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El nacionalpopulismo, fuera de la ronda
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El nacionalpopulismo, fuera de la ronda

El motivo lo apunta el ministro Ábalos, coordinador electoral del PSOE, al declararlos incompatibles con el "entendimiento institucional"

Foto: Noche electoral de Vox en Madrid. (EFE)
Noche electoral de Vox en Madrid. (EFE)

Tomar la iniciativa, recordar quién ha ganado las elecciones, demostrar quién manda, desactivar la imagen del aventurero que bracea por el poder y coronarse como hombre de Estado. Todo eso inspira la convocatoria de Pedro Sánchez (lunes y martes de la semana que viene) a los líderes de las tres primeras fuerzas políticas de ámbito nacional que, junto al PSOE, representan a tres cuartas partes del electorado.

Casado (PP), Rivera (Ciudadanos) e Iglesias (Unidas Podemos) hacen el juego del presidente en funciones cuando la pelota está todavía en el aire. Sin esperar a que el 26-M (europeas y territoriales) complete el reparto de cartas del 28-A (generales). Y sin poner el menor reparo a que Moncloa esté solapando una tarea constitucionalmente atribuida al jefe del Estado, so pretexto de examinar la situación política y tantear el compromiso de esos partidos con la gobernabilidad del país.

Foto: Pablo Casado, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, en el debate de RTVE, el pasado 22 de abril. (EFE)

Señalada la anomalía de una ronda de contactos solemnizada por quien de momento solo es un candidato a presidente, procede centrarse en la propuesta inicial del aspirante a cuatro años más en Moncloa. Gobierno socialista monocolor de relaciones abiertas y socio preferente, ideológicamente fronterizo, con el que quisiera pactar un programa, no un gobierno de coalición.

Que Podemos aparezca en la agenda de Sánchez-Ábalos-Redondo como socio preferente no excluye la intención de entenderse con otras fuerzas políticas de inequívoca adhesión constitucional. Ciudadanos y PP son adversarios políticos pero eventualmente necesarios para sacar adelante temas de Estado y otros asuntos que requieren de mayorías cualificadas.

Pero lo relevante, a mi juicio, son las ausencias. Los que quedan fuera de la ronda. En el carnet de baile de Sánchez no está Vox (24 diputados). Ni los independentistas catalanes (22 diputados). El motivo lo apunta el ministro Ábalos, coordinador electoral del PSOE, al declararlos incompatibles con el "entendimiento institucional".

Concierne a los grupos nacional-populistas que tantos recelos despiertan en Europa. Las motivaciones identitarias que cursan en nombre de las patrias no han sido menos nocivas a lo largo de la historia que las que cursaron en nombre de una clase social. De unas salió el fascismo y de otras el comunismo. Dos formas de dictadura. Del Estado, en un caso. Del proletariado, en otro. Así que me parece bien excluir del "entendimiento institucional" a quienes sobreactúan en nombre de la patria.

Casado, Rivera e Iglesias hacen el juego del presidente cuando la pelota está todavía en el aire. Sin esperar que el 26-M complete el reparto

La exaltación es la misma, aunque la patria sea distinta. Torra y Abascal, no, gracias. La exclusión de los excluyentes y el marcaje a los supremacistas a la hora de conformar mayorías es una cuestión de higiene democrática. Nada bueno puede articularse sobre el mesianismo de Ortega Smith o la abominable exportación de cerdos de la señora De Gispert.

En cuanto a los que sí harán la ronda de Moncloa son remotas las posibilidades de acuerdo sin conocer los resultados del 26 de mayo. Ni creo que hasta entonces la gobernabilidad del país sea una prioridad para ellos. La de Podemos es un pacto de moqueta para gobernar en coalición con el PSOE. Y los otros dos, PP y Ciudadanos, están enfrascados en su batalla por el liderazgo de la oposición. Además, bastante tiene Casado ahora con encontrar el camino de vuelta hacia el centro y redimirse con un buen resultado en las urnas del día 26.

Albert Rivera, por su parte, acudirá a su cita del martes bajo la presión de poderes fácticos que le empujan a entenderse con el PSOE en nombre de la estabilidad. Choca con su ansia de crecer por cuenta de la amenaza independentista. Para eso necesita echar al PSOE en brazos del separatismo, pero ¿cómo mantener su discurso agresivo contra un Sánchez supuestamente entregado a los separatistas si en su mano está la posibilidad de evitarlo?

Tomar la iniciativa, recordar quién ha ganado las elecciones, demostrar quién manda, desactivar la imagen del aventurero que bracea por el poder y coronarse como hombre de Estado. Todo eso inspira la convocatoria de Pedro Sánchez (lunes y martes de la semana que viene) a los líderes de las tres primeras fuerzas políticas de ámbito nacional que, junto al PSOE, representan a tres cuartas partes del electorado.

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