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Traición o cárcel, el dilema de Puigdemont
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Antonio Casado

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Traición o cárcel, el dilema de Puigdemont

Si mañana declara la independencia con la complicidad de la mayoría soberanista del Parlament, puede ser detenido inmediatamente por delito flagrante

Foto: El presidente catalán, Carles Puigdemont. (EFE)
El presidente catalán, Carles Puigdemont. (EFE)

La realidad hace presa en el cuello de Puigdemont. El nada honorable 'president' empieza a darse cuenta de que solo le quedan dos salidas: la traición o la cárcel.

Si mañana declara la independencia con la complicidad de la mayoría soberanista del Parlament, puede ser detenido inmediatamente por delito flagrante, mientras el Estado responde con el 155 o incluso el 116 de la Constitución. Pero si no lo hace, quedará como un traidor a la causa ante cientos de miles de catalanes convencidos de que, esta vez sí, Cataluña se iba a convertir en una unidad de destino en lo universal.

El 'procés' se tambalea. Los hechos enfrentan el chantaje al Estado y a la dignidad de los catalanes no seducidos por la ruptura con España

Me dice un pajarito que el auto de detención ya está redactado. Por si en el pleno parlamentario de mañana se aplican las previsiones de la 'legalidad' golpista —comunicación de los resultados del 'referéndum', como anoche anunciaba Puigdemont en su televisión favorita (TV3)—. Y si no se aplican, está cantada la frustración de sus seguidores.

El 'procés' se tambalea en la recta final. Los hechos enfrentan el chantaje al Estado y a la dignidad de la ciudadanía catalana no seducida por la idea de romper con España. Es el minuto y resultado del conflicto después de los tres golpes de realidad que han desguazado la aparente unidad del bloque independentista (solo la CUP lo tiene claro).

A saber:

El primero fue el puñetazo encima de la mesa del Rey a modo de despertador de conciencias y de opiniones hasta entonces amuralladas de los poderes fácticos. El segundo, la espantada de empresas y bancos emblemáticos de la multinacional economía catalana, que entró en pánico al saber que los soberanistas iban en serio. Y el tercero, la reaparición del nacionalismo español que, entre la pena y la indignación contenida, estaba acurrucado desde el gol de Iniesta y ayer reventó las calles de Barcelona, hasta ahora expropiadas por el independentismo.

Tres golpes de realidad han desguazado la unidad independentista: el discurso del Rey, la espantada de las empresas y la manifestación del domingo

Fue una impresionante manifestación de apoyo a la Constitución y en defensa de la unidad, con vivas continuos a Cataluña y España. Además, masivo acto de desagravio a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a los catalanes perseguidos por no comulgar con ruedas de molino. 'Basta, recuperemos el seny', fue el lema de la convocatoria de Societat Civil Catalana. Todas las previsiones de asistencia quedaron desbordadas, más allá de la consabida guerra de cifras. Desde la de 350.000 manejada por la Guardia Urbana hasta la de 950.000 de los organizadores.

Hasta ahora derrotada por incomparecencia, la mayoría silenciosa tomó la voz y la palabra. Con los hombros ligeros, firme y desacomplejada, ocupó la calle para frenar el trastornado empeño de convertir Cataluña en un país tercermundista. Por boca de un premio Nobel, Mario Vargas Llosa, esa grandiosa muestra de la España real tronó contra el racismo y el fanatismo como potencias del alma nacionalista en la “tierra de libertad y legalidad” que es la España democrática.

Firme y desacomplejada, la mayoría silenciosa ocupó la calle para frenar el trastornado empeño de convertir Cataluña en "un país tercermundista"

Y por boca de Josep Borrell, exministro socialista y expresidente del Europarlamento, los manifestantes pidieron a los impulsores del 'procés' que dejen de engañar a los catalanes por defender lo contrario al ideal europeo basado en la ley y la solidaridad. “Esta es nuestra estelada”, dijo envuelto en una bandera de la UE tras apostar por la necesidad de recomponer ya mismo la convivencia rota. “Y eso no se arreglará con decisiones unilaterales”, dijo en referencia a la posible declaración de ruptura contra viento y marea.

Ni con declaraciones de independencia 'blandas', 'simbólicas' o 'diferidas', añade por su cuenta el articulista, en referencia al runrún de última hora como eventual desenlace de la fractura interna que en estos momentos aqueja al bloque independentista.

La realidad hace presa en el cuello de Puigdemont. El nada honorable 'president' empieza a darse cuenta de que solo le quedan dos salidas: la traición o la cárcel.

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