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Antonio Casado

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Gobierno de coalición en modo Ábalos

La ecuación se ha hecho viral: si cambias seis veces de versión, significa que al menos en cinco de ellas me has mentido

Foto: El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos. (EFE)
El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos. (EFE)

La ecuación se ha hecho viral: si cambias seis veces de versión, significa que al menos en cinco de ellas me has mentido. Y eso va políticamente más allá del supuesto delictivo (prevaricación administrativa), apreciado por un juzgado madrileño. No solo es en el culebrón Ábalos-Rodríguez donde el Gobierno “progresista”, con tendencia a reconocerse más en los ataques al adversario que en la defensa de sus iniciativas, se está jugado la credibilidad. Divino tesoro si cursa en lluvia fina. O lento avance de silentes termitas cuando se echa en falta.

Me temo lo segundo. Cada vez más y mejor instruido. Desde el referido 'caso Ábalos' hasta la esquizofrenia del socio de la coalición (Podemos), magníficamente explicada ayer por Ignacio Varela en El Confidencial. Con una amplia casuística entre ambos episodios que no deja de crecer día a día por simple comparación de lo que se dice con lo que se hace.

Mientras se ocultan los primeros roces entre los dos partidos, en libertad sexual y movimientos migratorios, la opinión pública sigue hablando sola ante la imagen del vicepresidente, Iglesias Turrión, haciendo piña con los amotinados hombres del campo Pero ¿no son los antidisturbios del Gobierno el que está al otro lado de la barricada?

Si se acusa de sedición a Puigdemont mientras se propone rebajar el reproche penal por esa figura, ¿qué sentido tiene apoyar el suplicatorio?

Del compromiso electoral de Sánchez sobre la repatriación de Puigdemont hemos pasado a sembrar dudas entre eurodiputados que han de votar la perdida de inmunidad del expresidente de la Generalitat. Si se le acusa de sedición mientras se propone rebajar el reproche penal por esa figura, ¿qué sentido tiene apoyar el suplicatorio en el Parlamento Europeo?

La rebelión de los letrados de la Seguridad Social contra el traspaso de su gestión al Gobierno vasco, por exigencia del pacto de investidura con el PNV y a espaldas del pacto de Toledo, es un anticipo del debate que se avecina en torno al golpe recibido por uno de los pocos elementos de cohesión que le quedan a la sociedad española. Me dice una de las más lúcidas figuras del PSOE: "Ya sé que es estatutario y mejora el autogobierno de Euskadi, pero ¿quién se preocupa del autogobierno de España si esa reclamación se contagia a las 17 autonomías?".

Dice una figura histórica del PSOE: "Ya sé que traspasar la S.S. mejora el autogobierno vasco, pero ¿quién se preocupa del autogobierno de España?"

Declaraba ayer Dolores Delgado en el Congreso que su condición de exministra la refuerza para ejercer como fiscal general del Estado. Y Sánchez califica de "impecable" el nombramiento. Pero las apariencias son como la genética de la credibilidad. Y aquí juegan en contra del Gobierno, por claro sometimiento al interés político, que va cosido a la lucha por el poder.

En este caso, planean las exigencias del pacto con ERC, inspirado en la voluntad común de desjudicializar el conflicto catalán. Y aunque Sánchez pida a Delgado una actuación "independiente", nadie puede transitar en tan poco tiempo de la lógica política (oportunidad) a la lógica judicial (la Fiscalía está incluida en el título VI de la Constitución).

Sobre el ministro Castells: nadie puede pasar tan deprisa de pregonar la autodeterminación a erigirse en defensor del orden constitucional

Aplíquese también al ministro Castells. Nadie puede pasar tan deprisa de pregonar el derecho de autodeterminación a erigirse en defensor del orden constitucional. "A partir de ahí, negociamos", dijo ayer ante la comisión correspondiente a su Departamento (Universidades), veinticuatro horas después de conocerse su inclusión en el equipo negociador del Gobierno central con la Generalitat sobre el futuro político de Cataluña.

Pero, ¿en qué cabeza cabe que los ciudadanos se irán a dormir tranquilos ante la referencia del ministro a la compatibilidad de sus opiniones personales con las exigencias de su pertenencia a un órgano colegiado?

La ecuación se ha hecho viral: si cambias seis veces de versión, significa que al menos en cinco de ellas me has mentido. Y eso va políticamente más allá del supuesto delictivo (prevaricación administrativa), apreciado por un juzgado madrileño. No solo es en el culebrón Ábalos-Rodríguez donde el Gobierno “progresista”, con tendencia a reconocerse más en los ataques al adversario que en la defensa de sus iniciativas, se está jugado la credibilidad. Divino tesoro si cursa en lluvia fina. O lento avance de silentes termitas cuando se echa en falta.

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