Arrimadas: una estrella de la política nacional

La irrupción de Inés Arrimadas en los circuitos mediáticos y políticos nacionales del fin de semana confirma y reconfirma el formidable peso del conflicto catalán en la campaña del 28 de abril. También confirma la voluntad de aprovecharlo al máximo por parte de Ciudadanos, ganador de las últimas elecciones autonómicas y primera fuerza política de inequívoco compromiso constitucional en Cataluña.

El sábado, en la plaza de la Villa de Madrid, junto al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Y el domingo, en Waterloo (Bélgica) frente a Carles Puigdemont, alma errante del independentismo. Serán los primeros actos públicos de Arrimadas como cabeza de lista por Barcelona en las generales del 26 de abril. A la espera de una inminente confirmación (un alto dirigente de Cs me lo da por hecho), ya está en boca de todos.

Arrimadas viaja a Waterloo para decir a Puigdemont que "la república no existe" y que "no es presidente de nada". Pero entonces, ¿por qué confronta con él?

Lo de Madrid va de suyo. Lo otro es discutible y discutido. El programa de Waterloo incluye canutazos a los medios frente a la residencia del 'expresident' por la mañana y acto de partido por la tarde. Para decirle que "la república no existe" y que "no es presidente de nada", solo "un fugado de la Justicia", según declara la dirigente de Cs. ¿Y entonces, por qué confronta con él?

"Es una insensatez que solo beneficia a los radicales", sostiene Moncloa. No mayor, por cierto, que la del Gobierno por generar falsas esperanzas a los separatistas con su nada rentable política de apaciguamiento, pero esta vez lleva razón. Y no tanto por suponer que este viaje internacionaliza la confrontación mientras el Tribunal Supremo la está desactivando, como dice la ministra Celáa, sino porque revienta el sabio principio de Steiner: "Lo que no se nombra, no existe".

De nuevo, ay, las trampas de la relación entre pensamiento y lenguaje. Si la república catalana no existe lo suyo es ignorarla. Si la nombramos, aunque sea para denostarla, le estamos dando carta de naturaleza. Puigdemont lo sabe perfectamente. Así que está encantado con el viaje de Arrimadas.

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Por eso le faltó tiempo para invitarla a su casa de Waterloo y hablar de política como dos personas civilizadas. Arrimadas se justifica con su rotunda negativa. Sí, pero al fugado de la justicia le da ocasión de ejercer de anfitrión educado, "como miembro del Parlament que soy", frente a invitada insociable. Un regalo para la causa de las soluciones dialogadas que atiborran el discurso del separatismo catalán.

Esa especie de rueda de prensa frente a la casa del fugado, prevista para el domingo por la mañana, podría verse a la luz de los manuales sobre la provocación como herramienta política. Pero tampoco se trata de eso en una cita convencional con micros y cámaras de los informadores.

Arrimadas tendrá que cargar con el reproche de ir a las generales sin haber hecho los deberes como alternativa al independentismo en Cataluña

Frente a la farsa, otra farsa. Como han hecho en varias ocasiones Boadella y su 'troupe', que son farsantes profesionales en el más noble sentido del viejo y dignísimo oficio del actor. Pero lo de Arrimadas nada tiene que ver con una 'performance'. Niega que sea un montaje. Así que si va en serio tiene todas las de perder ante el guía y supervisor de una gran patraña.

En vísperas de su salto a la política nacional con el objetivo de "echar de la Moncloa a Sánchez y sus socios separatistas", sus cálculos son más optimistas. Pero tendrá que cargar con el bien documentado reproche de ir a las elecciones generales sin haber hecho los deberes como alternativa al independentismo tras la victoria electoral de Ciudadanos en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017.