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Arrimadas: derecho y deber de intentar la investidura
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Antonio Casado

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Arrimadas: derecho y deber de intentar la investidura

A finales de enero el presidente o presidenta del Parlamento catalán recién constituido abrirá el periodo de consultas con los jefes de fila. No tendría sentido una inicial negativa de Arrimadas

Foto: Inés Arrimadas durante un acto de campaña de Ciudadanos. (Reuters)
Inés Arrimadas durante un acto de campaña de Ciudadanos. (Reuters)

La presunta renuncia de Ciudadanos, primera fuerza política en Cataluña tras las elecciones del 21-D, a intentar la investidura de Inés Arrimadas como presidenta de la Generalitat, no ha salido de su boca. Ni de la de Albert Rivera, que es el máximo dirigente del partido naranja.

Me consta que no han tomado una decisión y, simplemente, esperan “a ver qué pasa en los próximos días”. Esperemos los demás también a que uno y otra sean más explícitos antes de hablar por no callar. O acusarles antes de tiempo de haber tirado la toalla y no asumir el liderazgo, como se ha hecho desde los cuarteles generales del PP y del PSOE.

Entretanto vale la pena recordar por enésima vez que el trampolín de la irresistible ascensión de Felipe González fue una moción de censura que presentó en 1980 contra Adolfo Suárez sabiendo que la perdería. Aplíquese el cuento Inés Arrimadas respecto a su eventual protagonismo en una sesión de investidura a sabiendas de que los números no le dan para ganarla.

Si se confirma el paso atrás, Cs perdería la ocasión de reforzarse como alternativa al independentismo en Cataluña y al bipartidismo en el resto de España

Dirigentes de segundo nivel han colocado en los perezosos circuitos informativos de la resaca navideña la claudicación de Ciudadanos ante la matemática. Se afirma o se insinúa que ha decidido dejar el campo libre a los independentistas para formar gobierno.

Esos dirigentes se limitan a recordar que la suma de los tres partidos constitucionalistas no alcanza la mayoría absoluta necesaria en una primera sesión de investidura. Ni la simple en una eventual segunda votación cuarenta y ocho horas después, aún en el remoto caso de que el independentismo se viera privado de los cinco votos ahora errantes de Puigdemont y los tres encarcelados provisionalmente.

El trampolín de la irresistible ascensión de Felipe González fue una moción de censura que presentó en 1980 contra Suárez sabiendo que la perdería

Pero no se trata de ganar sino de participar, como reza la máxima deportiva. Y la participación en el proceso de formar gobierno, intentando captar los oportunos apoyos en el resto de las fuerzas políticas, es un derecho ganado en las urnas. No solo. También es un deber del partido ganador de las elecciones, según los usos y costumbres de las democracias occidentales.

A finales de enero el presidente o presidenta del Parlamento catalán recién constituido abrirá el periodo de consultas con los jefes de fila. No tendría sentido una inicial negativa de Arrimadas, como candidata ganadora de las elecciones, a recabar la confianza de la Cámara.

Me consta que aún no se ha tomado una decisión. Esperemos que Arrimadas y Rivera sean más explícitos antes de hablar por no callar

Seria un desaire al millón largo de votantes que apostaron por ella. Nadie lo entendería. Aunque la matemática parlamentaria no estuviera de su parte. Ciudadanos cometería un error político de bulto si no llevase hasta sus últimas consecuencias la promesa electoral de convertir a Inés Arrimadas en “la presidenta de todos los catalanes”, como se hartó de decir en campaña.

Si se confirmase el paso atrás en el intento de formar gobierno, Ciudadanos perdería la ocasión de seguir ganando visibilidad como alternativa al independentismo en Cataluña y al denostado bipartidismo en el resto de España.

Si, por el contrario, Arrimadas acepta el encargo preferente de someterse a la investidura, como candidata del partido ganador, obligaría a retratarse a sus competidores en la política nacional, PSOE y PP. Es decir, a apoyarla, en nombre de todo lo vivido en defensa de la Constitución, el Estatuto de Autonomía, la soberanía nacional única y el principio de integridad territorial.

La presunta renuncia de Ciudadanos, primera fuerza política en Cataluña tras las elecciones del 21-D, a intentar la investidura de Inés Arrimadas como presidenta de la Generalitat, no ha salido de su boca. Ni de la de Albert Rivera, que es el máximo dirigente del partido naranja.

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