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Aznar, contra el eje del mal
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Antonio Casado

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Aznar, contra el eje del mal

Viniendo como viene de la mejor escuela de lucha contra fuerzas oscuras, eran previsibles los revolcones a lo que va quedando de la hidra roja

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar (arriba) comparece ante la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la supuesta financiación ilegal del PP. (EFE)
El expresidente del Gobierno José María Aznar (arriba) comparece ante la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la supuesta financiación ilegal del PP. (EFE)

El paso del expresidente del Gobierno José María Aznar por la comisión encargada de rastrear en la corrupción del PP sirvió para zarandear políticamente a un Congreso por lo general aburrido. No esperábamos menos de un fajador curtido en la lucha por el poder y las frustraciones mal curadas.

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Viniendo como viene de la mejor escuela de lucha contra fuerzas oscuras (Maura, Primo, Gil Robles, Franco, Fraga le precedieron en la lucha contra los enemigos del orden), eran previsibles los revolcones a lo que va quedando de la hidra roja.

Que 12 de las 14 personas que salen en la foto de uno de los gobiernos de Aznar estén judicialmente salpicadas no le impidió echar balones fuera. Ni forzar los músculos de la cara para asegurar que “nadie puede decir que en mi mandato no se cumpliera la ley de una forma escrupulosa”.

Con el tono desganado de quien camina medio metro por encima, venció la pereza para ponerse al nivel de los demás. Y luego lo fue negando todo

Con el tono desganado de quien camina medio metro por encima del resto, venció la pereza para ponerse al nivel de los demás. Y luego lo fue negando todo: sobres, cajas B, financiación ilegal, mordidas. Su credencial, que jamás fue llamado por ningún juez en relación con malas prácticas en el ejercicio de la vida publica. Así que los distintos portavoces se fueron indignando por turnos ante el axiomático lavado de manos del expresidente.

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Simancas (PSOE) estuvo voluntarioso, pero no logró que el bicho entrase al trapo. Ni siquiera cuando le provocó citando a los quejosos compañeros que acusan furtivamente a Aznar de haberse tenido que comer “toda su mierda”. El interesado hizo como si no lo hubiera oído. Y luego puso en marcha el ventilador, recordando que Filesa fue antes que Gürtel, para rematar con los 320 cargos socialistas hoy por hoy afectados por los ERE.

Ni de lejos se reconoció en la pieza central del caso Gürtel (51 años de cárcel para 29 acusados), la que describe un entramado de corrupción y condena al PP “a título lucrativo”, a pesar de haberse fraguado durante su mandato. Aunque no tanto como para calificar de “corrupto” a su partido, porque el caso “solo afecta a dos ayuntamientos de Madrid” y la sentencia está recurrida ante el Supremo.

La temperatura verbal se disparó cuando tuvo que enfrentarse al eje del mal. Consiguió desarbolar a sus portavoces con cínicas detonaciones verbales

La temperatura verbal se disparó cuando el expresidente tuvo que enfrentarse al eje del mal. A fe que consiguió desarbolar a sus portavoces con cínicas detonaciones verbales. A saber: “Yo no tengo que pedir perdón por nada” o “las finanzas del partido no eran cosa mía”. Y una total falta de pudor para refugiarse en la presunción de inocencia y avalarse a sí mismo en su compromiso con la decencia: “He luchado tajantemente contra la corrupción”. Cuestión de fe: creer lo que no vimos.

Foto: El diputado de ERC Gabriel Rufián, en el Congreso, donde ha comparecido José María Aznar. (EFE)

Su incapacidad de pedir disculpas por los numerosos casos de corrupción enredados a las siglas de su partido se vio compensada por la inofensiva agresividad de quienes hablaban en nombre de fuerzas políticas contrarias al orden constitucional. Aznar no paró de recordarlo con certeros sartenazos: el golpismo de Rufián, el linaje terrorista de Oskar Matute (Bildu) y el peligro que Iglesias (Podemos) supone para la democracia española.

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Fue de alquilar balcones asistir a estos tres cruces. Son los que pusieron el mayor grado de tensión a una sesión de más de cuatro horas que acabó derivando en ensayo general para un debate del estado de la nación.

Dicho sea porque lo que en principio había de ser una indagatoria parlamentaria sobre la corrupción en el PP acabó siendo un debate sobre asuntos de la política nacional pasada y presente, donde no faltaron la foto de las Azores, el terrorismo de ETA, la moción de censura de Sanchez, las propiedades de la Iglesia, el régimen de incompatibilidades, el conflicto catalán, la venta de armas a paises en conflicto, etc.

Nadie hubiera creído que, como él dijo, “ya estoy fuera de la política”.

El paso del expresidente del Gobierno José María Aznar por la comisión encargada de rastrear en la corrupción del PP sirvió para zarandear políticamente a un Congreso por lo general aburrido. No esperábamos menos de un fajador curtido en la lucha por el poder y las frustraciones mal curadas.

José María Aznar