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Iceta lleva el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes
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Antonio Casado

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Iceta lleva el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes

El socialista reniega de la biografía, no de la genética, sembrando la discordia en un partido de firme adhesión al dogma civil de España como "patria común"

Foto: El líder del PSC, Miquel Iceta. (EFE)
El líder del PSC, Miquel Iceta. (EFE)

El renovado líder del PSC, Miquel Iceta, lleva el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes. Solo así entenderemos su insistencia en apedrear a García-Page (Castilla-La Mancha) y Javier Lambán (Aragón), barones del PSOE con mando en plaza, mediante ese fogonazo declamatorio que ve a España como una “una nación de naciones”.

“Ya habíamos advertido de que nunca renegaríamos de definir Cataluña como una nación”, dice. Reniega de la biografía, no de la genética, al precio de sembrar la discordia en la gran familia socialista. En el PSOE, por ser precisos, un partido histórico de firme adhesión al dogma constitucional (o sea, civil) que define España como “patria común de todos los españoles” y califica de “indisoluble” la unidad de la nación española.

Miquel Iceta busca en el “imperio de la ley” y el “tercerismo” (ni separatistas ni separadores) su salto a la gloria de presidir la Generalitat. Mientras eso llega, o no, se ha dirigido con desdén (“supremacismo por contagio”, según Lambán) a quienes, dentro de su propia familia política, se toman en serio el compromiso con la CE, cuyo texto arranca ya en la primera línea hablando de “La nación española...”.

Iceta busca en el "imperio de la ley" y el "tercerismo" (ni separatistas ni separadores) su salto a la gloria de presidir la Generalitat en un futuro próximo

Vinculante a efectos jurídicos, que son objetivables, convenidos y reformables. No incluye los efectos de carácter emocional, cuya subjetividad desborda el campo de la razón y el derecho positivo. ¿A cuáles de los dos se referirá entonces cuando habla de “respeto a la legalidad”?

Lo que tiene un perturbador encaje mental es relacionar las proclamas catalanistas de Iceta con la investidura. Pero hemos de hacerlo. Porque han sido declamadas para aplaudir los tratos con ERC para seducir a los 13 diputados cuya abstención haría presidente en efectivo a Pedro Sánchez. Y porque tanto la vicepresidenta, Carmen Calvo, como el ministro Ábalos, que llevan la voz del aspirante al diálogo con los independentistas, han coreado a Iceta y han defendido la posición dialogante del PSOE en el llamado conflicto catalán.

Carmen Calvo tomó la palabra en el congreso del PSC para presumir de que, a diferencia de la derecha, el PSOE “se mueve” (otra expresión prestada por el discurso independentista). Vale, se mueve. Pero no sabemos hacia dónde. La duda ofende a los barones socialistas y alimenta ese insidioso discurso del PP y de Cs que ve al PSOE junto a los enemigos de España (Arrimadas), lo sitúa en la vía “anticonstitucional” (Casado) o se refiere maliciosamente al “proyecto totalitario de Sánchez” (Díaz Ayuso).

El PSOE "se mueve". No sabemos hacia dónde. La duda ofende a los barones y alimenta el discurso que coloca a Sánchez fuera de la CE

Dice Calvo que “es un honor dar pasos para encauzar el conflicto catalán”. Y mirando a la prisión de Lledoners, Ábalos insiste en que “sin investidura se perderá la oportunidad del diálogo”. Lo cual da lugar a otra duda peor que la de no saber hacia dónde se encaminan esos pasos del PSOE. Se contiene en esta pregunta: ¿todo el chispeante catalanismo de Iceta y los parabienes de ida y vuelta con Calvo y Ábalos se inspiran en el deseo de resolver el conflicto catalán o solo pretenden hacer presidente a Sánchez y luego ya veremos?

Lo que es evidente es que el independentismo se ha convertido en el árbitro de la gobernabilidad de España. Debe estar feliz con estos síntomas de fractura en el espectro político nacional, ya detectados en su día por el republicano Rufián como indicadores del mejor momento para negociar con una España debilitada y a la defensiva, donde se habla con desgana del pueblo español como depositario de la soberanía nacional única e indivisible.

El renovado líder del PSC, Miquel Iceta, lleva el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes. Solo así entenderemos su insistencia en apedrear a García-Page (Castilla-La Mancha) y Javier Lambán (Aragón), barones del PSOE con mando en plaza, mediante ese fogonazo declamatorio que ve a España como una “una nación de naciones”.

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