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Margarita Robles, al lado de la gente
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Antonio Casado

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Margarita Robles, al lado de la gente

La ministra se recuesta en el prestigio de las Fuerzas Armadas ("el mérito no es mío"), declara su lealtad a Sánchez y dice que solo pretende servir a los demás

Foto: La ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE)
La ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE)

En tiempos de confusión, las miradas se vuelven hacia la ministra de Defensa, la figura más valorada del Gobierno, según las encuestas. Aunque le zumben los oídos, no necesita amarrarse al palo mayor para resistir el canto de las sirenas. Su acreditada lealtad al actual presidente del Gobierno (tengo ciencia propia sobre su obstinada adhesión al sanchismo en los momentos más duros) funciona como esas pantallas acústicas que reducen los niveles de ruido en las zonas más pobladas.

“El mérito no es mío”, suele decir. ¿El secreto? La cercanía, la conexión con la gente. Y el mensaje al pueblo soberano, tan sencillo como recostarse en el prestigio de la institución y subestimarse como ministra (en el buen sentido), de modo que desvía los aplausos hacia las Fuerzas Armadas y desiste de buscar la retribución política personal.

Tiene fácil encaje en quien se niega la condición de profesional de la política (“Mi mundo no es este, yo soy juez”). Además, se declara incondicional de Pedro Sánchez, al que agradece la oportunidad de poder servir a los ciudadanos. “He sufrido viendo sufrir a la gente”, dice en conversación con El Confidencial. Y nos explica que llegó a la política por la misma razón que a la judicatura: hacer algo por los demás.

"No se tiene por una profesional de la política: 'Yo soy juez', 'pero he sufrido viendo sufrir a la gente', dice en conversación con El Confidencial"

Lo demás consiste en ponerse a barlovento de inobjetables principios. Por ejemplo: la humanización de la política, estar donde la gente, trabajar para los demás y tantos otros mitos compartidos (Harari lo explica en 'Sapiens') que, de no haber sido malogrados, hubieran facilitado la remada conjunta contra el virus y derribado fronteras entre partidos.

Justo cuando en la última cita dominical del Gobierno con los presidentes autonómicos se volvía a escenificar la tensión de Sánchez con Díaz Ayuso, y al revés, por cuenta del salto de fase en el proceso de desescalada, la ministra de Defensa se previene frente a quienes pretendan malversar su buena sintonía con el alcalde madrileño y la presidenta de la comunidad en todo lo relacionado con la cooperación de los militares en la lucha contra la epidemia.

Tanto Ayuso como Almeida, ambos del PP, se han deshecho en elogios, probablemente no inocentes, hacia Margarita Robles. Esta no permitirá que la utilicen, ni unos ni otros. Y menos para enfrentarla a Pedro Sánchez. No está en eso. Pero difícilmente escapará al tam tam de las cacerolas y al radar de los finos analistas.

"Robles se pone a barlovento de inobjetables principios, como la humanización de la política, estar donde la gente y trabajar para los demás"

A saber: “Margarita Robles, ministra de Defensa, es al PSOE lo que Almeida al PP”, leo en las páginas del mismo periódico 'El Mundo' que ayer editorializaba la supuesta deriva de Sánchez hacia una “conducta cesarista”.

Pasto fresco para la avidez del tertuliano. Ponzoña empaquetada en seda, inservible frente al arte de la prudencia, una de las prendas de la ministra, forjada en la lectura de Gracián: “En casa de la Fortuna, si se entra por la puerta del placer, se sale por la del pesar. Atención, pues, al acabar, poniendo más cuidado en la felicidad de la salida que en aplauso de la entrada”.

En tiempos de confusión, las miradas se vuelven hacia la ministra de Defensa, la figura más valorada del Gobierno, según las encuestas. Aunque le zumben los oídos, no necesita amarrarse al palo mayor para resistir el canto de las sirenas. Su acreditada lealtad al actual presidente del Gobierno (tengo ciencia propia sobre su obstinada adhesión al sanchismo en los momentos más duros) funciona como esas pantallas acústicas que reducen los niveles de ruido en las zonas más pobladas.

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