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Sánchez y el embajador Morenés
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Antonio Casado

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Sánchez y el embajador Morenés

Sánchez debe alinearse con el embajador en su valiente defensa de la democracia española y, por supuesto, arropar institucionalmente a Felipe VI

Foto: El embajador de España en Washington, Pedro Morenés, este jueves. (EFE)
El embajador de España en Washington, Pedro Morenés, este jueves. (EFE)

Por un lado, la valiente actitud del embajador Morenés frente al insidioso discurso de Torra en Washintgton. Por otro, los desprecios del soberanismo a la figura del rey de España en los Premios Princesa de Gerona. Las dos situaciones ponen a prueba la condición de “hombre de Estado”, que se atribuye el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

No tengo ninguna duda de que estará a la altura de las circunstancias. Si quiere acreditarse en dicha condición, no tiene más que un camino: alinearse con el embajador en su valiente defensa de la democracia española y, por supuesto, arropar institucionalmente a Felipe VI, que se ha convertido en el objeto de las iras del independentismo catalán.

Foto: Rueda de prensa Pedro Sánchez tras su primer cumbre europea (EFE)

Lo que ha hecho Morenés en Washington es lo que el propio jefe del Estado ya hizo en su memorable discurso del 3 octubre, cuando salió al paso de las ilegales pretensiones soberanistas y cuando recordó a los poderes públicos su deber de garantizar el orden constitucional. O lo que hizo, desde las antípodas ideológicas a Morenés, el actual ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, cuando se dirigió a los manifestantes convocados por Societat Civil Catalañana (SCC) el 8 de octubre del año pasado: “Todos tenemos un poco de culpa por haber callado demasiado”, dijo entonces.

Ergo, no puedo imaginar que Sánchez se descuelgue del hilo conductor de los tres ejemplos mencionados (el Rey, el embajador, el ministro). Y ese hilo no es otro que la firme defensa de la Constitución y la contundente descalificación de quienes quieren reventarla de forma unilateral. Ya lo hizo en su alineamiento con las fuerzas comprometidas con la legalidad cuando se decidió la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Y también en la trepidante sesión plenaria del miércoles pasado en el Congreso.

placeholder Los Reyes Felipe y Letizia en la ceremonia de entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona.
Los Reyes Felipe y Letizia en la ceremonia de entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona.

Como ya tengo escrito, a Sánchez le sobrevuela una nube tóxica de unos supuestos pactos con quienes le hicieron presidente y que casualmente son declarados enemigos de la Constitución y el régimen del 78. Malas compañías que le invitan a compartir el camino hacia un Estado más hospitalario con quienes quieren romper con España, como Quim Torra ha vuelto a acreditar en su reciente y desafortunado paso por Washington.

Ya sabemos que el presidente del Gobierno no lo comparte, pero tendría que esforzarse en hacer que lo parezca. Ahora tiene una magnifica ocasión. Pasa por reconocer, subscribir, defender, ensalzar y aplaudir las palabras del embajador de nuestro país en Washington, Pedro Morenés, cuyo cantado cese (es puesto de confianza política) podría interpretarse como una desautorización de sus palabras ante las mentiras previas de Torra en el mismo foro. Y eso sería una baza que el independentismo utilizaría con toda seguridad.

A Sánchez le sobrevuela una nube tóxica de unos supuestos pactos con quienes le hicieron presidente y que son enemigos de la Constitución

Bastaría con explicarlo y demorar ese cese en los planes de renovación de embajadores que tiene en cartera el actual ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, único miembro del Gobierno que hasta ahora ha sido inequívoco respecto a lo ocurrido en la capital federal de los Estados Unidos: “Morenes ha hecho lo que hubiera hecho cualquier embajador de España”.

Pero uno sigue echando de menos una reacción personal del Sánchez, que desde Bruselas se limitaba a decir que “en España no hay presos políticos”, aunque el incidente no frenará sus esfuerzos por reconducir el conflicto catalán. Poca cosa me parece para salir al paso de una sobreactuación protagonizada por Torra y sus seguidores en Washington, mientras la línea oficial de la Generalitat insiste en que no dar ni un paso atrás en su objetivo de avanzar hacia la independencia.

Por un lado, la valiente actitud del embajador Morenés frente al insidioso discurso de Torra en Washintgton. Por otro, los desprecios del soberanismo a la figura del rey de España en los Premios Princesa de Gerona. Las dos situaciones ponen a prueba la condición de “hombre de Estado”, que se atribuye el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Quim Torra Rey Felipe VI Catalán