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Quim Torra y la reiteración delictiva
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Antonio Casado

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Quim Torra y la reiteración delictiva

El candidato a presidir la Generalitat está encantado en su papel de títere de alguien que huye de los jueces y de sus propios seguidores

Foto: Quim Torra. (EFE)
Quim Torra. (EFE)

Si hoy no suaviza su discurso del sábado, que resultó insuficiente para coronarse por mayoría absoluta, Quim Torra claveteará su apuesta por la reiteración delictiva: cumplir el anticonstitucional mandato del 1 de octubre, reactivar las leyes golpistas de la desconexión y abrir un proceso constituyente hacia la república catalana.

De momento, solo palabras. Se las volveremos a escuchar esta mañana, a modo de repesca por mayoría simple y mirando al tendido de la CUP. Pero si el espíritu y la letra del discurso se acaban convirtiendo en hechos venideros, el presidente interino de la Generalitat será carne de presidio más pronto que tarde. Y en el ámbito de la política, la desactivación del 155, al tomar posesión el nuevo Govern, se quedará en un mero paréntesis antes de volverse a reactivar.

Si el espíritu y la letra del discurso de Torra se convierten en hechos, el presidente interino de la Generalitat será carne de presidio

No hay otra, salvo que los guardianes de la legalidad usen una nueva vara de medir. La utilizada como consecuencia del golpe al Estado, perpetrado en octubre, tiene en la cárcel, huidos de la Justicia o en libertad provisional a 25 procesados con distinto grado de implicación en su malograda fantasía separatista. El motivo: dejar a medias lo que ahora quiere completar Quim Torra, con la eventual colaboración de Elsa Artadi (JxCAT) y Pere Aragonès, sus dos escuderos en el futuro Govern. Al menos en la letra y el espíritu de su discurso de investidura.

Todo ello, por obra y gracia del oráculo de Berlín. Entre los muchos imitadores del dedo de Franco, como metáfora del ordeno y mando que sobrevivió a la democracia del 78 e inspira a los charlatanes del populismo que nos invade, nadie brilló tanto y en tan poco tiempo como el 'expresident'.

Del todo por la patria del franquismo al todo por Puigdemont del soberanismo catalán. No solo casan en nombramientos digitales. También en su inflamado amor a la patria. Con intercambiable pasión tribal (‘primordialista’, como nos enseña Álvarez Junco) por verla temida, honrada, una, grande y libre.

De la chistera de Puigdemont ha salido esta obstinada vuelta a la pesadilla del ‘procés’ por persona interpuesta. En términos judiciales, una apuesta por la reiteración delictiva verbalizada por su guiñol ante el Parlament. Sin perjuicio de inocular más o menos ardor guerrero entre sus seguidores, agranda la fractura social de Cataluña, aleja la libertad provisional de los presos (Junqueras, entre ellos), frena el retorno de empresas desertoras, favorece la fuga de otras, congela la vuelta al autogobierno y crea condiciones para nuevos procesamientos.

Entre los muchos imitadores del dedo de Franco, como metáfora del ordeno y mando, nadie brilló tanto y en tan poco tiempo como el 'expresident'

Nada de eso preocupa al telonero de Puigdemont. Los problemas reales de los catalanes pueden esperar. Ninguna prisa por volver a la política de las cosas y aparcar las fantasías identitarias que han provocado el encarcelamiento de sus dirigentes, la ruptura larvada del propio bloque independentista una guerra civil ‘posmoderna’ entre los catalanes, y han arruinado la credibilidad financiera de Cataluña en el mundo. No pasa nada. Quim Torra está encantado en su papel de títere de alguien que huye de los jueces y de sus propios seguidores.

De las hechuras morales del hombre que hoy tendrá la confianza del Parlament para adornarse con el titulo de ‘molt honorable’, él mismo nos da la noticia. Ha reconocido que su fuente de legitimidad es el dedo de Puigdemont. Y además hace como si no se diera cuenta de que los suyos le toman por un personaje escaso de luces, demasiado burdo como para independizarse de su padrino y abrir una fecunda vía de diálogo político con el Gobierno de la nación.

Si hoy no suaviza su discurso del sábado, que resultó insuficiente para coronarse por mayoría absoluta, Quim Torra claveteará su apuesta por la reiteración delictiva: cumplir el anticonstitucional mandato del 1 de octubre, reactivar las leyes golpistas de la desconexión y abrir un proceso constituyente hacia la república catalana.

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