Los 'exconsellers' prometen portarse bien

Los ocho 'exconsellers' del Govern que reclaman su excarcelación se comprometen a evitar las conductas presuntamente delictivas que les han llevado a la cárcel por decisión cautelar de la jueza Lamela. Aunque solo sea por imposibilidad material. Como ya no ostentan “ningún cargo ejecutivo” desde que fueron cesados por el Gobierno central en aplicación del articulo 155, ya no pueden convertir sus objetivos políticos en actos jurídicos.

Ahora ya es imposible que puedan volver a plasmar su sueño independentista en el boletín oficial. Pero antes sí lo hicieron. Por eso mienten como bellacos cuando alegan que la declaración de independencia aprobada el 27 de octubre por el Parlament tuvo "carácter político”. Eso no hubiera sido delito de ninguna manera en un régimen de libérrima circulación de ideas como el nuestro. Nadie va a la cárcel por eso.

Rufián declara su amor a la república independiente y roza la injuria cuando se dirige a las autoridades del Estado. Pero nadie le manda los guardias

Véanse las vejatorias expresiones, incluso en sede parlamentaria, de ese mirlo blanco de la política basura que responde al nombre de Gabriel Rufián. Un diputado de ERC que se harta de hacer declaraciones de amor a la república independiente de Cataluña. Roza la injuria cuando se dirige a las autoridades del represor Estado español. A todas, del Rey hacia abajo. Pero a ninguna de ellas se le ocurre mandarle los guardias.

No, señor. Lo que es delito es convertir un objetivo político en acto jurídico reñido con la Constitución. Y los impulsores de la ruptura con España sabían y saben que no eran mera libertad de expresión o mero juego político las llamadas 'leyes de ruptura'. Por si quedan dudas, recordamos que una de ellas se denominaba precisamente 'de transitoriedad jurídica'. Una norma ilegal para la desconexión efectiva de la legislación vigente. O sea, mucho más que declararse públicamente partidario de la desconexión, porque se buscaba el efecto jurídico de un objetivo político en sí mismo legítimo. El objetivo, no el efecto.

Las razones de los 'exconsellers' dan para escapar de la prisión preventiva. Pero no dan para escapar del alto tribunal que ha de juzgarles por rebelión

Aun así, y ya a punto de la acumulación en el Tribunal Supremo de las distintas causas abiertas, las razones alegadas en los recursos de apelación de los 'exconsellers' dan para escapar de la prisión preventiva. Pero no dan para escapar del alto tribunal: antes de un año, según fuentes judiciales, después del 21-D en todo caso, van a ser juzgados por presuntos delitos de rebelión y otros conexos.

Por un lado se garantiza en esos recursos que no habrá reiteración delictiva. Por otro, que persisten las aspiraciones soberanistas en el marco de la confrontación electoral. Pero también se ve que su actitud frente al represor Estado español es ahora mucho más complaciente. Responde a un deseo humano de recuperar la confortable vida que disfrutaban antes de entrar en prisión. En ese sentido, se entiende como un movimiento táctico, seguramente inducido por sus letrados, cuyo objetivo es pasar de la prisión provisional a la excarcelación vigilada.

También procede una valoración política de esa conducta. Incluso moral. Hay una deserción muy clara de su antigua condición de patriotas dispuestos al sacrificio. Han perdido el revestimiento moral de quien dice poner su compromiso con la causa por encima de todo. Ya no es creíble la superioridad de quienes dicen moverse por motivos éticos rebozados en valores como el pacifismo y el amor a la 'terra'. Eso sí, sobre el asiento tóxico de contravalores como el incumplimiento de la ley, la desobediencia y el relato supremacista.