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Mantequilla sin bombas para la bahía de Cádiz
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Antonio Casado

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Mantequilla sin bombas para la bahía de Cádiz

“A pesar del amor que sentimos por la paz, no podemos disparar con mantequilla, pero sí con cañones”, decía el siniestro Goebbels

Foto: Manifestación de los trabajadores de Navantia en la bahía de Cádiz. (EFE)
Manifestación de los trabajadores de Navantia en la bahía de Cádiz. (EFE)

Margarita Robles explicará esta tarde en el Senado que no ha sido precisamente el Ministerio de Defensa el que ha creado el malestar de los trabajadores de San Fernando. Pero dirige un ministerio de Estado y no podrá ser muy explícita en su intento de desactivar el culebrón surgido en el precalentamiento electoral de Andalucía. Incluido el fuego amigo, por interés político en unos casos y por desconocimiento en otros.

Cuando a principios de la semana pasada se filtró que se estaban revisando cientos de contratos heredados del anterior Gobierno, algunos se precipitaron al dar por hecho que corrían peligro los 6.000 puestos de trabajo en la bahía de Cádiz, garantizados por la construcción de cinco corbetas (casi 2.000 millones de euros, en un contrato aún no cerrado del todo), si España cancelase otro menor por la fabricación de 400 bombas láser (nueve millones de euros) que Arabia Saudí podría poner a disposición de sus amigos suníes de Yemen.

Aunque se cancelase, es un 'contratito' por una cantidad que un príncipe saudí se gasta en un fin de semana en Marbella

No parece que vaya a cancelarse, en un cuadro de relaciones políticas y comerciales con ese país que están vigentes, que van a continuar y que desbordan ampliamente el alcance de ese preciso contrato. Y aunque se cancelase, hablamos de un 'contratito' por una cantidad que un príncipe saudí se gasta en un fin de semana en Marbella.

La aportación española de esas armas es insignificante frente a la de EEUU, Francia y Reino Unido, como señalaba el 'New York Times' hace menos de 15 días. El prestigioso diario se preguntaba en su edición del pasado 28 de agosto: “¿Por qué las bombas norteamericanas matan civiles en Yemen?”.

En el artículo, firmado por el 'editorial board' (consejo de redacción), se alude a las implicaciones morales del asunto a escala internacional, a sabiendas de las violaciones de las leyes de la guerra en Yemen por parte de Arabia Saudí y sus aliados. Y ese es el sesgo del debate desencadenado en España, precisamente cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, celebra los 100 primeros días del Gobierno socialista anunciando que la “coherencia” será la clave de su proyecto de cambio.

Si no se cancelase el contratito, tendríamos que remitirnos a un sistema de valores que está mostrando síntomas alarmantes de fatiga

O sea, que si no se cancelase el dichoso contratito, tendríamos que remitirnos —no somos los únicos, como vemos por el articulo del 'NYT'— a un sistema de valores (Declaración Universal de los DDHH, sin ir mas lejos) que está mostrando síntomas alarmantes de fatiga.

Recordemos también el famoso mantra “cañones o mantequilla”, concebido originalmente por un secretario de Estado del presidente Wilson, sabedor de que el nitrato de sodio era imprescindible para fertilizar los campos pero también para la fabricación de la pólvora. Así que, cuando EEUU entró en la primera guerra europea, reguló el dilema en una Ley de Defensa Nacional (1916) que facultaba al Departamento de Agricultura a incentivar la producción de nitratos “en tiempos de guerra para munición y en tiempos de paz para fertilizante”.

El mantra fue repicado luego por economistas como Samuelson y Ricardo. Solo a efectos económicos, poniendo los sistemas productivos ante otro tipo de dilema: el de orientarse hacia 'lo que nos gusta' o hacia 'lo que nos conviene'.

La aportación española de esas armas es insignificante frente a la de EEUU, Francia y Reino Unido

“A pesar del amor que sentimos por la paz, no podemos disparar con mantequilla, pero sí con cañones”, decía el siniestro Goebbels (17 de enero de 1936), cuando los santones de la industria alemana ya habían decidido incubar el huevo de la serpiente (léase 'El orden del día', Eric Vuillard, Tusquets, 2018).

Nadie podía haber tan eficiente a la hora de poner ante los ojos del mundo las implicaciones morales de un debate hasta entonces ceñido a la maximación de beneficios y el llamado coste de oportunidad, de naturaleza estrictamente económica.

Margarita Robles explicará esta tarde en el Senado que no ha sido precisamente el Ministerio de Defensa el que ha creado el malestar de los trabajadores de San Fernando. Pero dirige un ministerio de Estado y no podrá ser muy explícita en su intento de desactivar el culebrón surgido en el precalentamiento electoral de Andalucía. Incluido el fuego amigo, por interés político en unos casos y por desconocimiento en otros.

Arabia Saudí Cádiz Margarita Robles