Es noticia
Así es el grito de la otra España en Madrid
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

Así es el grito de la otra España en Madrid

La España silenciosa, vacía y desahuciada alzó la voz sin muchos motivos para creer que, ahora sí, los poderes públicos acudirán a rescatarla del olvido

Foto: La manifestación de 'La revuelta de la España vaciada'. (EFE)
La manifestación de 'La revuelta de la España vaciada'. (EFE)

Nunca fue repicado con tanta propiedad el canto machadiano sobre nuestras dos almas. Una de ellas, la España silenciosa, vacía y desahuciada, alzó la voz en Madrid sin demasiados motivos para creer que, ahora sí, los poderes públicos acudirán a rescatarla del olvido en los programas electorales y el BOE.

Había que hacerlo, por la mejor disposición al compromiso que en vísperas electorales muestran quienes gobiernan o aspiran a gobernar. Sobre todo si la prima política que la ley otorga a las pequeñas provincias (103 escaños en las 28 menores), justo en nombre de la cohesión territorial, condiciona una campaña como nunca antes había ocurrido.

Foto: Un momento de la marcha de la 'España vaciada', que ha congregado a miles de personas. (EFE)

Pero las plataformas organizadoras de la manifestación, animosas, transversales y despolitizadas, no han espantado el temor de que el grito se congele en los telediarios del domingo y hasta más ver las quejas. Hasta más ver el lamento de la España desprotegida que languidece como en un relato de Julio Llamazares (ay, su maravillosa y premonitoria 'La lluvia amarilla').

El temor está sobradamente justificado. Han pasado 12 años desde la última vez que un Gobierno quiso mejorar el medio rural y el bienestar de sus gentes “asegurando servicios públicos adecuados y suficientes que garanticen la igualdad de oportunidades”. Pero se quedaron en papel mojado los 40 artículos distribuidos en cuatro títulos y nueve disposiciones complementarias, amén de una larga exposición de motivos, de la Ley 45/2007 (Desarrollo Sostenible del Medio Rural).

Las asociaciones, transversales y despolitizadas, no espantan el temor de que el grito se congele en los telediarios del domingo y hasta más ver las quejas

Tampoco se tradujo en medidas concretas el hecho oficialmente reconocido de que falta una política propia de complementariedad entre medio rural y medio urbano, aparte de los mandatos de la UE. Ni el hecho oficialmente pregonado de que en esa otra España se encuentran nuestros mejores recursos naturales y una buena parte del patrimonio cultural.

Lo cierto es que la despoblación ha castigado durante estos últimos años a los municipios pequeños y medianos, con sensibles recortes en la prestación de servicios, en aras del freno al déficit público. Y lo cierto es que, coincidiendo con la 'revuelta' en defensa de la 'España vaciada' (100.000 personas, según las asociaciones organizadoras), todos los partidos políticos han participado este fin de semana en una carrera de sacos por ver quién empatizaba más con los manifestantes.

Han pasado 12 años desde la última vez que un Gobierno quiso mejorar el medio rural y el bienestar de sus gentes. Pero la ley quedó en papel mojado

El Gobierno, que aún conserva los consabidos 'viernes sociales' del Consejo de Ministros como palanca electoral, se descolgó en vísperas de la marcha con un plan de ochenta y tantas medidas que actualiza las intenciones de la malograda ley de 2007 y que en realidad es un borrador destinado a ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas para que quiten y pongan antes de que una próxima conferencia de presidentes debata la estrategia nacional frente al reto democrático.

Sin servicios, sin conectividad, sin expectativas laborales para la juventud, la otra España se desangra. Y solo un pacto de Estado serio, efectivo, puede frenar el drama de la despoblación y el abandono de la zona rural. E incluso de las pequeñas ciudades, cuyos censos tienden a disminuir mientras que en las grandes tienden a aumentar.

Dicho por un nacido en el Valle de Vidriales, a la sombra muda del majestuoso pico Teleno, donde los lobos y las jaras llegan hasta las casas, en metáfora insumisa de la naturaleza frente a la insolencia del hormigón, el semáforo y la mordida. Y donde la despoblación pasa factura en ese olvidado reino de la quietud y el rumor del viento enamorado de los chopos.

Nunca fue repicado con tanta propiedad el canto machadiano sobre nuestras dos almas. Una de ellas, la España silenciosa, vacía y desahuciada, alzó la voz en Madrid sin demasiados motivos para creer que, ahora sí, los poderes públicos acudirán a rescatarla del olvido en los programas electorales y el BOE.

Madrid