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Cataluña: Sánchez merece un voto de confianza
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Antonio Casado

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Cataluña: Sánchez merece un voto de confianza

Por la apelación al diálogo como método en el intento de serenar el conflicto catalán, el nuevo presidente del Gobierno se merece que se le otorgue este apoyo. Por el bien de todos

Foto: El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez (c), que preside el primer Consejo de Ministros y de Ministras de su gabinete. (EFE)
El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez (c), que preside el primer Consejo de Ministros y de Ministras de su gabinete. (EFE)

Desde un periódico de difusión nacional se acusaba ayer al nuevo Gobierno socialista de querer desmantelar la Constitución. Exceso valorativo de unas palabras de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, sobre posible reforma de nuestra Carta Magna. La propuesta se agota en sí misma, si no parte de una voluntad compartida con el PP, como es el caso.

Razón de más para otorgar un voto de confianza al Gobierno en su apelación al diálogo como método en el intento de serenar el conflicto catalán. Por el bien de todos. Dentro del vigente marco legal y siempre que esa vía tienda a consolidar el encaje político de Cataluña en el Estado y no a pactar su desconexión. Límites marcados hasta el aburrimiento por los nuevos responsables del Gobierno central.

Es inequívoca la motivación catalana o catalanista de la ministra Batet en su primer acto público después del nombramiento

Por otra parte, carece de sentido ventear la polémica cuando poco aclara la ministra sobre los aspectos eventualmente reformables, salvo una vaga referencia a la posibilidad de recuperar partes del Estatuto de Autonomía eliminados en su día por el TC. Tampoco se ha molestado en recordar que ese camino, a partir del modelo territorial, ya se está explorando en el seno de una comisión parlamentaria creada a instancias del PSOE.

Sin embargo, esas declaraciones han tenido un eco desmesurado.

Se explica. Es inequívoca la motivación catalana o catalanista de Batet en su primer acto público después del nombramiento. En Barcelona, junto al líder del socialismo catalán, Miquel Iceta, y en vísperas del encuentro del presidente del Gobierno, Sánchez, con el de la Generalitat, Torra.

La repercusión no solo ha sido mediática. A los teóricos socios del nuevo Gobierno en el frente anti-separatista del 155) les ha faltado tiempo para relacionar la “viable y deseable” reforma de la Constitución con un supuesto pago de favores al nacionalismo presente en el Congreso de Diputados.

Los dirigentes de Ciudadanos han perdido el sitio en la política nacional y se aferran al caladero españolista de Cataluña

Los más explícitos han sido los dirigentes de Ciudadanos, que han perdido el sitio en la política nacional y se aferran al caladero españolista de Cataluña acusando al nuevo Gobierno de pagar “la primera letra de la hipoteca” (moción de censura) en forma de privilegios para Cataluña.

De mayor calibre es la posición del PP, que sigue siendo el grupo mayoritario de las Cortes Generales y ninguna propuesta de reforma constitucional saldrá adelante sin su apoyo. Su vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, ha dicho que el nuevo Gobierno “quiere contentar a los independentistas”. Y el portavoz en la Comisión Constitucional, Francisco Martínez, anuncia que su grupo pedirá la urgente comparecencia de la ministra para que se explique en el Congreso.

Se podía haber ahorrado su insidiosa acusación de que el nuevo Gobierno se cuestiona el consenso del 78 por complacer a quienes le votaron en la moción

Es razonable la exigencia, pero se podía haber ahorrado su insidiosa acusación de que el nuevo Gobierno se cuestiona el consenso del 78 por complacer a quienes le votaron en la moción de censura. “Queremos saber si se pretende romper el pacto constitucional de 1978 para dar satisfacción a los independentistas o a Bildu”, dice.

Es, a mi juicio, una injusta atribución de intenciones, a sabiendas de que voces más autorizadas y con más peso político que Batet dentro del Gobierno, empezando por su presidente, han hecho reiterada profesión de fe en la Constitución como marco de cualquier salida dialogada al conflicto.

Desde un periódico de difusión nacional se acusaba ayer al nuevo Gobierno socialista de querer desmantelar la Constitución. Exceso valorativo de unas palabras de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, sobre posible reforma de nuestra Carta Magna. La propuesta se agota en sí misma, si no parte de una voluntad compartida con el PP, como es el caso.

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