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Sánchez, cada vez más confinado en Moncloa
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Antonio Casado

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Sánchez, cada vez más confinado en Moncloa

La autorización parlamentaria de una cuarta prórroga del estado de alarma será lo más parecido a la cuestión de confianza que contempla la Constitución

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Los vientos reinantes impiden la remada conjunta que reclama el pueblo soberano en la guerra contra el coronavirus. Después de su octava cita telemática con Pedro Sánchez, los presidentes autonómicos confirman y reconfirman tiempo borrascoso sobre la gestión del mando único. Ya vemos alineados en la reprobación a los separatistas y la derecha de toda la vida.

Por “unilateral”, “soberbio”, “confuso” o “recentralizador”, al decir de terceros, Sánchez se encuentra políticamente cada vez más confinado en Moncloa. Sorprende la escasa habilidad de sus equipos para hacer amigos. Solo un imperativo de obediencia debida le permite aparentar sintonía con su propio partido y el socio de coalición, aunque la procesión va por dentro, a juzgar por la discreta incomodidad de algunos ministros, la menos discreta de los barones socialistas y el indisimulado malestar de los antiguos dirigentes.

Así las cosas, al inicio de un proceso oficial de desescalada puesto en cuestión por los responsables de su aplicación práctica (políticos, económicos y sociales), la autorización de una cuarta prórroga del estado de alarma, que Sánchez pedirá pasado mañana en el Congreso, será lo más parecido a la cuestión de confianza contemplada en la Constitución (art. 112 y 114). Ese va a ser el clima de la sesión.

"Una eventual desautorización de la cuarta prórroga del estado de alarma (noes y abstenciones) sería una prueba de desconfianza en el Gobierno"

El efecto inmediato de una cuestión de confianza perdida por mayoría simple es la dimisión. No hay caso, porque formalmente no responde a la mencionada previsión constitucional ni habrá más noes que síes en la votación del miércoles. Pero una adversa mayoría parlamentaria al alza respecto a las prórrogas anteriores (suma de noes y abstenciones) se percibirá como prueba de una creciente desconfianza en el máximo responsable del mando único. Es lo que va a ocurrir.

El propio Sánchez envenenó el ambiente con su conminatoria advertencia del sábado último. Un mal paso. Uno más. No se sentirá culpable de nada si la Cámara rechaza su 'plan para la transición hacia la nueva normalidad' negándole la prórroga solicitada. Pero tampoco habla de abandonar el puesto de mando. En flagrante malversación del compromiso inherente a la tarea del gobernante, se queda en la advertencia: otros, y no él, serían los responsables de la catástrofe resultante por la desautorización de una nueva prórroga para la que “no hay plan B”. ¿Y cómo podrían serlo sin deserción previa del titular?

"Sánchez sigue apostando a la derrota del coronavirus gracias a él, a riesgo de que en el sentir del votante se produzca a pesar de él"

Cuarenta y cinco años después del famoso dibujo de Ramón, Sánchez desempolva la histórica portada de 'Hermano Lobo'. Más vigente que nunca: yo o el caos, pero sabed que si elegís caos, también soy yo. Aunque, tras lo que se califica de “chantaje” y “deriva cesarista”, se rastrean las alternativas legales que, en un deseable clima de cooperación con las comunidades autónomas, permitirían un desconfinamiento realmente asimétrico, sin la uniformidad de lo que se impone desde arriba. Por ejemplo, la ley de medidas especiales de salud pública (1986) para el control de “enfermedades transmisibles”.

Sánchez prefiere seguir apostando a la derrota del coronavirus gracias a él. A riesgo de que, en el sentir del votante, se produzca a pesar de él. En el primer caso, se dispararía su cotización electoral. En el segundo, el coronavirus sería su tumba política. Ahora camina entre dos nubes negras. Una, el riesgo de repunte de la epidemia (“no es descartable, en absoluto”, dice el doctor Simón). Otra, que le dejen tirado los amigos del PNV y ERC que hicieron posible su segundo asalto al poder.

Los vientos reinantes impiden la remada conjunta que reclama el pueblo soberano en la guerra contra el coronavirus. Después de su octava cita telemática con Pedro Sánchez, los presidentes autonómicos confirman y reconfirman tiempo borrascoso sobre la gestión del mando único. Ya vemos alineados en la reprobación a los separatistas y la derecha de toda la vida.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Moncloa PNV