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Cuenta atrás para la libertad vigilada de los niños
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Antonio Casado

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Cuenta atrás para la libertad vigilada de los niños

Sobre la decisión, planea la sombra negra de un repunte de la epidemia, porque los niños son grandes transmisores de la enfermedad

Foto: Un parque infantil vacío, en Bilbao. (EFE)
Un parque infantil vacío, en Bilbao. (EFE)

Comienza la cuenta atrás para el rescate de los niños cautivos del coronavirus. Durante la reclusión, animaron las redes sociales como atletas de pasillo, artistas precoces, virtuosos del móvil golpeando con saña una piñata de cumpleaños en forma de coronavirus, ejemplares cumplidores de teletareas escolares y, eso siempre, ocurrentes transmisores de las frustraciones de adultos sedientos de viralidad.

Único segmento poblacional sin víctimas mortales. Sin embargo, científicamente considerados como grandes transmisores de la enfermedad. Lo recordaba hace unos días el propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, poco partidario del desconfinamiento infantil porque tienen una carga viral más elevada que el resto de la población. Eso explica que sobre la decisión anunciada por el Gobierno planee la sombra negra de un repunte de la epidemia. No lo quieran los dioses.

"Atletas de pasillo, artistas precoces, cumplidores de teletareas y ocurrentes trasmisores de las frustraciones de los adultos durante la reclusión"

El mensaje del mando único es que la España oficial entra en modo desescalada 'asimétrica', cuya gestión se encomienda a un comité presidido por la ministra Teresa Ribera. Gradualmente. Con muchas precauciones, según Moncloa. Y serán los niños los que abran el camino de la transición hacia la “nueva normalidad” (Sánchez 'dixit'). A la calle, que ya es hora de pasearlos a cuerpo, que diría Celaya. Para ellos, sonará la sirena del desconfinamiento dentro de una semana.

Foto: Un par de niños cruzan una calle este miércoles, en Madrid. (EFE)

La medida ha sido bien recibida por las familias. Algunas comunidades ya la venían reclamando. Pero no está exenta de riesgos. Aunque los niños contagiados tienen síntomas muy leves y responden con una evolución clínica mucho más benigna que la de un adulto, pueden trasmitir el virus siendo asintomáticos. Y son más difíciles de controlar respecto de los hábitos en el lavado de manos, la forma de estornudar o los contactos físicos, sobre todo entre los menores de seis años.

La España oficial entra en modo desescalada “asimétrica”, según Sánchez. Gradualmente. Con muchas precauciones. Los niños, primero

Lo dicho. Para los niños, se avecina un desconfinamiento prudente y tasado. La fiesta irá por barrios. Sin escolarización presencial, se entiende, para lo que queda de curso. El lunes 27, primer día de libertad vigilada para millones de niños españoles menores de 12 años, que es el umbral fijado en la Ley de Salud Pública.

En su comparecencia televisada del sábado, explicó Sánchez que los detalles sobre actividades, horarios, espacios, etc. serán concretados por autonomías, diputaciones y ayuntamientos. “Definiremos en las próximas semanas cuáles van a ser los criterios de seguridad”, dijo. O sea, que se verá sobre la marcha. Lo cual, unido al todavía discutido y discutible desenlace del curso escolar, nos devuelve la sensación de que el Gobierno sigue tanteando el camino a pasos inseguros, recostado en los informes de los expertos y la concertación con las mencionadas administraciones.

"El Gobierno sigue tanteando el camino con pasos inseguros y se remite a los informes de los expertos y la concertación con otras administraciones"

De fondo, el indisimulado riesgo de volver a las andadas, tras la 'deshibernación' de actividades productivas no esenciales (construcción e industria, básicamente), que reavivó el dilema sobre vidas humanas y puestos de trabajo como términos de una misma ecuación moral.

Ahora toca desescalada asimétrica en la regla general de confinamiento prolongado, de momento hasta el 10 de mayo. Los niños, primero.

Comienza la cuenta atrás para el rescate de los niños cautivos del coronavirus. Durante la reclusión, animaron las redes sociales como atletas de pasillo, artistas precoces, virtuosos del móvil golpeando con saña una piñata de cumpleaños en forma de coronavirus, ejemplares cumplidores de teletareas escolares y, eso siempre, ocurrentes transmisores de las frustraciones de adultos sedientos de viralidad.

Niños Moncloa Teresa Ribera