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Rusia y los patriotas catalanes
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Antonio Casado

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Rusia y los patriotas catalanes

Un jefazo del espionaje ruso sostiene que en España existe la represión política. ¿Alguien puede creer seriamente que España es un Estado represor?

Foto: El presidente Vladímir Putin. (EFE)
El presidente Vladímir Putin. (EFE)

En España se practica la represión política y la violencia policial contra los patriotas catalanes, según el jefe de los espías rusos en el exterior, Serguei Naryshkin. Total coincidencia con las acusaciones del turista Puigdemont ante la Cámara del Consejo de Bruselas, el tribunal de primera instancia que estudia la orden de detención y entrega a España del expresidente de la Generalitat y cuatro de sus exconsejeros.

Cuando hemos sabido que el responsable del negociado exterior de los servicios secretos rusos compartía las acusaciones del independentismo catalán, hemos visto más iluminado el pringoso problema de los ciberataques. Al menos ya tenemos un innegable elemento de convicción sobre el alineamiento de Moscú con el soberanismo catalán en la caracterización de España como un Estado represor.

Si resulta que esa mentira, calculada y masivamente esparcida por las redes sociales, gravita sobre los españoles –y por extensión, sobre la Unión Europa, de la que somos un socio principal–, se convierte en factor desestabilizador objetivo y verificable, es inevitable llegar a la conclusión de que, por supuesto, el Gobierno de Putin está detrás de los consabidos ciberataques.

Las declaraciones oficiales del jefe de los espías sobre la represión política en España iluminan el pringoso problema de los ciberataques

Ya no hace falta endosar a la Moncloa un punto de ingenuidad al esforzarse en matizar sus alusiones a las injerencias rusas. El Gobierno español se la cogió con papel de fumar cuando supo del malestar del país amigo. A saber: una cosa es el origen físico de los ciberataques, la procedencia de las cuentas falsas o el simple emplazamiento geográfico de los 'hackers', y otra cosa es intervención del Kremlin.

Recordemos que el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lakov, se había descolgado con unas declaraciones sobre la “histeria sensacionalista” de Rajoy y sus ministros. Un minuto después, la portavoz del mismo departamento, Maria Zajarova, advirtió sobre el riesgo de que el asunto perjudicase las relaciones bilaterales. Y, por tanto, instaba al Gobierno español a demostrar sus acusaciones sobre la implicación del Kremlin en los ciberataques.

El trabajo sucio se hace extramuros del orden legal. Los Gobiernos, como en las películas, siempre alegarán que no conocen de nada al ejecutor

El Gobierno español pudo entonces haberse limitado a recordar que la razón de Estado produce monstruos. Es decir, que el trabajo sucio se hace extramuros del orden legal y que los Gobiernos, como en las películas, siempre alegarán que no conocen de nada al ejecutor. Así funcionan los servicios secretos de los Estados. Hay literatura para aburrir sobre el trabajo de sus agentes en los desagües de las cancillerías.

Pero, como puede suponerse, maldita la falta que le hace a la Moncloa tener ahora un problema diplomático con la Rusia de Putin. Así que a Rajoy y sus ministros les ha faltado tiempo para aclarar que sus insinuaciones sobre la “injerencia rusa” no se dirigían al Gobierno sino a que las injerencias habían salido del “territorio ruso”. Al menos un 55% de los perfiles falsos, según el informe que el CNI puso sobre la mesa de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Un 30% tendrían su anclaje en Venezuela, donde reina otro de los grandes defensores de los independentistas catalanes encarcelados en su calidad de “presos políticos”.

¿Alguien puede creer seriamente que un Estado que permite teatralizar su vocación represora, como hizo Rufián con las esposas, es un Estado represor?

Así que ya lo saben ustedes. Un jefazo del espionaje ruso sostiene que en España existe la represión política. Y en ese punto no tengo otra victima más a mano que el diputado de ERC, Gabriel Rufián, el chico de las esposas que vomitaba injurias en el hemiciclo como los ilusionistas vomitan interminables rollos de tela en la pista de un circo.

¿Alguien puede creer seriamente, incluida la Justicia belga, que un Estado que permite teatralizar su vocación represora, como hizo Rufián, con el apoyo escénico de unas esposas, es realmente un Estado represor?

Ahí lo dejo, como dicen los habladores de moda en la tele.

En España se practica la represión política y la violencia policial contra los patriotas catalanes, según el jefe de los espías rusos en el exterior, Serguei Naryshkin. Total coincidencia con las acusaciones del turista Puigdemont ante la Cámara del Consejo de Bruselas, el tribunal de primera instancia que estudia la orden de detención y entrega a España del expresidente de la Generalitat y cuatro de sus exconsejeros.

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