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Independentismo: se rompió de tanto usarlo
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Antonio Casado

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Independentismo: se rompió de tanto usarlo

Ni el Govern está “fuerte y unido” ni la estabilidad está garantizada, como decían Torra y Aragonès hace cuatro días

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Ayer se rompió el independentismo catalán de tanto usarlo. No solo por la parte de los CDR y la CUP: “Desobediencia o dimisión. Si estás cansado, vete”, gritan a Torra sus propios ‘escamots’ ante unos ‘mossos’ que se sintieron “desbordados y vendidos” en un reciente intento de asalto al Parlament. Ahora se trata de ERC, liderada desde la cárcel por Oriol Junqueras, harto de que las instituciones catalanas hayan sido confiscadas por el narcisismo de Carles Puigdemont.

Aunque el fugado quiere ser Ulises, MacArthur o Tarradellas tirando por lo bajo, en la búsqueda del camino de vuelta, se quedará en el caudillo que dejó a sus seguidores a los pies de los caballos del represor Estado español mientras él hacía turismo patriótico con un lazo amarillo en la solapa.

Foto: El presidente del Parlament, Roger Torrent. (EFE)

Así que ni el Govern está “fuerte y unido” ni la estabilidad está garantizada, como decían Torra y Aragonès hace cuatro días. Va a resultar que su Waterloo no estaba cerca de Bruselas sino en el Parque de la Ciudadela, emplazamiento del Parlament, donde la causa se comió a los causantes en la última sesión del debate de política general, celebrado a trancas y barrancas a lo largo de la semana más negra del soberanismo.

El caos del jueves pasado se repitió en la jornada de ayer, la prevista para la votación de resoluciones. No pudo ser más desalentadora para los defensores de la Cataluña una, grande y libre. Once votaciones perdidas, mientras iban cayendo sus más venerados banderines de enganche: desde el derecho de autodeterminación a la reprobación del Rey, pasando por la condena del Estado y la violencia policial del 1-O.

El Parlament rechaza la autodeterminación de Cataluña

No ha sido inesperada caída del caballo sino por la confluencia de dos razones personales reñidas entre sí. Por un lado, la resistencia del presidente del Parlament, Roger Torrent, a entrar en la cárcel y perder su posición política. Por otro, la negativa de Puigdemont y tres diputados más de su grupo a ser sustituidos por una decisión judicial de carácter suspensivo.

La negativa de Torrent a desoír el dictamen de los letrados (votar por sustitución, sí, pero no por delegación, pues no se puede delegar lo que no se tiene) se escenificó en la Mesa de la Cámara, con el respaldo del diputado socialista y el otro de ERC, la abstención de los dos representantes de Ciudadanos y el voto contrario de los dos de JxCAT. Trasladado al hemiciclo (135 votos), resultó que la hasta ahora recurrente mayoría independentista (70 diputados) se quedó reducida en cinco votos: los cuatro insumisos de JxCAT y uno de ERC (Toni Comin, huido en Bruselas). Lo cual privó de suficiente apoyo parlamentario al plan de hacer efectiva la “república del 1 de octubre”.

Después de asomarse al abismo, a los independentistas les queda un futurible como elemento de cohesión. Su cuento de la lechera es una condena de los dirigentes procesados por rebelión y otros presuntos delitos. A más pena, más posibilidades de recomponer la unidad malograda a la primera ocasión de incurrir en delito de desobediencia.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont participa en una charla en la Universidad de Ámsterdam. (EFE)

En Moncloa toman nota de que ERC ha perdido la paciencia y vuelven a confiar en que pueda frenar la confrontación con el Estado, aun sabiendo que su intención es la de ensanchar la base social del independentismo hasta que el Estado no pueda negarse a pactar una consulta sobre el futuro político de Cataluña.

De momento, el Gobierno de Sánchez celebra que los principales actores de ERC (Junqueras, Aragonès, Torrent, Tardà) sean consecuentes de una vez por todas con su declarado pragmatismo. A saber: repliegue táctico impuesto y nada de prisas ni plazos, que solo trajeron desgracias a la causa.

De momento, el Gobierno de Sánchez celebra que los principales actores de ERC sean consecuentes de una vez por todas con su declarado pragmatismo

Por medio puede cruzarse una nueva llamada a las urnas, donde vuelvan a medir sus fuerzas en un nuevo reparto de cartas las dos fuerzas principales del nacionalismo catalán, los republicanos de Junqueras y los divididos neoconvergentes de Puigdemont. A ese respecto, todos en estado de alerta ante la fecha del 27 de octubre. Es el aniversario de la declaración de la república independiente de Cataluña. Pero también es el primer día que Torra puede convocar elecciones (un año desde la anterior convocatoria). Serían las quintas en ocho años.

Ayer se rompió el independentismo catalán de tanto usarlo. No solo por la parte de los CDR y la CUP: “Desobediencia o dimisión. Si estás cansado, vete”, gritan a Torra sus propios ‘escamots’ ante unos ‘mossos’ que se sintieron “desbordados y vendidos” en un reciente intento de asalto al Parlament. Ahora se trata de ERC, liderada desde la cárcel por Oriol Junqueras, harto de que las instituciones catalanas hayan sido confiscadas por el narcisismo de Carles Puigdemont.

Cataluña Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)