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Cinco bestias y tres jueces
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Antonio Casado

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Cinco bestias y tres jueces

Hay una brecha entre la ciudadanía y la justicia a raíz de la sentencia contra La Manada. Pero hay otra brecha más grave. La que se abre entre los componentes del tribunal sentenciador

Foto: Cientos de personas protestan por la sentencia contra La Manada. (EFE)
Cientos de personas protestan por la sentencia contra La Manada. (EFE)

Si en el lamentable caso de La Manada la ciudadanía ve violación (intimidación, fuerza bruta) donde los jueces solo ven abuso sexual (prevalimiento, superioridad), tenemos un problema del que las movilizaciones en toda España solo son un pálido reflejo.

Pero hay otra brecha más grave. La que se abre entre los tres componentes del tribunal sentenciador. Ante una misma relación fáctica y una misma descripción del tipo penal, la valoración del discrepante, Ricardo González, es de las que te dejan hablando solo. La cruda discrepancia ante el principal elemento probatorio (vídeos pasados a puerta cerrada durante el juicio) es como para salir huyendo del país.

Donde dos de los tres magistrados aprecian una conducta merecedora de nueve años de cárcel a cada una de las cinco bestias de La Manada, el tercero opta por pedir la absolución. Y peor aún es que quien solo ha visto un festivo episodio de relaciones sexuales desinhibidas y regocijadas reproche a los otros dos un trato "obsequioso y complaciente" con la víctima.

La sentencia contra La Manada causa alarma social entre los ciudadanos y nos obliga a decir en qué parte de la barricada nos colocamos

Hablo de "víctima" a partir del escenario objetivable: una mujer de dieciocho años frente a siete hombres. Cinco bestias, tres jueces y la causa femenina en una ecuación escandalosamente desigual. Y tal vez sea ese un atajo válido para entender una sentencia que causa alarma social y nos obliga a decir en qué parte de la barricada nos colocamos.

Hay que retratarse. Nos obliga la sentencia de la Audiencia de Navarra sobre el consabido caso de la chica violada durante los Sanfermines de 2016 ¿Violada? Los jueces dicen que no, frente a un clamor social que dice que sí. Una brecha capitalizada por el activismo feminista y las contorsiones de ciertos profesionales de la política a la caza de votos.

Foto: Cientos de personas protestan con indignación por la sentencia de La Manada. (EFE)

Repartir el beneficio de la duda

Estamos en desventaja quienes nos sentimos empujados a repartir el beneficio de la duda. No entre las cinco bestias y su víctima, donde la desproporción es brutal a efectos judiciales y morales, sino entre los propios jueces del tribunal sentenciador que están jurisdiccionalmente habilitados para impartir justicia. ¿Son exclusivamente técnicos los resortes que ha generado la perturbadora división entre los componentes del tribunal? Lo dudo.

¿Hubiera sido lo mismo con dos mujeres en el tribunal del caso, en vez de una sola?

Todos y cada uno de los siete actores masculinos de la representación, al margen de su encaje en una u otra franja de edad, son criaturas de una organización patriarcal del mundo. Al menos en las llamadas relaciones de poder. En España y, en general, en el resto del mundo.

Alguien dijo, y dijo bien, que si una mujer entra en política acaba cambiando la mujer, pero si entran muchas acaba cambiando la política. Aplíquese a la Judicatura. ¿Hubiera sido lo mismo con dos mujeres en el tribunal, en vez de una sola?

La barricada del género reaparece con la sentencia de Pamplona. Por el penoso caso de dos mujeres frente a siete hombres.

Si en el lamentable caso de La Manada la ciudadanía ve violación (intimidación, fuerza bruta) donde los jueces solo ven abuso sexual (prevalimiento, superioridad), tenemos un problema del que las movilizaciones en toda España solo son un pálido reflejo.

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