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Díaz Ayuso y el riesgo de jugar con fuego
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Díaz Ayuso y el riesgo de jugar con fuego

La dirección nacional del PP considera una apelación a la concordia las palabras de la presidenta madrileña sobre la quema de iglesias en 1936

Foto:  La popular Isabel Díaz Ayuso durante su intervención antes de tomar posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)
La popular Isabel Díaz Ayuso durante su intervención antes de tomar posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)

El exabrupto de Díaz Ayuso sobre las iglesias que ardieron en el 36 no rompe, pero desentona. Ensucia la banda sonora del nuevo discurso de Pablo Casado, de regreso al centro perdido tras la caída de Mariano Rajoy. Y hace que vuelvan a saltar las alarmas en el sector del PP más incómodo con las querencias aznaristas previas a las elecciones del 26 de abril.

Vale, no demos por rota la cintura del sucesor de Rajoy en su última versión, la más moderada. Pero que no se empeñe la dirección del PP en quitar importancia al patinazo y convertir la destemplanza de la presidenta de la Comunidad de Madrid en una "apelación a la concordia".

Se empieza removiendo los huesos de Franco y se acaba quemando las iglesias "como en el 36"

La pedrada parlamentaria de Díaz Ayuso contra el PSOE es directa e indisimulable. Se empieza removiendo los huesos de Franco y se acaba quemando las iglesias "como en el 36". Eso es jugar con fuego y correr riesgos. Lo dijo en la asamblea de la Comunidad mientras interpelaba a Pedro Sánchez aprovechando una pregunta de un diputado regional de Vox partidario de frenar la exhumación de Franco.

La ucronía nace de la ignorancia y el atrevimiento se disculpa. No es disculpable, en cambio, la intención tóxica y políticamente calculada de relacionar el traslado legal de los restos del dictador con una inimaginable quema de iglesias, como si lo uno y lo otros fueran distintos niveles de gravedad, de menor a mayor, en la escala de conductas endosables a la izquierda. Es tan injusto como acusar recurrentemente al presidente del Gobierno en funciones de haber abandonado el perímetro constitucional.

La ucronía nace de la ignorancia y se disculpa. No es disculpable relacionar la exhumación de Franco con una inimaginable quema de iglesias

En el caso de la absurda referencia de Díaz Ayuso a sucesos guerracivilistas de 1936 (y de 1909, 1931 y 1934, por cierto) topamos con un agravante. Me refiero al incomprensible respaldo de la dirección nacional. Respaldo extraoficial, aunque confirmado en el entorno de Casado. Se sostiene que, sin sacar de contexto la parrafada, estamos ante una apelación a la concordia frente a la actitud de la izquierda empeñada en "agitar cuestiones que dividen a los españoles".

En defensa de la presidenta madrileña, que fue una apuesta personal del actual presidente del PP, Casado, se niega que aquella quisiera atribuir a la izquierda la intención de quemar iglesias (hasta ahí podíamos llegar), pues solo pretendía denunciar "hasta donde está dispuesto a llegar el Gobierno para reabrir heridas del pasado".

El desliz de Ayuso regala al adversario argumentos sobrados para negar credibilidad al reciente giro de Pablo Casado y el PP hacia la moderación

En este punto uno piensa que, a la vista de estas justificaciones, es mejor que no lo expliquen, porque lo enredan más. Y regalan al adversario electoral argumentos sobrados para negar credibilidad al reciente giro del PP hacia la moderación, en la que se sienten más cómodos sus principales barones regionales con poder institucional. Léase Feijóo, Moreno Bonilla, Mañueco y Alonso, que reprueban las temerarias palabras de Díaz Ayuso en la sesión de control al gobierno regional madrileño del jueves pasado.

El exabrupto de Díaz Ayuso sobre las iglesias que ardieron en el 36 no rompe, pero desentona. Ensucia la banda sonora del nuevo discurso de Pablo Casado, de regreso al centro perdido tras la caída de Mariano Rajoy. Y hace que vuelvan a saltar las alarmas en el sector del PP más incómodo con las querencias aznaristas previas a las elecciones del 26 de abril.

Pedro Sánchez Pablo Casado Mariano Rajoy