Al Grano
Por
Tumbar la prórroga no es tumbar a Sánchez
Aunque el país no esté en manos del mejor cirujano, no es el momento de tirarle de la bata. Pero Sánchez ya le ha visto las orejas al lobo
Se impone la doctrina Feijóo tras su larga conversación de ayer con la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. A saber: 15 días más y que sea la última vez. Por abstención, el PP permitirá que salga adelante una nueva prórroga del estado de alarma. Denlo ustedes por hecho.
El portavoz del partido en el Senado, Javier Maroto, ejerció ayer tarde de telonero en su cruce con Sánchez. Y se despachó a gusto contra un Gobierno “ineficaz” y “mentiroso” que “piensa las cosas después de decirlas” y “quiere utilizar el estado de alarma como rampa de lanzamiento para acabar con las libertades”. “No para proteger la vida de los españoles sino para protegerle a usted”, añadió.
Inesperadamente manso, el presidente no devolvió los golpes, precursores de los que hoy recibirá de Pablo Casado. Se refugió en los lugares comunes de su desacreditada retórica sobre “la importancia de que los españoles nos vean de la mano” y claveteó la tesis del estado de alarma como único e imprescindible instrumento legal contra el coronavirus, limitando la movilidad de los ciudadanos.
Por abstención, el PP permitirá que esta tarde en el Congreso salga adelante una nueva prórroga del estado de alarma. Denlo ustedes por hecho
En vísperas de la sesión de hoy en el Congreso, la capacidad de encaje del presidente del Gobierno tras el ametrallamiento de Maroto tenía un motivo. El broche verbal del portavoz popular en la Cámara Alta sugiere que el primer partido de la oposición no será obstáculo para la prolongación del estado de alarma: “El PP estará ahí una vez más para sacar a España adelante”.
En la sede central de la calle Génova, se dejaba entrever anoche que la decisión no estaba tomada. Pero de lo ocurrido por la tarde en el Senado se deduce que los 90 escaños del PP (88 más los dos navarros) no estarán entre los noes de esta tarde a la decisión decretada en el Consejo de Ministros de ayer. Ni entre los síes, una vez que Casado comprometió su palabra al declarar que esta vez no apoyaría la nueva prórroga.
Inesperadamente manso, Sánchez no devolvió los golpes de Javier Maroto, ayer en el Senado, precursores de los que hoy recibirá de Casado
Aunque el país no esté en manos del mejor cirujano, no es el momento de tirarle de la bata. Sánchez ya le ha visto las orejas al lobo. Y Casado ya ha demostrado lo mucho que el Gobierno depende del PP en cuestiones de Estado. La salida de una crisis que en solo cincuenta y tantos días dejó en el paro a casi un millón de trabajadores (sin ERTE) interpela por igual al partido que gobierna como al que puede gobernar.
La espantada de ERC ha puesto el destino de Sánchez en manos del PP. Un revolcón en medio de la guerra contra el virus le hubiera dejado tocado, no hundido. Con indeseables efectos sobre la población. Se echaría a perder todo un arsenal normativo, pues del estado de alarma cuelgan los decretos y órdenes ministeriales que han ido saltando al BOE desde el 14 de marzo. Todas esas disposiciones decaerían. Los poderes del mando único volverían a las comunidades autónomas de la noche a la mañana y los finos analistas desempolvarían el famoso lema ignaciano: “En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”.
La espantada de ERC ha puesto a Sánchez en manos del PP. Un revolcón en medio de la guerra contra el virus le hubiera dejado tocado, no hundido
Demasiado para Pablo Casado. Demasiado pronto, sobre todo. Crisis sobre crisis. Como si no tuviéramos bastante con sufrir del síndrome del piloto borracho. Sería irresponsable por parte de quien aspira a gobernar. Así que Casado no va a cometer el error de intentar echar a su adversario político tras un jaque prematuro. Tumbar la prórroga no significa tumbar a Sánchez.
¿Y una alternativa? Haberla, hayla, en contra de lo que sostiene Moncloa. En áreas legislativas de la sanidad pública (medidas especiales), seguridad nacional y protección civil, básicamente. Pero no se improvisa. No podría surtir efecto al día siguiente. Además, es absurdo hablar de alternativa manejada por quienes niegan que exista plan B. Cosa distinta sería una eventual dimisión de Sánchez por acorralamiento ¿Lo creen ustedes? Pues yo tampoco.
Se impone la doctrina Feijóo tras su larga conversación de ayer con la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. A saber: 15 días más y que sea la última vez. Por abstención, el PP permitirá que salga adelante una nueva prórroga del estado de alarma. Denlo ustedes por hecho.