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PGE 2019: en manos del soberanismo catalán
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Antonio Casado

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PGE 2019: en manos del soberanismo catalán

El Gobierno conecta con sus votantes al calor de dos lemas bien traídos: poner a las personas en el centro de la política y apostar por el Estado de bienestar

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras firmar en el Palacio de la Moncloa el acuerdo sobre el proyecto de Ley de Presupuestos. (EFE)
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras firmar en el Palacio de la Moncloa el acuerdo sobre el proyecto de Ley de Presupuestos. (EFE)

Las luces del proyecto presupuestario (el Consejo de Ministros extraordinario lo somete hoy al plácet de Bruselas) son las de la coherencia socialdemócrata. De ahí la ira neoliberal escasamente contenida por los dirigentes del PP, al detectar en el proyecto “la semilla de una nueva crisis económica”.

“O los tumba la UE o estos PGE tumban a España” es el sermón catastrofista de Pablo Casado. Interesado, por supuesto, y un tanto imprudente, a mi juicio. Pero tiene lógica. Demuestra que el Gobierno conecta con sus votantes al calor de un lema bien traído: poner a las personas en el centro de la política. Se reconocen en la apuesta por el Estado del bienestar después de los zarpazos recibidos durante los siete años de reinado del PP en nombre de la recuperación económica.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (i), conversa con el diputado del PNV Aitor Esteban (c). (EFE)

Esas son las luces, en la perspectiva de unas cuentas públicas de incierto desenlace cocinadas desde la izquierda. Las sombras las proyectan los costaleros de Sánchez. En este caso, no tanto el ‘socio preferente’ (Podemos), cuya aversión al régimen del 78 y la monarquía parlamentaria queda aparcada a favor de causas más apremiantes.

El destronamiento del Rey y la sociedad sin clases soñados por Iglesias y Garzón (Alberto, se entiende, no vayamos a liarla) pueden esperar. Lo urgente es mejorar las condiciones de vida de las capas sociales más desfavorecidas en régimen salarial, empleo, dependencia, igualdad, sanidad, conciliación familiar, alquileres, acceso a la enseñanza superior, y tantos otros logros recientemente ofrecidos en sacrificio ante el altar del rigor fiscal a costa de los paganos de siempre.

La imagen de Sánchez va cargada con la embarazosa apariencia de estar en manos del independentismo para seguir en Moncloa

El escollo radica en los otros sostenedores parlamentarios del Gobierno Sánchez. Al revés de lo que ocurre con los objetivos máximos del populismo podemita, los nacionalistas entienden que la autodeterminación de Cataluña y la exculpación de sus dirigentes fugados o encarcelados es más importante que echar una mano a los catalanes (2.200 millones de euros de inversión previstos en esta comunidad autónoma) y al resto de los españoles para mejorar su calidad de vida.

Ergo, si el Gobierno no coopera con quienes quieren romper España ni pide a la Fiscalía un trato deferente con los dirigentes independentistas procesados por el Tribunal Supremo, no habrá Presupuestos para el año 2019. Sería la consecuencia del no de los 17 diputados nacionalistas (exconvergentes y republicanos), en castigo al Gobierno por desoír sus exigencias.

Los Torra, Puigdemont, Junqueras, Aragonès, Tardà y Rufián no paran de recordar que su apoyo al proyecto de Sánchez no será gratis

Atención, pregunta: ¿significará que el Gobierno las ha atendido si al final esos diputados votan a favor del proyecto?

Ciudadanos y PP no perderían un segundo en volver a dar la matraca con su discurso sobre hipotecas, peajes, chantajes, pactos secretos, supuestamente contraídos por Sánchez. Solo una expresa y clara desvinculación del voto nacionalista respecto a tales exigencias podría atenuar la embarazosa apariencia de un presidente Sánchez en manos del independentismo para seguir en Moncloa. Pero no ha ocurrido ni hay señales de que vaya a ocurrir. Por el contrario, los Torra, Puigdemont, Junqueras, Aragonès, Tardà y Rufián no paran de recordar que su apoyo al proyecto de Sánchez no será gratis.

Dice la ministra de Hacienda, Maria Jesús Montero, que las cuestiones identitarias y judiciales no pueden cruzarse de ninguna manera en una discusión presupuestaria. No pueden, no deben. Pero se cruzarán, me temo. Sería el final del corto camino que los analistas aventuran al proyecto, cuyas cifras de referencia, incluido el compromiso de déficit publico, conoceremos tras el Consejo de Ministros extraordinario de hoy en Moncloa.

Las luces del proyecto presupuestario (el Consejo de Ministros extraordinario lo somete hoy al plácet de Bruselas) son las de la coherencia socialdemócrata. De ahí la ira neoliberal escasamente contenida por los dirigentes del PP, al detectar en el proyecto “la semilla de una nueva crisis económica”.

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