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Congreso cerrado, heridas abiertas
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Antonio Casado

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Congreso cerrado, heridas abiertas

El resultado es un redivivo Pedro Sánchez que reconquista el trono de Ferraz con menos apoyos de los obtenidos como secretario general en su vida anterior

Foto: El líder del PSOE, Pedro Sánchez, durante el cierre del 39º Congreso Federal. (Reuters)
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, durante el cierre del 39º Congreso Federal. (Reuters)

Con 138 años de historia a cuestas, el partido de Pablo Iglesias estuvo al borde de la escisión hace pocos meses. Y su resucitado líder, Pedro Sánchez, a punto del mutis político si hubiera cuajado alguna de las salidas laborales que le salieron al paso después de su destronamiento en octubre de 2016.

Pero la insistencia de sus incondicionales (Lastra, Ábalos, Puente, Sumelzo, Juanma Serrano, Calviño, Robles, Toscano, Tezanos) y la inesperada postulación de Patxi López encontraron el modo de rendir homenaje póstumo a Zygmunt Bauman. La modernidad nunca había sido tan líquida como para producir este desenlace en un PSOE tambaleante en sus dirigentes y ansioso de novedades en sus bases.

Las novedades vinieron de la mano de las elecciones primarias y el consiguiente 39º Congreso Federal, que ayer fue clausurado con un discurso-mitin de esta nueva criatura de las tesis de Bauman (Trump, Macron y Corbyn no son las únicas). El resultado es un redivivo Pedro Sánchez que reconquista el trono de Ferraz con menos apoyos de los obtenidos como secretario general en su vida anterior (congreso extraordinario, 26-27 de julio de 2014), se reclama de la “izquierda de Gobierno”, habla como si estuviera a punto de asaltar La Moncloa con “las fuerzas del cambio” e ignora a sus predecesores (González, Almunia, Zapatero, Rubalcaba, ausentes en el cierre del domingo), mientras celebraba de pasada la obra modernizadora del socialismo gobernante.

Como si la historia del PSOE comenzase ahora. Mal camino el de encabezar un proyecto sobre ajustes de cuentas. “Sabiendo de las lindezas que le han dedicado, lo raro es que les homenajease”, me dice uno de sus seguidores. Ya, pero se supone que el proyecto está por encima de los desquites personales. “Venimos de unos meses durísimos y las heridas no se cierran de un día para otro”, me aclara, mucho más prudente, la diputada Susana Sumelzo, nueva secretaria de Política Municipal en la recién nacida ejecutiva federal.

Aunque Sánchez habló de ejecutiva “plural, intergeneracional y paritaria”, sus adversarios lo ven de otro modo: todo el poder para el jefe

A mi juicio, era innecesario el desdén que ayer mostró Sánchez en su discurso de cierre del congreso, ni siquiera por castigar la ausencia de sus cuatro antecesores. No fueron palabras inocentes ni se trata de un acto fallido. Así manda recado de que hablar del nuevo PSOE exige romper con el viejo. Empezando por la nueva dirección del partido, “amplia y monolítica”, dicen los críticos mientras bromean con la nueva secretaría de Montaña. Aunque Sánchez habló de ejecutiva “plural, intergeneracional y paritaria”, sus adversarios, de vuelta a los cuarteles de invierno, lo ven de otro modo: todo el poder para el jefe. Sin contrapoderes. En nombre de la militancia, eso sí.

Lo cierto es que nunca había habido una ejecutiva tan monolítica. Excepción hecha de Patxi López. Un patito feo entre los 49 de Sánchez. Antisanchista en las primarias y ahora secretario de Política Federal. “Menudo papelón el de Patxi”, me comenta un acreditado susanista incapaz de entender que el expresidente del Congreso quiera estar en solitario rodeado de sanchistas. O, peor aún, que quiera sumarse a esa España plurinacional en principio reñida con el artículo 2 de la Constitución.

Lo cierto es que nunca había habido una ejecutiva tan monolítica. Excepción hecha de Patxi López. Un patito feo entre los 49 acólitos de Sánchez

Un reproche que la vieja guardia hace extensivo al extremeño Guillermo Fernández Vara, flamante presidente del Consejo de Política Federal, en sustitución de Susana Díaz, marco previsto para que los barones desterrados de la ejecutiva hagan política en representación de sus territorios. No es grano de anís empezar por el alcance de la España plurinacional insuficientemente explicada por Sánchez. ¿Cuántas naciones?, ¿España entre ellas? ¿Solo la España plurirregional es nación?

Esas preguntas frenaron en la llamada Declaración de Granada (pacto territorial propuesto por el PSOE liderado por Rubalcaba) lo que ahora resucita Pedro Sánchez, en plena ofensiva del independentismo catalán contra el artículo 2 de la Constitución (nación, solo una, integrada por 'nacionalidades' y 'regiones') mientras los inspiradores de dicho documento se temen que las propuestas de Sánchez no pretendan perfeccionar ese artículo 2, sino cambiarlo.

Con 138 años de historia a cuestas, el partido de Pablo Iglesias estuvo al borde de la escisión hace pocos meses. Y su resucitado líder, Pedro Sánchez, a punto del mutis político si hubiera cuajado alguna de las salidas laborales que le salieron al paso después de su destronamiento en octubre de 2016.

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