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Señor Torra, deje el lanzallamas y ponga las urnas
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Antonio Casado

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Señor Torra, deje el lanzallamas y ponga las urnas

Tanto la Cataluña invisible que sufre la alucinación colectiva del independentismo como una parte de este piden un nuevo reparto de cartas en las urnas autonómicas

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (Reuters)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (Reuters)

De todos los lemas aireados en la manifestación constitucionalista de ayer en Barcelona me quedó con este: “Señor Torra, si no quiere ser presidente, ponga las urnas”. Frente a la razón apuñalada (habla Torra del “irreversible” camino hacia la república independiente de Cataluña por dictado de su real gana), es lo más democrático que se puede proponer después de la sentencia del Tribunal Supremo, como última palabra del Estado sobre el fallido golpe al orden constitucional.

Alguien tiene que asumir en el campo del soberanismo catalán que el 'procés' ha fracasado y hay cambio de pantalla. Ha de resetearse antes de trazar una nueva hoja de ruta, incluso con líderes alternativos a los que están inhabilitados, en la cárcel o en el autodestierro. Cuanto antes lo asuman, mejor. Incluso para quienes ven el problema desde el lado constitucional de la barricada. El asunto entrará en la agenda nacional cinco minutos después de las elecciones del 10 de noviembre.

placeholder El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (Reuters)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (Reuters)

El nuevo reparto de cartas en las urnas autonómicas resulta ser una reclamación transversal. Lo pidió ayer la Cataluña invisible que sufre la alucinación colectiva de una parte de la población. Y lo pide también la mitad del soberanismo que, encabezada por Oriol Junqueras desde la cárcel de Lladoners, lucha por la primacía de la causa contra la otra mitad, encabezada desde el autodestierro por Carles Puigdemont.

Torra prefiere seguir quemando la calle hasta la rendición del Estado. O hasta el referéndum soñado para antes de terminar la presente Legislatura

Pero el señor Torra, vicario de nuestro hombre de Waterloo, está ocupado estos días con el lanzallamas. Prefiere seguir quemando la calle hasta la rendición del Estado. O hasta referéndum soñado en una noche calenturienta para antes de terminar la presente Legislatura autonómica.

El grito de la Cataluña que sufre y calla (“¡No nos dejéis solos!”) se perdió en la humareda de la vía Hong Kong, de vuelta este fin de semana a las calles de Barcelona con su insoportable balance de actos vandálicos y policías heridos. Y, una vez más, pasó de largo, frente a los dirigentes de las fuerzas políticas teóricamente comprometidas con la Constitución y, por ende, con la unidad de España.

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El presidente de la Generalitat, Quim Torra. (Reuters)

La escenificación del frente común ante el reto separatista fue palmaria entre los manifestantes y fallida entre sus dirigentes. Por culpa de la campaña electoral que comienza formalmente dentro de tres días. Todos quieren mejorar su facturación en las urnas por cuenta de la llamada cuestión catalana.

El grito de la Cataluña que sufre y calla se perdió en la humareda de la vía Hong Kong, de vuelta este fin de semana a las calles de Barcelona

Eso les obliga a diferenciarse en el modo de afrontar el reto. Hasta extremos tan infantiles como evitar una foto conjunta o insistir en el insidioso discurso que presenta al Gobierno en funciones como si fuera aliado del independentismo. Justo ese independentismo que acusa a Sánchez de no dar su brazo a torcer “por miedo a la derecha”. La derecha (Casado y Rivera) que acusa a Sánchez de estar en deuda con los independentistas reunidos para reclamar el derecho de autodeterminación.

Por cierto, sin el PNV. Atención, pregunta: ¿será tachado Urkullu de “cómplice del Estado español” por no aparecer junto a Torra y Otegi, entre otros? Ya de paso me pregunto si el independentismo dirá que Jean Claude Juncker es un fascista por hablar de los “estúpidos nacionalismos” que están envenenando Europa. O si insultará también al mismísimo emperador de Japón, Naruhito, por haberse comprometido a defender la Constitución y la unidad del pueblo japonés.

De todos los lemas aireados en la manifestación constitucionalista de ayer en Barcelona me quedó con este: “Señor Torra, si no quiere ser presidente, ponga las urnas”. Frente a la razón apuñalada (habla Torra del “irreversible” camino hacia la república independiente de Cataluña por dictado de su real gana), es lo más democrático que se puede proponer después de la sentencia del Tribunal Supremo, como última palabra del Estado sobre el fallido golpe al orden constitucional.

Tribunal Supremo Carles Puigdemont PNV Catalán