatómico Forense habían identificado a 155 de las 191 víctimas mortales, gracias a las huellas dactilares registradas en el DNI y las pruebas de ADN. Y en un tiempo récord fueron identificadas las demás (había 51 extranjeros muertos). Mientras que en el caso de los últimos atentados de Londres, pasaron nada menos que 63 horas sin noticias respecto a las victimas.

En cambio, la parte menos grata de recordar es que, tanto entonces en España como me temo que está ocurriendo ahora en el Reino Unido, se traficó descaradamente con la verdad por razones electorales. Con evidente repercusión en el desenlace electoral. Atentos a la pantalla.

Por desgracia, Ignacio estaba muerto. Toda la solidaridad y todo el arropamiento a esta familia española serán muy poca cosa ante el heroico comportamiento del ser querido. No hay palabras para compensar el sufrimiento de la familia Echeverría. Al dolor por la pérdida se suma el trato inhumano recibido de las autoridades británicas a raíz de la desaparición del joven, en el limbo de una bochornosa gestión oficial.

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