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No hay perdón para los malvados
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Antonio Casado

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No hay perdón para los malvados

Esta vez la reacción del Gobierno frente a la última expresión totalitaria del nacionalismo no ha sido notarial y ceñida al cumplimiento de la ley, como le ocurre con los retos catalanistas

Foto: Un surfista pasa junto a una pintada a favor de la banda terrorista ETA en San Sebastian. (EFE)
Un surfista pasa junto a una pintada a favor de la banda terrorista ETA en San Sebastian. (EFE)

Ni paz ni perdón para los malvados. Solo justicia. Especialmente para quienes aún no pisaron los tribunales. Ahí me permito remedar la película de Urbizu. Antes hemos de ser capaces de sustituir la ira vengadora de Coronado ('No habrá paz para los malvados') por la justa reparación de los numerosos crímenes no esclarecidos. Con la ley en la mano, por supuesto. "No hubo ni habrá impunidad", dice Mariano Rajoy.

Esta vez la reacción del Gobierno frente a la última expresión totalitaria y supremacista del nacionalismo no ha sido notarial y ceñida al estricto cumplimiento de la ley, como le ocurre con los retos golpistas del secesionismo catalán. Hay pasión y compasión en el texto acordado en Consejo de Ministros de ayer y leído por el presidente.

El adiós a ETA no es la ocasión de celebrar nada sino de releer a Aramburu ('Patria'). Así activamos la memoria amarga de medio siglo de terror

Nos emplaza a recordar a las víctimas del terrorismo, una a una, "en la singularidad irrepetible de sus vidas arrebatadas". Con mensaje sentido y contundente. El adiós a ETA no es la ocasión de celebrar nada sino de releer a Aramburu ('Patria', 'Los peces de la amargura'). Así activamos la memoria amarga de medio siglo mancillado por el asesinato, la extorsión, el chantaje, el secuestro y la humillación del diferente.

Por cuidada que estuviese la puesta en escena de la disolución de la banda, no hay forma de justificar la barbarie. La pretensión de blanquear la negrura etarra, como forma de reconocer su derrota sin que lo parezca, no incita a corear a los verdugos sino a rendir homenaje a quienes la sufrieron, directa o indirectamente, vivos o muertos a día de hoy.

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Solo faltaba que, tras la estrepitosa derrota de ETA, desactivada a lo largo de una larga y paciente labor de las fuerzas policiales, en nombre de la Democracia y el Estado de derecho que la banda quiso reventar, fuera la sufriente sociedad española la que tuviera que estar agradecida al activismo de unos criminales que, además, no lograron ninguno de sus objetivos.

Sobre los más de trescientos asesinatos sin autor, que se dice pronto, clama al cielo el silencio de los artesanos de la mentira teatralizada ayer en la Aquitania francesa. Solo ese dato justifica sobradamente el corte de mangas a la mediática operación y sus artistas invitados.

Miseria moral y fractura civil

Hasta las piedras rojas de Arrigorriaga saben del intento de camuflar ante la historia el estrepitoso fracaso de la ETA derrotada por el Estado. Lo malo es la huella de sangre, miseria moral y fractura civil que dejaron los 'gudaris' del infierno. Una hoja de servicios con ochocientas cincuenta y tres personas asesinadas y unos dos mil quinientos heridos.

Dicho sea de paso, ni rastro de cooperación con la Justicia entre los autores del montaje en Cambo-les-Bains. Es incompatible con cualquier señal de arrepentimiento, por remota que fuese, en sus cínicas disculpas selectivas y su llamamiento a seguir luchando por la independencia "con la honestidad de siempre", dice su fraudulenta declaración final.

Sobre los más de trescientos asesinatos sin autor, clama al cielo el silencio de los artesanos de la mentira teatralizada ayer en la Aquitania francesa

Por tanto, nada de venganza pero nada de perdón. Justicia, memoria histórica y eterno arropamiento a las víctimas. No muy diferente de la doctrina desempolvada por Zapatero en su denostada Ley de Memoria Histórica respecto a los crímenes franquistas, antecedente totalitario de una trama organizada que también asesinaba en nombre de la patria.

Foto: Fotografía de archivo tomada en el Parlamento vasco en Vitoria el 25 de octubre de 2001 de José Antonio Urruticoechea Bengoechea, 'Josu Ternera'. (EFE)

Esto es lo que, a propósito, dejó escrito un vasco universal, don Miguel de Unamuno: "Si Dios me da salud, quisiera barrer, con ayuda de todos aquellos que no tienen la venda de la pasión ante los ojos, la máquina formidable de quiméricas y fantásticas invenciones con que han echado a perder una historia sencilla de un pueblo cuya gloria es el ser pacífico, morigerado, laborioso y libre".

Ni paz ni perdón para los malvados. Solo justicia. Especialmente para quienes aún no pisaron los tribunales. Ahí me permito remedar la película de Urbizu. Antes hemos de ser capaces de sustituir la ira vengadora de Coronado ('No habrá paz para los malvados') por la justa reparación de los numerosos crímenes no esclarecidos. Con la ley en la mano, por supuesto. "No hubo ni habrá impunidad", dice Mariano Rajoy.

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