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El 'puto amo' y su ronda con los nacionalistas
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Antonio Casado

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El 'puto amo' y su ronda con los nacionalistas

Hoy toca referirse a los contactos de Pablo M. Iglesias (el ‘puto amo', en ocurrente caracterización del PP) con los líderes del nacionalismo periférico

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, atiende a los medios de comunicación a su salida de la prisión de Lledoners. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, atiende a los medios de comunicación a su salida de la prisión de Lledoners. (EFE)

Lo malo de la política nacional desde el salto a la fama de Pedro Sánchez es que el minuto y resultado pasa por lo que dicen y hacen quienes lo hicieron posible. Y siguen haciendo posible la continuidad del Gobierno socialista en el poder. Equivale a constatar que la marcha del país depende de independentistas catalanes y populistas de Podemos. Dos fuerzas poco interesadas en apuntalar las instituciones servidoras de la forma (monarquía parlamentaria) y el fondo (Estado social y democrático de derecho) de eso que llamamos España.

Hoy toca referirse a los contactos de Pablo M. Iglesias (el ‘puto amo', en ocurrente caracterización del PP) con los líderes del nacionalismo periférico. El viernes pasado, con Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners. Ayer, con Puigdemont vía telefónica. Y hoy, en Vitoria, con el lendakari Urkullu. Para convencerlos de que les conviene apoyar con sus 22 diputados (nueve de ERC, ocho exconvergentes y cinco del PNV) el proyecto de PGE 19 cocinado por el Gobierno con Podemos.

El matiz viene después, como cantaba Ana Torroja. Dejando al margen al PNV, dispuesto a colaborar si se mantienen los compromisos adquiridos en el malogrado proyecto presupuestario del Gobierno Rajoy, el escollo sigue siendo el de las exigencias de los independentistas catalanes, en forma de condición ‘sine qua non’ para apoyar los PGE. En eso hablan con una sola voz, a pesar de las desavenencias internas. Que el Gobierno inste a la Fiscalía a retirar las acusaciones contra los dirigentes procesados. Y la excarcelación de los que sufren prisión preventiva por un tiempo inusualmente prolongado.

Las exigencias nacionalistas le parecen razonables a Iglesias, el ‘mediador’ (objetivamente lo es, al margen de que lleve o no un mandato de Moncloa)

Exigencias que a Iglesias, el ‘mediador’ (objetivamente lo es, al margen de que lleve o no lleve un mandato expreso de Moncloa), le parecen razonables. Después de hablar con Junqueras el viernes pasado, vino a decir que ahora le tocaba al Gobierno moverse. O sea, cumplir. So pena de caer en el bucle que, insisto, siempre aparece en el minuto y resultado de la política nacional. A saber: si no hay 'gestos', no hay PGE. Y si no hay PGE, peligra la estrategia de Sánchez, inspirada en el deseo de retener el poder sin prematura vuelta a las urnas.

También peligra, atención, la estrategia de Iglesias que, mirando a la próxima legislatura, pasa por ser vicepresidente del Gobierno en venidera coalición de izquierdas liderada por el PSOE de Sánchez. “Nos preparamos para gobernar España en 2020”, dijo ante el consejo ciudadano estatal de Podemos a primeros de octubre.

Han tomado tanto vuelo las exigencias respecto a sus dirigentes procesados, que si se cumplieran nadie lo atribuiría al funcionamiento judicial

El cántaro de la lechera se puede romper en mil pedazos si el rechazo de los PGE en el Congreso le impide ampliar su base electoral —y la del PSOE, por cierto— por cuenta de las medidas sociales incluidas en el proyecto que ahora está siendo examinado por la Unión Europea. Pero también se puede romper si una eventual aprobación de los PGE viene acompañada por ‘gestos’ exigidos como precio al apoyo del independentismo. Han tomado tanto vuelo político y mediático las exigencias respecto a sus dirigentes procesados, encarcelados en su caso, que si alguna de ellas se cumpliera ya nadie lo atribuiría al normal funcionamiento judicial o de la Fiscalía.

Todo ello con la colaboración de Sánchez y sus ministros que, con unas u otras palabras, dicen sentirse incómodos viendo en la cárcel a los dirigentes independentistas, que la culpa la tiene el Gobierno del PP por haber judicializado el problema y que convendría indultar a los hoy procesados si en el futuro fueran condenados por el Tribunal Supremo.

Viento en las velas del PP y Ciudadanos, que no tardarían ni medio minuto en denunciarlo como una cesión al permanente chantaje de los enemigos de España.

Lo malo de la política nacional desde el salto a la fama de Pedro Sánchez es que el minuto y resultado pasa por lo que dicen y hacen quienes lo hicieron posible. Y siguen haciendo posible la continuidad del Gobierno socialista en el poder. Equivale a constatar que la marcha del país depende de independentistas catalanes y populistas de Podemos. Dos fuerzas poco interesadas en apuntalar las instituciones servidoras de la forma (monarquía parlamentaria) y el fondo (Estado social y democrático de derecho) de eso que llamamos España.

PNV Oriol Junqueras Carles Puigdemont